Tradiciones

¿Por qué se toca el clarín de Santa Marta en La Algaba?

Clarín extraordinario del pasado noviembre con motivo de la concesión de la llave de La Algaaba a Santa Marta.

Una seña de identidad. Melodía de siglos en el pueblo ribereño de La Algaba. Se instauró en 1649 y desde entonces, cada 28 y 29 de julio, se interpreta desde lo alto de la parroquia del municipio para recordar a todos los vecinos que llega el día de su patrona, Santa Marta, la que salvó a la localidad en dos ocasiones del azote de la peste y la que ha aliviado los envites de la pandemia del Covid. 

Es el clarín de Santa Marta. Una de las tradiciones que más ha resistido el paso del tiempo en la provincia de Sevilla. Una cita para los vecinos de La Algaba y una forma de honrar a su patrona, que celebra estos días los cultos anuales con novena, función y procesión. 

Se trata de un toque de corneta muy particular, cuya melodía se ha mantenido durante siglos y ha pasado de generación en generación. Se interpreta cada 28 y 29 de julio, víspera y festividad de Santa Marta. Se puede escuchar a las 12:00, 15:00 y 21:00 de estos días. 

Epifanía de verano

El clarín suena por cada cara del campanario de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves -templo principal del municipio- correspondientes a los puntos cardinales del pueblo: norte, este, sur y oeste. Luego, se produce el estallido de un cohete. Por cada interpretación, se lanzan multitud de golosinas, a modo de Reyes Magos en pleno verano. Epifanía con el termómetro por todo lo alto. 

A la cita acuden numerosos niños que colmatan la Plaza de España (enclave principal del pueblo) y sus alrededores. Pero también lo hacen jóvenes y personas mayores que reviven cada año esta tradición. Una forma legendaria de recordar el día de la patrona. 

Para que nunca se olvide

Cuentan en el municipio (mitad leyenda, mitad historia) que el origen del clarín se remonta a 1649. Aquel año el pueblo padeció el azote de la peste que tantas vidas se había cobrado en la capital hispalense. Era la segunda vez que La Algaba se encomendaba a Santa Marta en aquella centuria. La primera vez fue en 1600, cuando la nombraron patrona a través de una especie de sorteo en el que su nombre salió dos veces de una tinaja por las manos inocentes de unos niños. La epidemia logró detenerse.

La mediación de la fiel amiga de Jesús -tan afanada en las labores domésticas (entonces el reparto de las tareas del hogar quedaba muy lejos de la igualdad de género)- cayó en el olvido. Casi medio siglo después, los algabeños volvieron a pedir su protección ante un nuevo brote mortal de peste. Para que la falta de memoria no se convirtiera en tónica, se instauró el clarín, por el que desde entonces se recuerda a los vecinos el día de su patrona, a la que de nuevo se ha encomendado La Algaba en años recientes, a raíz de la pandemia del Covid.  

Un clarín que sonó de forma extraordinaria el pasado mes de noviembre, cuando el Ayuntamiento de la localidad le concedió la llave del pueblo a la imagen que representa a esta santa de Betania (con el famoso dragón conocido como La Tarasca, al que logró domesticar en la región francesa de la Provenza). Una talla de gran valor artístico que saldrá en procesión tras el último toque de clarín, el sábado 29 de julio a las 21:00. 

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