El Palquillo

Broche a una Semana Santa plena con un Santo Entierro Grande lleno de detalles

El Santo Entierro Grande al completo / Antonio Pizarro

MONTAÑÉS, Mesa, Gijón, Roldán, Ocampo, la Roldana, Bilbao, Castillo... Rodríguez Ojeda, Cayetano González, Farfán, Guzmán Bejarano... pocas veces se tiene la oportunidad de admirar un cortejo con tanta belleza y salido de las manos de primeras figuras del arte sacro universal, que como todo el mundo sabe, ¿verdad, Paquili?, tiene su sede en Sevilla. Y en esta ciudad se ha vuelto a vivir 19 años después una nueva edición del Santo Entierro Grande, la Procesión General del Santo Entierro, un ejercicio de fe en la calle. Un instrumento de evangelización. Un catecismo andante. Y la ciudad se puso a rebosar de fieles y devotos ávidos de ver los 15 pasos que han formado parte de este magno cortejo junto a los tres propios del Santo Entierro. Pese a la complejidad de la organización de la jornada, todo se ha desarrollado con normalidad y deparando estampas y momentos para el recuerdo.

Era fácil discernir quiénes habían llegado de más allá de los límites de la ciudad. Mochilas al hombro y apostados en los principales lugares por donde iban a pasar los cortejos. El hecho de que finalmente la procesión no contara con un punto neurálgico de reunión para ordenarse y encaminarse hacia la carrera oficial, deparó que las grandes concentraciones de personas se produjeran en aquellos lugares por los que estaba anunciado el paso de más de una corporación. Así sucedió desde el Altozano a la calle Rioja. En San Pablo se vivió una segunda Campana, una "Campana para el pueblo", según advertía la Agrupación Musical Virgen de los Reyes en su cuenta de Twitter. El misterio del Soberano Poder se gustó con este nuevo acompañamiento que no desentonó en absoluto. La sevillanía es lo que tiene. Así sucedió también en el Santo Entierro Gran de 1992 entre la entonces banda de Jesús Despojado y el misterio de los Panaderos.

Uno de los alicientes del día era ver, precisamente, cómo mezclaban los novedosos acompañamientos musicales. Un diez para Arahal en Montesión. Es una verdadera lástima que sólo se pueda escuchar a esta banda tras el Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta. Fue extraño no ver el plumeterío de los armaos tras el Señor de la Sentencia. Pese al rumor, y puede que el verdadero anhelo de los priostes, el Señor realizó su salida en la misma disposición de siempre. Las únicas novedades con respecto a la Madrugada fueron la túnica del Señor y las flores.

En lo musical, el otro plato fuerte fue el que ofreció el Cachorro a los sones de una banda de música. Uno de los momentos más destacados fue el vivido en la Plaza del Museo, bello recorrido para llegar a la Campana, donde se encontraron los dos Cristos de la Expiración: el del Museo y el de Triana. Frente a frente. En la capilla del Museo se vivió una imagen que ya se pudo ver en 1915, como contaban en la cofradía del Lunes Santo, cuando el Cachorro tuvo que buscar cobijo por lluvia. Nos gusta a rabiar el Cachorro con potencias y corona de espinas. Y el Señor de Pasión con la túnica bordada. Como escribíamos con el Gran Poder, esta debería ser la norma, no la excepción. La cofradía perfecta la formaron el Nazareno de Montañés y la Virgen de San Juan de la Palma. Bellísimas las imágenes que se pudieron ver en todo el recorrido, sobre todo en las calles más angostas, como Francos, o en la bajada hacia el Salvador.

También ofrecieron una imagen distinta en esta procesión los titulares de Montesión, el Beso de Judas, la Paz, San Gonzalo o las Tres Caídas. También llamó poderosamente la atención el misterio de la Conversión del Buen Ladrón de Montserrat. Muchas personas descubrieron a un Cristo que es una obra capital de la Semana Santa y un paso que es una joya. Espectacular la aportación de los ángeles recuperados, aunque sea temporalmente, de los ángeles de la Roldana que en su día fueron vendidos a una cofradía egabrense.

El inicio del cortejo magno en la carrera oficial se produjo con varios minutos de antelación. Este hecho puede explicarse por la menor presencia de nazarenos en los cortejos de las hermandades del Sábado Santo. Al menos se percibió que pasaron con mayor celeridad. Este adelanto deparó que se produjeran algunos cortes entre unos pasos y otros, y que algunos llegaran con una presunta tardanza, aunque nada más lejos de la realidad, iban cumpliendo sus horarios con escrupulosidad.

Hay que reconocer el trabajo desarrollado llevado a cabo por el Consejo, el Ayuntamiento y la hermandad para que todo se desarrollara como estaba previsto. De ello advertía un delegado de día antes del inicio de las procesiones y se mostraba razonablemente contento con el desarrollo del resto de los días.

El Santo Entierro de 2023 ha abierto el debate sobre si es conveniente abrir su organización para que lo puedan ver las personas que no gocen de sillas en la carrera oficial. Sin duda se deberá trabajar en ello cuando vuelva la ocasión. El melón que no se debe abrir es el de optar por una procesión magna fuera de la Semana Santa en lugar de esta procesión general. Cuando cada vez se le da más valor a lo autóctono, a lo original, no hay que recordar que en Sevilla, considerada la madre y maestra, se celebra esta procesión desde 1850 para conmemorar los acontecimientos más importantes. Sí, ha habido magnas, y muy simbólicas, en momentos muy especiales, pero nunca a costa de suprimir el Santo Entierro Grande. La Semana Santa de Sevilla no necesita de procesiones magnas cogidas con alfileres para promocionarse turísticamente. Mantengamos nuestra idiosincrasia.

Llegada la noche y finalizado el cortejo en la carrera oficial, cada uno de los pasos se encaminó a sus templos. La masa inundó la zona de la Alfalfa, el Baratillo o la salida de la Catedral. Lo de Triana fue punto y aparte, incorporándose el Cachorro tras el Cristo de las Tres Caídas.

El balance de este Sábado Santo para el recuerdo no puede ser más que positivo. Por la actitud y el ejemplo de las hermandades. Por la organización y porque no se produjeron incidentes de gravedad.

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