La Amargura, vestida de luto con el terno inspirado en el de Elisa Rivera de 1894
La cofradía de San Juan de la Palma ha querido recrear una estampa decimonónica con las piezas confeccionadas recientemente
Ambas piezas, saya y manto, conforman un terno a juego
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Ante la inminente llegada del Día de los Fieles Difuntos, las vírgenes de nuestra ciudad se visten de luto en señal de respeto y recuerdo. Por las redes sociales y en los círculos cofradieros circulan y se comentan los diferentes ternos de nuestras imágenes, que se visten para la ocasión y así permanecen hasta los días cercanos a la Inmaculada. Entre las diferentes vestimentas ha sido muy compartida la de La Amargura, cuya junta de gobierno ha querido recrear una estampa ya desaparecida.
La dolorosa de San Juan de la Palma se presenta tal y como la conocieron los cofrades a finales del siglo XIX. En concreto, la imagen porta terno morado, bordado por el taller de Santa Bárbara. Las piezas (saya de 2020 y manto de 2022) se inspiran en los bordados diseñados por Joaquín Díaz y confeccionados por Elisa Rivera, unas obras textiles extraordinarias que formaron parte del ajuar de la Virgen en su día y que eran, presumiblemente, de color negro.
El manto actual (solo de vistas) reproduce parcialmente en el que estrenó la cofradía en el año 1890, diseñado como decimos por Joaquín Díaz, una prenda que sufrió daños durante aquel incendio acaecido en la Plaza de San Francisco durante la estación de penitencia. Manto que fue restaurado por la propia Elisa Rivera y que, años después, ya en el siglo XX, se vendería a la hermandad del Amor, que asimismo lo traspasaría a la Virgen del Pasmo de Bollullos Par del Condado. Aquel primitivo manto se encuentra en el IAPH, en pleno proceso de restauración para recuperar todo su esplendor original. Tras aquel manto de Joaquín Díaz, la Virgen estrenó el primer manto (el azul) del taller de Ojeda, que se custodia en la actualidad en la hermandad de los Judíos de Jerez de la Frontera.
Por su parte, la saya se estrenó cuatro años después del manto, en 1894, siendo confeccionada por Elisa Rivera. El soporte de la pieza sufrió varias modificaciones cromáticas a lo largo de su historia, desde blanco hasta un color guinda. Aunque hoy día se conserva en las dependencias patrimoniales, los bordados se encuentran en un estado casi insalvable, por lo que la corporación decidió efectuar una réplica que es la que porta ahora la Virgen y que, como apunte, lució durante la pasada procesión general del Santo Entierro Grande.
Una estampa que nos traslada a épocas pasadas, donde predominaba un estilismo muy marcado, y en la que se puede adivinar aquella Amargura inmediatamente anterior a la revolución estética de Juan Manuel.
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