Francisco y las hermandades

Es el momento de resumir las ideas más importantes sobre la importancia que concedía a la piedad popular y las hermandades en la vida de la Iglesia y las indicaciones que dio sobre estos temas

Mater Dolorosa

Capilla ardiente del papa Francisco en la basílica de San Pedro.
Capilla ardiente del papa Francisco en la basílica de San Pedro. / EFE

24 de abril 2025 - 10:27

Estos días los medios están volcados en glosar la figura del papa Francisco. Una personalidad tan acusada como la suya da mucho juego para opinar sobre su vida y su obra. Como siempre cada uno lo hará desde su perspectiva, aunque en verdad sólo se le puede entender completamente desde la perspectiva de la Fe y desde el cariño al representante de Cristo en la Tierra, iluminado por el Espíritu Santo desde su elección.

Creo que es el momento de resumir las ideas más importantes sobre la importancia que concedía a la piedad popular y las hermandades en la vida de la Iglesia y las indicaciones que dió sobre estos temas. Estas ideas se recogen principalmente en tres documentos que intentamos resumir en sus notas esenciales.

El primero de ellos es la homilía de la misa celebrada con ocasión de la Jornada Mundial de las Cofradías y la Piedad Popular (5 mayo 2013), en la que la que indicaba cuáles habían de ser las notas diferenciales de las hermandades para cumplir su misión:

La Evangelicidad. “Amar a Dios, les exhortaba, caminad con decisión hacia la santidad. No os conforméis con una vida cristiana mediocre, sino que vuestra pertenencia a una hermandad sea un estímulo, ante todo para vosotros, para amar más a Jesucristo”.

La eclesialidad. “La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana, aire fresco”.

La misionariedad. “Es necesario mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través de la piedad popular”. “Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios. Sed misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, nos espera siempre y nos ama tanto”.

En noviembre de 2013, a los pocos meses pocos de su elección como Papa, Francisco publicó la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, algo así como su declaración de intenciones o su programa de trabajo. Uno de sus epígrafes está dedicado a La fuerza evangelizadora de la piedad popular, en el que expone que “en las hermandades y cofradías se manifiesta la importancia la piedad popular, verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios, una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal” (n.122).

“En ellas puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo. Aunque en algún tiempo la religiosidad popular fue mirada con desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las décadas posteriores al Concilio” (n.123), “por eso puede afirmarse que es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros” (n.124).

“La piedad popular, y con ella las hermandades, son la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo” (n.125), “en ella subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar, sería desconocer la obra del Espíritu Santo” (n.126).

Todavía diez años más tarde (16 enero 2023) en el Discurso a la Confederación de Cofradías de las diócesis de Italia concretó a las hermandades y cofradías tres objetivos clave para cumplir su misión:

Seguir los pasos de Cristo: Animando a las hermandades a “cultivar la centralidad de Cristo en la vida de los cofrades” y “procurando que las tradiciones devocionales estén animadas por una intensa vida espiritual, con fervor, y del compromiso concreto de la caridad”.

Caminar juntos: “La historia de las Cofradías ofrece a la Iglesia una experiencia secular de sinodalidad, a través de un contacto vivo con la Iglesia local, con los Obispos y con las Diócesis”, por eso animaba a las hermandades a que “sus consejos y reuniones (los cabildos) nunca se reduzcan a reuniones puramente administrativas o particularistas; sean siempre y sobre todo lugares de escucha de Dios y de la Iglesia, Sólo así podrán ayudaros a ser realidades vivas y a encontrar nuevos caminos de servicio y de evangelización”.

Anunciar el Evangelio: En concreto, “dar testimonio de vuestra fe cuidando de vuestros hermanos y hermanas, especialmente de las nuevas pobrezas de nuestro tiempo, como habéis demostrado muchos de vosotros”.

Por supuesto que en sus escritos, discursos, escritos y encíclicas hay muchas más ideas aplicables a las asociaciones públicas de fieles, prácticamente en todos; pero este es, de modo muy resumido el legado que Francisco ha querido dejar a las hermandades. Merece la pena leerlo, asimilarlo y trasladarlo a nuestras hermandades.

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