Cada vez es más recurrente entre los cofrades tratar, en los debates y en las tertulias, el estado actual de los repertorios musicales en los pasos de palio. Y, generalmente, se alcanza la misma conclusión: no atraviesan sus mejores momentos. Composiciones programadas en según qué puntos "álgidos", repeticiones subjetivas que no dan lugar a otras piezas excepcionales que quedan relegadas al olvido y al cajón, e incluso la supresión de clásicos absolutos de nuestra Semana Santa que son sustituidos por otras composiciones de dudoso recorrido temporal. Las hermandades, por supuesto, son soberanas a la hora de trazar los repertorios que consideren necesarios, para ello contratan unos servicios; pero la labor educativa es esencial para potenciar, más aún, el amplio acervo musical del que dispone la Semana Santa. 

Ayer conocíamos la felicísima noticia de que la Banda de la Cruz Roja, en un momento pujante, incluía en su repertorio una marcha sorprendentemente conocida por muchos pero que apenas se han interpretado en la calle: Después de la Madrugá, del compositor David Hurtado y fechada en 1995. La marcha está dedicada a la Hermandad del Cachorro, y desconocemos si alguna vez se ha interpretado tras la Virgen del Patrocinio. Se trata de una composición que, salvando las distancias, se asemeja a Soleá, dame la mano y a ese estilo de composiciones de marcado carácter andaluz y en el que están muy presentes diversos palos puros del flamenco, como las rondeñas, los fandangos o que nos inspiran los cantes campesinos. Una obra que tan solo ha sido grabada en una ocasión por la Banda Municipal y que recupera la Cruz Roja para la Semana Santa de Sevilla. 

La Virgen del Patrocinio en la noche del Viernes Santo

Apena que este tipo de marchas estén presentes en nuestros repertorios particulares pero que después no tengan presencia y recorrido en las calles. Pienso que las redes sociales pueden asumir, dentro de un carácter siempre constructivo, un espacio de crítica y reclamación para que por fin se establezcan repertorios buenos, elegantes, adaptados a todo tipo de paso de palio pero sin asomarnos al vacío de lo comercial y lo puramente efectista. Para esto último también hay lugar, por supuesto. Pero la excelencia está en estos pequeños detalles. En el palio de San Roque por Caballerizas, en el de Refugio por Santa Cruz, en el de Montesión por Santa Ángela... O detrás del Cachorro, en la calle Castilla.