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El año en que la primera venia se hizo de rogar

  • Martes Santo de 2003. La Hermandad de la Bofetá fue la primera que consiguió completar su estación de penitencia tras una Semana Santa que comenzó pasada por agua

El paso de misterio de la Bofetá discurriendo por la Campana el Martes Santo de 2003.

El paso de misterio de la Bofetá discurriendo por la Campana el Martes Santo de 2003. / Antonio Pizarro

LA Semana Santa de 2003 estuvo marcada por el mal tiempo en sus primeros días. Las únicas hermandades que salieron, aunque tuvieron que refugiase al sorprenderles la lluvia, fueron la Paz el Domingo de Ramos, que se quedó en la Catedral y volvió el Domingo de Resurrección al Porvenir; y el Lunes Santo Santa Genoveva, que volvió de manera apresurada a su barrio tras resguardarse en la Universidad; y el Beso de Judas, que tuvo que desandar sus pasos cuando le sorprendió la lluvia mientras salía de Santiago. Otras 25 hermandades se quedaron en sus templos.

Así se llegó al Martes Santo, una jornada que también comenzó con lluvias sobre Sevilla, por lo que las hermandades fueron anunciando que suspendían sus estación de penitencia. A medida que iba avanzando la tarde se anunciaba una mejoría del tiempo, un hecho que abría la puerta a la esperanza a que la Bofetá, con un hora de salida fijada a las 20:30, pudiera realizar su estación de penitencia.

La junta de gobierno, presidida por Jesús Enrique Rodríguez Gálvez, recibió en cabildo de oficiales unos partes muy positivos. Uno de ellos, del meteorólogo José Antonio Maldonado, nacido en San Lorenzo, que dio bastante seguridad a la hermandad. A las 21:15, la cofradía empezó a organizarse. Y poco antes de las 21:30, se abrían las puertas de San Lorenzo, respondiendo la muchedumbre congregada con una sonora ovación.

El presidente del Consejo concede la venia a la hermandad. El presidente del Consejo concede la venia a la hermandad.

El presidente del Consejo concede la venia a la hermandad. / Antonio Pizarro

Minutos antes, el Cecop había hecho un llamamiento a través de los medios de comunicación para que no se encamina más público a la zona por la gran masificación. El paso de la Virgen del Dulce Nombre pasó bajo el dintel a las diez en punto de la noche.Para recuperar algo de tiempo e ir por recorrido más amplio y directo, la cofradía cogió por las calles Conde de Barajas, Trajano y Plaza del Duque. A las 22:30 la primera cruz de guía conseguía abrir, tres días después, los desfiles penitenciales de la Semana Santa del año 2003.

Los aplausos a la cruz de guía dieron paso a un emocionante silencio en la Campana cuando el diputado mayor de gobierno, Mario Luis Madruga Diego, se dirigió al palquillo del Consejo de Cofradías para pedir la primera venia de este año, que fue concedida por su presidente, Manuel Román Silva. En la Campana se vivió uno de los momentos más emotivos de la jornada. Al levantarse el paso de palio tras la parada en el palquillo, el periodista y cantaor, José Luis Montoya, interpretó una saeta cuya letra no pudo ser más atinada: “Quién te iba a decir, Madre mía/ hoy mismo por la mañana/ que ibas a ser la primera/ en pasar por la Campana/ en esta noche de primavera”.

El palio de la Virgen del Dulce Nombre tras salir de San Lorenzo. El palio de la Virgen del Dulce Nombre tras salir de San Lorenzo.

El palio de la Virgen del Dulce Nombre tras salir de San Lorenzo. / José Ángel García

Al término de la saeta, la banda de música de las Cigarreras interpretó tres de las marchas dedicadas a la Dolorosa: María Santísima del Dulce Nombre, de Luis Lerate, Virgen del Dulce Nombre y Al cielo con Ella, estas dos últimas de Pedro Morales. Los capataces dedicaron las levantás de ambos pasos a todas las hermandades que no habían podido realizar la estación de penitencia.

A la llegada a la Plaza de San Francisco estaba esperando el arzobispo, monseñor Amigo Vallejo, que presidió y acompañó a la hermandad hasta la salida de la Catedral, siendo la primera cofradía que finalizaba, ya bien entrada la Semana Santa, su estación de penitencia.

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