El Palquillo

Guía para una Semana Santa con niños

Niños piden caramelos en la salida de la Borriquita.

Niños piden caramelos en la salida de la Borriquita. / Juan Carlos Vázquez

Vivir la Semana Santa con niños es volver a la infancia, a aquellas semanas santas de hace décadas en las que uno se peleaba por un caramelo o por un goterón más de cera en su bola. No había, o no tanto como ahora, estampitas, medallitas y demás cacharrería asociada que ahora reparten los nazarenos, y que algunos de los pequeños guardan como un tesoro cuando las consiguen. Pero bienvenidas sean en estos tiempos modernos. La sonrisa de un niño cuando muestra su bola de cera y su colección de estampas no tiene precio y con ella está pagado todo el esfuerzo que supone para unos padres echarse a la calle a ver pasos.

Porque, que nadie se engañe, en ocasiones puede llegar a ser desesperante. Se hartará uno de escuchar preguntas del tipo cuánto falta para que llegue el paso o si está muy lejos la calle a la que vamos, y no faltarán los tengo sed, tengo hambre, me aburro, estoy cansado, me dejas el móvil o quiero irme a jugar a la Nintendo, pero también habrá momentos de felicidad total y preguntas relacionadas con la Semana Santa, con su historia y sus tradiciones. Una de las más frecuentes en un Domingo de Ramos, por ejemplo, si se ve antes la Hiniesta que la Borriquita, será la de por qué antes estaba muerto y ahora va subido en una burra.

Pues allá cada uno con la respuesta, poco entenderán ellos acerca del orden de la Carrera Oficial y demás. Pero centrémonos en el espíritu de este reportaje, que no es otro que intentar dar unas recomendaciones sobre dónde ver cofradías con niños. Es evidente que lo más cómodo es evitar las aglomeraciones y las grandes bullas, porque un me hago pipí en mitad cuando uno está en primera fila en la Cuesta del Bacalao, por ejemplo, es difícil de gestionar. Los espacios abiertos y las grandes avenidas son siempre aliadas de los padres en esta semana.

Un niño juega en el parque infantil del Pumarejo mientras pasa el Cristo de la Buena Muerte. Un niño juega en el parque infantil del Pumarejo mientras pasa el Cristo de la Buena Muerte.

Un niño juega en el parque infantil del Pumarejo mientras pasa el Cristo de la Buena Muerte. / D. S.

El Domingo de Ramos es un día complicado. Aunque usted lo esté deseando porque le ha tocado sufrirlos años atrás, absténgase de meter el carro del bebé en las calles más estrechas del centro. La tradicional recomendación de la Paz por el Parque de María Luisa ha pasado a mejor vida, pues se ha masificado mucho en los últimos años. Quizás mejor una vez que salga del Parque, por Palos de la Frontera y la Avenida de Roma antes de llegar a la Puerta de Jerez. Ahí además se puede andar a buscar los pasos y no tener que esperar a pie parado todo el paso de la cofradía.

La Hiniesta se deja ver bien por la cara interna de la Muralla e incluso en la plaza del Pumarejo, donde el pequeño parque infantil puede servir para aliviar la espera, larga, sobre todo de los tramos del palio. San Roque por la Ronda tampoco es mala opción y las Setas suelen tener sitio suficiente para ver la Cena. Para ver la Borriquita hay que armarse de paciencia, pues su recorrido transcurre íntegro por zonas generalmente masificadas. Y, sobre todo, hay que tener en cuenta una cosa: no se puede ver todo. Y otra: una retirada a tiempo es una victoria. Cuando están cansados ya no hay quien los aguante.

El Lunes Santo tiene varias cofradías de barrio que atraviesan grandes avenidas. Es fácil ver el Polígono de San Pablo en cualquier punto de su recorrido antes de llegar al centro. La opción del Parque para Santa Genoveva es buena porque suele haber menos gente que el Domingo con la Paz, ya que no hay que olvidar que sigue siendo un día laborable. San Gonzalo puede verse bien por Triana (a evitar San Jacinto en la capilla de la Estrella) o Reyes Católicos.

Dos niños piden caramelos a un nazareno del Polígono de San Pablo. Dos niños piden caramelos a un nazareno del Polígono de San Pablo.

Dos niños piden caramelos a un nazareno del Polígono de San Pablo. / Eduardo Briones / EP

El Martes, el Cerro por Ramón y Cajal es una opción muy recomendable. Además, incluso para los mayores, da gusto ver andar los pasos. Si uno se echa al niño a hombros, puede andar al lado de ellos durante un tramo. San Benito sale este año antes y hay que estar rápido para pillarla antes de que se meta en el centro, aunque luego suele haber sitio para verla en las Setas. 

Para el Miércoles, la Sed por Eduardo Dato es una magnífica opción, al igual que el Carmen por la Alameda. Es un día que puede ser bueno para hacer una pequeña incursión por el centro (evitando siempre el Salvador y la calle Orfila) para ver algunas cofradías. Eso sí, tengan en cuenta que a los niños les suele llamar más la atención las cofradías con música que alguna más seria y que salga tarde.

El Jueves se puede ver Los Negritos o las Cigarreras a la salida y Los Caballos por las Setas. El paso de misterio es especialmente llamativo para los niños. Para la Madrugada es más recomendable pasar la noche en casa y salir temprano a ver alguna de las cofradías de vuelta. Cualquiera de ella es difícil, pero si se sale pronto hay más opciones de encontrar buen sitio antes de que se acerquen a sus templos, ya que las entradas están generalmente muy masificadas.

Un niño contempla el paso del Cristo de la Sed desde un balcón. Un niño contempla el paso del Cristo de la Sed desde un balcón.

Un niño contempla el paso del Cristo de la Sed desde un balcón. / Eduardo Briones / EP

La tarde del Viernes Santo se puede salir algo más tarde y ver de un tirón el Cachorro y la O por Reyes Católicos o San Pablo. Una cofradía que se ve muy bien con pequeños, pues tiene sólo un paso y pocos nazarenos, es la Soledad de San Buenaventura. El Sábado es más fácil, pues suele haber menos público y las cofradías no llevan tantos nazarenos ni tanto público. La Trinidad es la que puede llevar más gente y se ve bien por María Auxiladora. Y la Resurrección, a primera hora de la mañana del domingo, se puede ver con facilidad. Ya el último tramo del recorrido de vuelta es más complicado.

Nunca está de más llevar una mochilita con agua y algo de comer, porque los bares suelen estar repletos y los niños no tienen espera. Un jersey o abrigo por si nos sorprende la noche y la clásica toallita húmeda, porque mancharse se van a manchar. También algún juguete para las esperas. Lo ideal, sin duda, es llevar también algún amigo, con el que el tiempo pasará más rápido para todos. Que aún no haya cambiado la hora también ayudará, pues los cirios se encenderán antes, y antes podrán llenarse las bolas de cera.

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