La necesidad de una mayor formación
Tribuna de Opinión
"La Macarena o la Esperanza de Triana tienen una nómina de hermanos que supera la población de 49 municipios de la provincia"
Corría el año 1989, siendo arzobispo de Sevilla don Carlos Amigo Vallejo cuando se creó el Colegio de Directores Espirituales. Y a día de hoy poco o nada se sabe del rumbo de este órgano diocesano que entre otras muchas cosas tenía la obligación de dictaminar sobre cuantos asuntos se refiere a la celebración de cultos extraordinarios no previstos en las reglas de las hermandades o proponer a la autoridad eclesiástica la publicación de orientaciones y directrices para promover y cuidar el espíritu cristiano de las manifestaciones públicas de las hermandades y cofradías
En enero de 2019 el actual arzobispo, don Jose Ángel Saiz Meneses, reunió a los directores espirituales de las hermandades. La reunión tenía como objetivo recordar la principal función de los directores de las corporaciones según las Normas Diocesanas (artículo 39): “los directores espirituales forman una comisión que, integrada en la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, animará pastoralmente la vida espiritual y litúrgica de estas instituciones".
Treinta años, entre una y otra cita, que nos hacen preguntarnos si en el seno de nuestras hermandades se ha mejorado en el nivel, no solo de la capacitación de los miembros de las juntas de gobierno, sino en la formación de los hermanos. Tenemos hermandades como la Macarena o la Esperanza de Triana con una nómina de hermanos que supera en cada caso la población de 49 municipios de la provincia de Sevilla, es decir, casi la mitad de los 106 que la configuran.
Creo que es buen momento para que desde la Archidiócesis se dé un paso firme y valiente para aumentar el nivel de formación de todos los que forman una hermandad. Desde el hermano mayor al último de los hermanos que juraron las reglas. De no ser así, próximamente nos podremos encontrar con mesas electorales en alguna cofradía donde todos los miembros son divorciados y esto, evidentemente, va contra las propias normas diocesanas. Por lo que no creo que el Arzobispado deba mirar a otro lado. Y la referencia que hago a alguna mesa electoral en concreto no es solo un ejemplo, sino un asunto real del que de forma oficiosa tiene conocimiento la Archidócesis, pero no ha actuado. Hace falta invertir tiempo en formación.
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