El Palquillo
  • La Semana Santa de las colas y los priostes apura sus últimas jornadas con la esperanza de que el año próximo todo vuelva a ser como siempre fue

Que sea la última vez

La Soledad de San Lorenzo recibe la visita de los fieles y devotos en el presbiterio de San Lorenzo. La Soledad de San Lorenzo recibe la visita de los fieles y devotos en el presbiterio de San Lorenzo.

La Soledad de San Lorenzo recibe la visita de los fieles y devotos en el presbiterio de San Lorenzo. / José Ángel García

No queremos volver a vivir una Semana Santa como esta. De imágenes en improvisados altares, unos más acertados que otros; de grandes colas en los templos, en lugar de bullas en las calles; de túnicas en los altillos, capirotes sin hacer, marchas sin estrenar, venias sin conceder, saetas sin cantar, relevos sin realizar... No queremos volver a vivir una Semana Santa así. No. Nunca más. Sí, es cierto que ha sido mejor que la del año pasado, aunque para algunos resultara doloroso acudir sólo a venerar a las imágenes, pero la Semana Santa de Sevilla es devoción y fervor en las calles. Y así es como nos gusta. Termina la Semana Santa de las colas y las priostías, de los corchos y los velos y ya estamos pensando en la Semana Santa de la esperanza, que debe ser la de 2022.

Los lanceros de la banda del Sol escoltando al Varón de Dolores. Los lanceros de la banda del Sol escoltando al Varón de Dolores.

Los lanceros de la banda del Sol escoltando al Varón de Dolores. / José Ángel García

Mientras confiamos en la efectividad de las vacunas y en la tan cacareada inmunidad de rebaño, el Sábado Santo de la pandemia volvió a ser otra jornada de esplendor. Sol en el cielo y una temperatura más que agradable durante todo el día, aunque sobre las nueve de la noche descargó un aguacero inesperado que habría deshecho la jornada. Salvo este hecho aislado y puntual, lo tranquilo que ha estado el abnegado hombre del tiempo en esta Semana Santa en la que sólo el viento hubiera perturbado a las cofradías, o más bien al tío de la caña. Pero la vida sigue, como demostraban los jóvenes que jugaban al baloncesto en la cancha de la Plaza del Aljarafe, en el Plantinar, ajenos a cuanto sucedía a apenas unos metros. En la capilla sacramental, los piquetes de la banda del Sol escoltaban al Varón de Dolores mientras el alcalde, Juan Espadas, visitaba a la corporación. Menuda paliza se ha pegado para acompañar a las cofradías, con visita relámpago el Viernes Santo a Málaga, donde había sido invitado por la Agrupación de Cofradías, que celebra su centenario. Eso no fue óbice para que a la vuelta de la capital costasoleña, Espadas acudiera a los oficios y a venerar al Cachorro y a la Soledad de San Buenaventura, como recalcaban desde su gabinete.

Los Servitas en San Marcos. Los Servitas en San Marcos.

Los Servitas en San Marcos. / José Ángel García

La Semana Santa de las colas y la priostía ha sido también la del photocall. No sólo el alcalde, que como máxima autoridad de la ciudad está obligado a ello, políticos de todos los colores y condición han mostrado este año un desmesurado afán por retratarse delante de los sagrados titulares, en una especie de competición por revelarse más cofrades y devotos que sus oponentes.

Volviendo a lo vivido el Sábado Santo, la Hermandad de los Servitas acertó plenamente al realizar sus cultos cuaresmales en la parroquia de San Marcos. Ayer, la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia presidían el presbiterio de la parroquia en el altar del quinario junto a San Juan y la Magdalena. El aforo en el templo se controlaba con una cámara y una pantalla situadas en la puerta que indicaban el número de fieles que podían acceder hasta completar los sitios disponibles. La cola se extendía por la bellísima, pero poco cuidada, Plaza de Santa Isabel, en la que la magnífica portada de la iglesia conventual, obra de Alonso de Vandelvira, pide a gritos una restauración.

La Soledad de San Lorenzo. La Soledad de San Lorenzo.

La Soledad de San Lorenzo. / José Ángel García

Lo mismo le ocurre a la delicada solería de ladrillos y chinos lavados de la Plaza de San Lorenzo, que se encuentra en bastante mal estado. Durante toda la semana ha sido el privilegiado aparcamiento de los patrulleros de la Policía Local, contribuyendo un poco más a este desgaste. Este sábado no iba a ser menos. Poco después de las doce y media se producía la protocolaria visita del arzobispo y el Consejo a la Soledad. Don Juan José está recogiendo en esta su última Semana Santa el cariño y el afecto de los cofrades, que ya es sabido cómo se recibe en Sevilla al que llega y cómo se despide al que se marcha. Monseñor Asenjo, con su carácter sobrio y recto, pero también con su afabilidad y sacrificio, se ha hecho un hueco en el corazón de la ciudad. En el presbiterio de la parroquia, la Soledad lucía con toda su elegancia en un altar conformado con el excelente paso procesional que le diseñara Santiago Martínez, otra de las figuras a las que esta ciudad le debe un reconocimiento.

Los titulares del Santo Entierro en San Gregorio. Los titulares del Santo Entierro en San Gregorio.

Los titulares del Santo Entierro en San Gregorio. / José Ángel García

En San Gregorio, la Hermandad del Santo Entierro dispuso al Cristo Yacente en la urna situada bajo el altar de la Virgen de Villaviciosa, una decisión que generó algunas críticas entre los hermanos, ya que el Cristo ha permanecido oculto durante algún tiempo. Los titulares estuvieron escoltados por los romanos que cada Sábado Santo desfilan en la procesión. Tampoco faltó a su anual cita con los fieles el paso del Triunfo de la Santa Cruz, la popular canina, que volvió a levantar la curiosidad de los más pequeños. 

La canina en su paso. La canina en su paso.

La canina en su paso. / José Ángel García

El camino desde la calle Alfonso XII a María Auxiliadora sirve para comprobar el terrible estado que presentan los adoquines de la Plaza de la Campana, con importantes hundimientos y salientes que son un peligro para el tráfico y que podían haberle jugado una mala pasada a los costaleros. En la Ronda Histórica, la cola para venerar a las imágenes de la Trinidad se encaminaba hacia la calle José Laguillo. A las puertas del recinto del colegio de los Salesianos, la chavalería se lamentaba por todo lo perdido este año y el pasado. Pero, ¿qué son dos años en una celebración y en unas hermandades con siglos a sus espaldas? No podrán ver a la Esperanza en su mágico regreso por la calle Sol, pero en su capilla les aguardaba con una belleza desbordante.

Esta Semana Santa sin pasos ha servido para que muchos cofrades vivan intensamente el Triduo Sacro. Las colas en las iglesias para entrar a los oficios han sido importantes. Los templos se han llenado con bastante antelación. La Vigilia Pascual de este Sábado Santo volvió a ser un claro ejemplo. Para el recuerdo quedará también la imagen de los Cristos de los Estudiantes y el Amor velados el Viernes Santo.

La belleza de la Esperanza de la Trinidad. La belleza de la Esperanza de la Trinidad.

La belleza de la Esperanza de la Trinidad. / José Ángel García

Decíamos el jueves, reproduciendo las palabras del párroco de San Lorenzo, que los cofrades estaban viviendo la estación de penitencia más larga de sus vidas. No queda otra que rezar para que la Semana Santa de 2022 sea la de la vuelta a la normalidad. De momento nos queda por disfrutar el bello epílogo de Santa Marina.

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