Las santas mujeres sobre los pasos de la Semana Santa de Sevilla

Santa Marta
Santa Marta / Antonio Pizarro

Las mujeres que compartieron época y tierra con Jesús de Nazaret tenían un escaso o nulo reconocimiento social. Los mandatos de la religión judía que se seguían entonces mantenían que era preferible no hablar con las mujeres en público para el bien del alma. Estas reglas de buena educación prohibían, incluso, encontrarse a solas con una hebrea, y mirar a una casada, o saludarla. Era un deshonor para un alumno de los escribas hablar con una mujer en la calle. Estas reglas eran tenidas muy en cuenta sólo entre los grupos más puritanos y eran más relajadas en el entorno rural.

Entre los discípulos de Jesús no sólo hay mujeres, sino que estas forman parte de diferentes relatos evangélicos. Algunas de estas santas mujeres han llegado a formar parte de la Semana Santa. Santa Marta, María Magdalena, las conocidas como las tres marías, Claudia Prócula o la Verónica, son solo algunas de las imágenes femeninas que se pueden ver en los pasos de Semana Santa. Algunas, como Santa Marta o María Magdalena se han convertido en devociones arraigadas en la ciudad. Y en el momento de la crucifixión, la presencia de un grupo de discípulas se encuentra en los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento.

Algunas de estas santas mujeres no aparecen en los evangelios canónicos como Verónica, que sí está en el evangelio apócrifo de Nicodemo, o Actas de Pilato. Algo similar ocurre con Claudia Prócula. Según algunas tradiciones, la mujer de Pilato pudo ser una cristiana conversa tal y como lo fue Juana, la mujer de Cusa, intendente de Herodes (Lc 8, 3). De los cuatro evangelios, solo lo menciona el de Mateo (27:19). Según Mateo, ella le envió un mensaje a su esposo diciéndole: “No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”. Este episodio es también tratado entre la literatura apócrifa por las Actas de Pilato. Es reconocida como santa según dos iglesias en el cristianismo oriental: la Iglesia ortodoxa oriental y Iglesia ortodoxa etíope.

La criada de Claudia Prócula, la de las negaciones de San Pedro en elCarmen Doloroso, la mujer con el bebé en el paso de las Tres Caídas de Triana, la mujer y la niña hebrea en el paso de la Borriquita (obra de Fernando Aguado del año 2014). Ambas se incorporaron ese año sustituyendo a la imagen del hebreo apodado Guaringo y a la mujer arrodillada conocida como la Amparito. La Fe o la Iglesia Dormida en el del Sagrado Decreto son otras de las imágenes femeninas que se pueden ver sobre los pasos de la Semana Santa de Sevilla.

Y no sólo sobre los pasos, desde el siglo XIX, la Hermandad de Montserrat llevaba en su cortejo a dos mujeres: una de ellas representando a la Verónica y otra a la Fe. En la Estación de Penitencia de 1859 formó parte del cortejo, por vez primera, una joven representando a la Santa Mujer Verónica. Fue la mujer que, durante el camino al Calvario, tendió a Cristo un velo, lienzo o paño para que enjugara el sudor y la sangre. En la tela habría quedado milagrosamente impreso el Santo Rostro. La escena no se encuentra en los evangelios canónicos, sino en los apócrifos (Evangelio de Nicodemo).

En el año 1865 se incorporó en la procesión la representación simbólica de la Virtud Teologal de la Fe, encarnada igualmente por una joven. Desde entonces ambas figuras se han convertido en elemento distintivo y signo tradicional de esta corporación del Viernes Santo y convirtiéndose en una forma singular de realizar la estación de penitencia. De hecho, hasta la incorporación de las mujeres al cuerpo de nazarenos y acólitos, era la única forma que, de manera oficial, tenía una mujer para participar en un cortejo penitencial.

La principal representación femenina en la imaginería sacra es la Virgen María, indudablemente. Pero entre la nómina de santas o mujeres hebreas es muy importante la simbología, algo que se puede ver muy bien en Santa Marta. Suele ser representada con un dragón –la Tarasca– al que rocía agua bendita. La imagen que talló Sebastián Santos para la corporación de San Andrés fue concebida para que sirviera tanto de penitencia como de gloria. De hecho, cuando está en su altar porta los atributos característicos de su iconografía, el acetre de agua bendita a la derecha y el hisopo en la izquierda.

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