El Palquillo

El poema a la Macarena en el pregón de Enrique Casellas: una seguidilla

La Macarena ya luce en su paso a la espera de una nueva Madrugada

La Macarena ya luce en su paso a la espera de una nueva Madrugada / Emilio Sáenz y José Antonio Criado

De entre los poemas con que Enrique Casellas trufó su Pregón de la Semana Santa de Sevilla este Domingo de Pasión, destacaron especialmente los dedicados a su cofradía de Los Gitanos y a su cofradía consorte de la Macarena, devoción que le llegó por la vía de su mujer, como confesó en la introducción del mismo.

El de la Virgen de la Esperanza es una seguidlla. Y no, no es una seguidilla de Manuel Torre en forma de saeta por seguiriya, de las que arremolinaban al gentío en el entorno de la Alameda de Hércules, cuando seguía siendo un jardín urbano. O de las que cantó el Niño Gloria a esta misma Virgen de la Esperanza en Las Siete Puertas.

Se trata de una seguidilla poética, sobre una base de estrofas de cuatro versos, o más, que concatena heptasílabos y pentasílabos, alternando rima libre o asonante. Enrique Casellas tuvo momentos que emocionaron a Sevilla, a la que termina cantando en un romance precioso que es una loa a esa obra colectiva de amor, tradición y solera que es la Semana Santa.

Los ojos oscuros de la Macarena

Aquí transcribimos esa preciosa seguidilla a la Macarena, que introduce hablando de sus ojos oscuros, detrás de los cuales se haya la esperanza para el que la necesita y la busque.

Dice Casellas que ve en esos ojos oscuros a la misma Sevilla. "La Esperanza tiene los ojos oscuros, no podía ser de otra manera, tras lo oscuro esperamos encontrar la claridad. Por más que vivamos sentenciados ante las adversidades, detrás de cada suceso, que nos ata las manos y nos lleva como reos hacia nuestro destino, siempre está la Esperanza".

Y continúa, para introducir su seguidilla: "Sevilla es una mocita de ojos grandes que responde cuando le dicen Macarena".

Seguidilla a la Macarena

¿Has visto aquella guardia

de pluma y lanza?

Esos son los guardianes

de la Esperanza.

·

Temple y arrojo.

Con escudo y coraza

guardan sus ojos,

su tocado de blondas,

sus mariquillas,

su asimétrico llanto.

¡Viva Sevilla!

·

Lleva en sus manos

todas las ilusiones

de esos romanos.

·

Desfilan con un toque

de torería,

un cuartito de gracia

y altanería,

mas su obediencia

se la deben al Cristo

de la Sentencia.

·

Hoy les digo a los hijos

de mis entrañas

que el cristal de esos ojos

nunca se empaña.

Tez cristalina

que reparte Esperanza

por las esquinas.

·

Sevilla es el revuelo,

la Resolana,

el disgusto de Claudia,

la palangana,

·

las décimas de Caro

y el pentagrama

de León y Quiroga,

Salve de Juana.

·

Los donantes de flores

que la engalanan,

El Pali que les canta

por sevillanas.

·

La tarde sumergida

por La Barqueta,

la noche más escrita

por los poetas.

·

El Padre Cué, la

niña de la ventana

y España en un suspiro

que es oro y grana.

·

La gracia del Pelao

y de García

y Martelo vendiendo

la lotería.

·

Las saetas de Marta

y de Pastora,

su eterna calle Parras,

antes y ahora.

·

Calle donde el recuerdo

se me apuntala

y el carbón de sus ojos

nos lo regala.

·

El paso del Sentencia

se quedó quieto.

Ya está el pescao vendío

de los Loreto.

·

Sevilla en el merino

y en las veredas

oscuras de los Torre

por la Alameda.

·

Sevilla en las cornetas,

en los costeros,

en la malla del manto

camaronero.

·

En el atrio y el arco.

Cuando se asoma

en el oro fundido

de su corona.

·

En la estampa que encuentras

por los bolsillos

o en latas que guardaron

carne membrillo.

·

Metida entre las ropas

de las camillas

o guardando los sueños

en las mesillas.

·

Levantando retablos

donde más duele

o amparando al enfermo;

que Ella los vele.

·

Sevilla en los sudores

de los costales,

en el vaivén medido

de sus varales.

·

Sevilla es más Sevilla

donde Ella vaya

pues levanta amoríos

como murallas.

·

Sevilla, tu futuro,

tu remembranza…

pasan por los caminos

de la Esperanza.

·

Dictaron tu sentencia

y no hay razones

que te ofrezcan enmiendas

ni alegaciones.

Cumples condena,

pues te apresó en sus ojos

La Macarena.

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