El Palquillo

¿Quién fue Teresa Enríquez, apodada "la loca del Sacramento"?

Cuenta con una plaza en su honor a espaldas de la parroquia de San Vicente

Cuenta con una plaza en su honor a espaldas de la parroquia de San Vicente

Ante las corrientes heréticas que circulaban por Europa en la Alta Edad Media y que dudaban de la presencia cierta de Cristo en el instante supremo de la consagración del pan y del vino, la Iglesia necesitaba una reconducción de su mensaje y promover la cercanía y fidelidad de los fieles. En el siglo XII, allá por los territorios de Flandes, se alza de manera incontestable la figura de Santa Juliana de Cornillón, religiosa y mística agustina que ingresó en un convento-leprosario junto a su hermana tras perder a sus padres con tan solo cinco años. 

Las visiones de Santa Juliana de Lieja Las visiones de Santa Juliana de Lieja

Las visiones de Santa Juliana de Lieja

Desde entonces, y educada en una vida espiritual muy intensa, su fe se acrecentó de manera reseñable. Cuando cumplió los dieciséis años, y plenamente convencida de su veneración inquebrantable a la Eucaristía, tuvo una visión que se repetiría toda su vida. En sus meditaciones y rezos al Sacramento, Santa Juliana observaba que la luna llena quedaba dividida diametralmente por una franja oscura, una línea opaca que ella interpretó como la ausencia de un culto litúrgico dedicado expresamente a su Divina Majestad. 

Cinco años después de su fallecimiento, en 1263, se materializa lo que conocemos como el milagro de Bolsena: un sacerdote, dudoso de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, se percató que en el instante preciso de la consagración varias gotas de sangre manaron de la hostia. Fue el impulso definitivo para que Urbano IV estableciera la Festividad del Corpus Christi en todo el orbe católico. 

El caso de Teresa Enríquez 

Los restos de Teresa Enríquez expuestos en 1926 Los restos de Teresa Enríquez expuestos en 1926

Los restos de Teresa Enríquez expuestos en 1926

Rápidamente, la devoción sacramental se propagó por toda Europa, incluida por supuesto España. Casi un siglo después de la instauración oficial del Corpus Christi en la liturgia católica, aparece una figura trascendental: Teresa Enríquez de Alvarado, que nació en Medina de Rioseco en 1450. Fue una dama de la nobleza castellana, famosa por su religiosidad y su dedicación a las obras de caridad. Devota del Santísimo Sacramento, se dedicó a su exaltación durante los años de retiro en Torrijos, Toledo, donde funda la primera hermandad sacramental de toda España. Además, fue tía de otros santos como San Francisco de Borja o San Juan de Ribera. 

Visitó Córdoba y Sevilla, y fue en la capital de Andalucía donde alcanzaron notables éxitos sus intenciones. Fundó, en torno a 1511, la primera hermandad sacramental de la ciudad, la del Sagrario, e impulsó la creación de otras tantas en diferentes feligresías, como el Salvador, San Isidoro o San Lorenzo, que hoy día se mantienen con vida, bien fusionadas o bien manteniendo su carácter puro. Este fervor desmedido por la adoración eucarística le valió el sobrenombre, no sabemos si burlonamente o no, de La loca del sacramento, o Embriagada de la vid celestial. Indudablemente, fue apóstol decidido del culto a Dios Sacramentado en toda nuestra geografía. 

Placa conmemorativa en memoria de Teresa Enríquez Placa conmemorativa en memoria de Teresa Enríquez

Placa conmemorativa en memoria de Teresa Enríquez / Hermandad Siete Palabras

Su recuerdo permanece vivo e indeleble en el callejero de nuestra ciudad, en la que es, probablemente, una de las plazas más hermosas de Sevilla: la plaza de Teresa Enríquez, a espaldas de la parroquia de San Vicente (cuya hermandad sacramental fundó, hoy día integrada en las Siete Palabras), que se convierte en un hervidero en las tardes del Lunes Santo y el Miércoles Santo. 

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