La voz de la experiencia

Aquel niño que vino de Cádiz

  • Lo primero que vio de la Semana Santa fue al Cristo de la Fundación bajo un chaparrón

  • El Silencio le cautivó y la Soledad le atrapó

  • Dio un giro a la información de las cofradías y a los programas de mano

José Joaquín León en la Plaza de San Lorenzo con la parroquia y la Basílica del Gran Poder a su espalda.

José Joaquín León en la Plaza de San Lorenzo con la parroquia y la Basílica del Gran Poder a su espalda. / Juan Carlos Vázquez

Se aficionó por la Semana Santa de Sevilla en su Cádiz natal. Un compañero de pupitre del Colegio San Felipe Neri era sevillano. De la Puerta de Carmona y nazareno de San Esteban. José Joaquín León tenía 10 años. Hasta ese momento había disfrutado de las cofradías gaditanas. Su padre era secretario de las Angustias (Caminito), la primera hermandad en la que salió. Ese mismo año se compró en Cádiz el Abc de Sevilla y se empapó de las páginas de Semana Santa. Al año siguiente, su amigo de clase lo invitó a Sevilla a pasar el Jueves Santo y la Madrugada. "Lo primero que vi fue al Cristo de la Fundación cayéndole un chaparrón".

Aunque la primera imagen que se llevara no fuera idílica, la Semana Santa de Sevilla, sus hermandades e imágenes, ya habían atrapado a aquel niño que llegó de Cádiz. Desde ese momento, empezó a acudir todos los años. Desde 1975 no se ha perdido ninguna Semana Santa y las ha disfrutado con sumo detalle. Los primeros años acudía con la familia, luego con la novia (ahora su mujer). "Alquilábamos sillas en la Campana o Sierpes el mismo día por la mañana. No había problemas". Viviendo ya en Sevilla, a principios de los años 80, se hizo hermano de San Isidoro, donde salió con cruz. Poco después se apuntó al Silencio, "que me cautivó como Madre y Maestra". En 1988, se inscribió en la nómina de la Soledad de san Lorenzo: "Llegué por devoción a la Virgen, que me llevó a vivencias muy profundas en el Vía Crucis de las Cofradías de ese año. Creo que marcó un antes y un después para la Soledad". Dos personas también tuvieron mucho que ver a la hora de que se hiciera hermano. Manuel Rodríguez, "que para mí es un referente"; y Ramón Pineda, "que era un fenómeno". De la hermandad le atrajo, sobre todo, la vida familiar y la amistad que imperaba. En los últimos 30 años ha salido de nazareno en el Silencio y la Soledad. Este año lo hará con cirio en el último tramo de la Virgen de la Concepción y con una vara en la presidencia de la Soledad, como teniente de hermano mayor que es desde junio de 2017.

Su trabajo como periodista, actualmente es consejero editorial del Grupo Joly, le sirvió para conocer y aprender de cofrades ilustres, como Luis Rodríguez-Caso o Juan Carrero, Antonio Ríos, quien le acercó al Señor del Gran Poder, o Luis Álvarez Duarte, cuya biografía escribió en el libro El niño imaginero. "En las cofradías siempre hay que aprender. Lo peor es creer que sabes". En el año 1978 comenzó a trabajar en Abc de Sevilla. Durante los primeros años se pedía vacaciones en Semana Santa, pero cuando Fernando Gelán, que escribía a diario de Cofradías, se marchó a El Correo de Andalucía, Antonio Burgos le propuso que se ocupara de coordinar la sección. Así empezó a escribir su artículo La Campana todas las semanas en noviembre de 1984. "Hasta que yo empecé con La Campana los domingos, nadie escribía artículos de opinión sobre las hermandades todas las semanas del año". Esta columna se sigue publicando cada domingo de cuaresma en Diario de Sevilla.

En Abc se ocupó de hacer el Programa de Semana Santa, renovándolo y actualizándolo por completo. "Los relojes cofradieros los había popularizado Filiberto Mira, que los hacía para Abc y el librito del programa que se editaba en El Correo. Aparte de continuar con la hoja de los horarios e itinerarios, le incorporé un cuadernillo central más amplio, aumentando lo datos". También hizo un programa para el Corpus y publicaba información detallada de la Glorias. "No sé si fue casualidad, pero coincidió con los años del boom de la Semana Santa. A veces pienso que he contribuido a masificarla, porque divulgamos muchos detalles que sólo conocían los más capillitas. Un año escribí sobre San Roque por Caballerizas, que entonces la veían pocas personas. Al año siguiente estaba la calle abarrotada". Otra de sus aportaciones en los años 90 es que convirtieron las páginas de cuaresma en libros coleccionables con trabajos de expertos como Juan Carrero y Jesús Palomero, junto a fotos de Salazar-Bajuelo, Martín Cartaya o Gabriel Pou.

Su columna 'La Campana' se empezó a publicar todas las semanas en 1984

Cuando en 1999 se incorporó como director del Diario de Cádiz y de Publicaciones del Grupo Joly coordinó y elaboró los textos y horarios del primer programa de Diario de Sevilla que perfeccionaba y modernizaba lo que se publicaba hasta entonces. "Pienso que marcó otra etapa y contribuyó a darle mucho crédito a la información de Semana Santa en un diario que era nuevo, pero que incorporó a Carlos Colón, que era un referente como articulista, y a Carlos Navarro Antolín, que muy pronto consolidó El Fiscal". Actualmente sigue elaborando los horarios e itinerarios de El Programa de Diario de Sevilla, "aunque ya por afición y por mantener una tradición personal de hace más de 30 años".

Ha vivido en primera persona la evolución de la Semana Santa durante los últimos 40 años. "La de ahora no es ni mejor ni peor, sino diferente". Sí constata que ahora falta espontaneidad y sencillez y sobra planificación y burocracia. "En algunos aspectos ha mejorado y en otros ha empeorado. La nostalgia está muy idealizada en Sevilla. Se tiende a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor". La incorporación de los jóvenes a los cargos de responsabilidad durante los años de la Transición fue el germen del crecimiento experimentado, sobre todo, a finales y de los 80 y principios de los 90. "En ello influyeron varias cosas. El papel de los medios de comunicación, que informaron más que nunca; el ambiente festivo de la Expo con los actos extraordinarios, la proliferación de las salidas fuera de temporada, e incluso que hubo tres Semanas Santas seguidas en las que no llovió (del 91 al 93).

Es el niño de Cádiz que soñó con la Semana Santa de Sevilla, que se hizo del Silencio y fue atrapado por la Soledad en el Vía Crucis de 1988, el que dio una vuelta de tuerca a la información cofradiera y actualizó los programas de mano que todos llevaban en los bolsillos para no perderse un detalle.

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