Labor social

El Gran Poder de los privados de libertad

Manuel León, Ana Bueno, MIriam Tapia, Ignacio Soro y María José Ríos, en las dependencias de la Basílica del Gran Poder.

Manuel León, Ana Bueno, MIriam Tapia, Ignacio Soro y María José Ríos, en las dependencias de la Basílica del Gran Poder. / José Ángel García

“Había necesidades asistenciales con los reclusos y sus familiares”. Así explica María José Ríos, coordinadora general del voluntariado de la Hermandad del Gran Poder, cómo surgió la labor que esta corporación realiza en los centros penitenciarios desde 2018. Un servicio por el que el pasado viernes recibió la medalla de plata del Ministerio del Interior y que saca a la luz este importante trabajo, así como las necesidades de escucha, de inserción social y económicas que presenta la población reclusa.

La idea la propusieron los párrocos de Tres Barrios, donde el Señor acudió en Misión Evangelizadora en otoño de 2021: Francisco José Ortiz Bernal (actual deán de la Catedral) y Manuel Sánchez Sánchez. La intención fue atender a los reclusos y sus familias de Los Pajaritos, La Candelaria y Santa Teresa. Se trata de una de las áreas de trabajo “más complicadas”, como reconoce Miriam Tapia, una de las voluntarias de este grupo asistencial.

Ana Bueno, otra de las integrantes del equipo, detalla que el acompañamiento tanto a los internos como a las familias se realiza en tres fases: cuando están en la cárcel, al abandonarla y en el proceso de reinserción. Para ello, se cuenta con “dos líneas de voluntariado”. Por un lado, el que acude a las prisiones y, por otro, el que se encarga de la acogida en las parroquias.

Escuchar sin juzgar

“Uno de los aspectos fundamentales de la acogida es la escucha sin juzgar en ningún momento el motivo por el que el recluso se encuentra en un centro penitenciario”, refiere Ignacio Soro, hermano mayor del Gran Poder. Soro incide en que “nuestro fin es evangelizar esta población y sus allegados, presentarles el mensaje del Señor desde la misericordia, que encuentren en las parroquias de sus barrios un lugar de acompañamiento, de convivencia”.

Reunión del grupo de voluntarios de atención penitenciaria del Gran Poder. Reunión del grupo de voluntarios de atención penitenciaria del Gran Poder.

Reunión del grupo de voluntarios de atención penitenciaria del Gran Poder. / D. S.

Este servicio no se puede prestar en muchos casos sin “la voluntariedad de las familias”, precisa Ana Bueno, quien subraya que, por desgracia, en estos barrios (que siguen apareciendo en los rankings de zonas más pobres de España) las palabras pobreza y prisión llegan a constituir un binomio casi indisoluble. “Lo que más reclaman es esa escucha, el que se cree un clima de confianza con ellos”, añade Bueno, que considera que a este propósito están más predispuestos los reclusos que las familias, muchas de las cuales reclaman ayudas económicas, ya que la persona que se encuentra en la cárcel aporta el principal ingreso de dinero al hogar. Tales necesidades se derivan a las Cáritas parroquiales. También hay otras familias a las que se les facilita el traslado a las cárceles para que puedan visitar allí a sus miembros.

Desde que se puso en marcha este voluntariado –compuesto en la actualidad por 12 miembros– se ha asistido a 12 familias antes de la pandemia del Covid y después de la crisis sanitaria a 37. Un servicio prestado mediante encuentros mantenidos en las parroquias de Tres Barrios. Respecto a los reclusos, se ha atendido a 17 en Sevilla I y a 40 en Sevilla II (en Morón de la Frontera). En este punto, Miriam Tapia precisa que este centro penitenciario resulta preferente en la actuación de la hermandad al contar con un buen número de internos de la zona donde llevan a cabo la Misión Evangelizadora. Todos ellos son de largo cumplimiento de condenas. No obstante, también han desempeñado dicha labor en el Psiquiátrico Penitenciario y en la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra, donde llevaron a una madre a ver a su hija. Este acercamiento se ha facilitado, incluso, en prisiones de fuera de la provincia de Sevilla.

La peregrinación a la basílica

Una de las experiencias más gratas vividas en este grupo de trabajo fue la peregrinación que 11 internos de Sevilla II realizaron hasta la Basílica del Gran Poder el pasado 24 de junio. “Uno de ellos llevaba nueve años sin salir de la cárcel y le quedan otros nueve de condena. Tiene sólo 29 años de edad”, recuerda el hermano mayor de la corporación de la Madrugada.

Peregrinación de reclusos de Sevilla II a la Basílica del Gran Poder el pasado junio. Peregrinación de reclusos de Sevilla II a la Basílica del Gran Poder el pasado junio.

Peregrinación de reclusos de Sevilla II a la Basílica del Gran Poder el pasado junio. / D. S.

Esta labor la realizan de la mano de las parroquias de Tres Barrios y también con la Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Sevilla. Fruto de esta relación fue la convivencia de reclusos y familiares que se celebró el 26 de noviembre de 2022, que contó con la aportación económica de la Bolsa de Caridad del Gran Poder, que cumple 70 años.

Un giro en la Bolsa de Caridad

Manuel León, teniente de hermano mayor y también voluntario de la asistencia penitenciaria, abunda en que la hermandad no había trabajado nunca en este ámbito, una novedad que surge tras la reflexión que se produce en el seno de la corporación a finales de la década pasada. “A raíz del llamamiento del papa Francisco, se decide abandonar la zona de confort y acudir a las periferias existenciales. El Señor fue allí y la hermandad aún permanece, junto a los más necesitados”, detalla León.

Un pensamiento que ha dado un giro a la asistencia social de esta corporación y que ha cambiado también su Bolsa de Caridad, la primera que se creó en Sevilla y que por su 70 aniversario celebrará una misa el próximo 18 de octubre, a las 20:30, en la basílica. Una hermandad a la vanguardia asistencial del siglo XXI. 

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