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Los Invisibles | José Gómez Mora

“En Andalucía había poco trabajo y nos fuimos a Suiza y a Alemania”

  • Con su socio Daniel Montes recibieron uno de los premios del Colegio de Arquitectos. Arquitecto de barbecho, trabaja con obras entre Centroeuropa y Andalucía

José Gómez Mora, en su estudio de la calle Goles, junto a la maqueta del proyecto ganador.

José Gómez Mora, en su estudio de la calle Goles, junto a la maqueta del proyecto ganador. / Víctor Rodríguez

EN su estudio de la calle Goles figuran fotografías de sus proyectos para viviendas en Guadix, Santiponce, Castilleja de la Cuesta y Lugano. José Gómez Mora (Sevilla, 1977) ha recibido uno de los premios del Colegio de Arquitectos de Sevilla con su socio Daniel Montes. Siguen con proyectos en Suiza y Alemania.

–Debe ser todo un honor figurar en el mismo palmarés junto al reconocimiento a título póstumo a Antonio González Cordón...

–Nos dio clase en tercero de Elementos de Composición, con Ignacio Rubiño. Era un curso introductorio de pensamiento abstracto. Daniel y yo fuimos sus alumnos y compañeros de su hijo Antonio, también arquitecto y socio nuestro, en el instituto San Isidoro. Con Antonio coincidí en el clic de Santa Ana.

–¿Hicieron algo juntos los tres?

–Un proyecto de viviendas VPO en Guadix.

–¿Qué proyecto le premiaron?

–Dentro de la categoría de Edificio nuevo, un proyecto de vivienda unifamiliar en Castilleja de la Cuesta. En la barriada de la Inmaculada, calle Virgen de los Reyes, la primera que se hizo fuera del pueblo. Se concibió como barriada para obreros, con escasa calidad constructiva, pero una interesante calidad urbana.

–¿Está habitada?

–El cliente fue decano del colegio de Podólogos. Su hijo también es podólogo y Daniel fue a su consulta. Así surgió. El inquilino tuvo un doble ictus. Parte del éxito del proyecto fue la relación que mantuvimos con él por las dificultades de comunicación.

–Les dieron el premio en Capitanía, en los dominios de Aníbal González...

–Y después hubo una copa en el hotel Alfonso XIII, el edificio de Espiau. En Capitanía, con los retratos de los militares, incluido el de Queipo, es una mezcla entre Lawrence de Arabia y El dictador.

–¿Qué hacen en Alemania?

–La rehabilitación de un edificio, aquí le diríamos un cortijo, de un barroco tardío. Está en Pomerania del Norte, en un pueblo que se llama Meckelenburg. También incluye la rehabilitación del jardín, que es monumento nacional en Alemania. Daniel está en Alemania y yo en Suiza. En Andalucía teníamos poco trabajo en los años de la crisis.

–¿Cómo dio usted el salto?

–Llevaba dos o tres meses trabajando en Londres y me salió la oportunidad de ir a trabajar a Basilea, al estudio de Herzog & de Meuron, los arquitectos del estadio de Munich para el Mundial. Tienen un Pritzker.

–¿No le tentó Norman Foster?

–Uno de mis compañeros se fue a su estudio y yo a Basilea.

–¿Así surge lo de Lugano?

–Daniel hizo un master de Paisaje en Zurich y conocimos a un paisajista griego, Emmanuel Tsolakis, que está trabajando con nosotros.

–¿Cuál fue su primer trabajo?

–Lo primero que hicimos Daniel y yo fue una casa en Santiponce. Utilizamos como guiño conItálica un ladrillo de una fábrica de Cazalla que cerró poco después.

–¿Encontraron ruinas?

–Quisimos que la cimentación fuera lo menos profunda. Dimos con restos de la antigua muralla y lo que debió ser una hoguera.

–¿Se cambian el chip fuera?

–A veces te encuentras con curiosas coincidencias. Hemos trabajado en Castilleja de la Cuesta y en Dietlikou, donde están el Ikea de Sevilla y el de Zurich.

–¿Cómo surgió la vocación?

–Me han gustado siempre las Humanidades. De niño jugaba a las construcciones. En la Arquitectura hay ciencias y letras.

–¿Cómo lleva esta vida de barbecho entre Sevilla y Suiza?

–El cambio mental lo hemos asimilado. Los suizos son muy ordenados, muy serios, muy rigurosos. Aquí la relación es mucho más complicada, todo el mundo se retrasa. Tenemos proyectos en Alemania y en Suiza, pero nuestra oficina está aquí. No somos locales, va todo unido. Trabajando en Basilea, nos confirmaron el proyecto de Guadix. En el extranjero los honorarios son más holgados y financiamos los proyectos que nos salen aquí.

–Ha vivido en Londres, Zurich y Basilea. ¿Se siente ciudadano del mundo?

–Y existe la posibilidad de que vaya a vivir a Estados Unidos, porque mi mujer es de allí.

–¿Se conocieron por la arquitectura?

–La conocí en Sevilla, donde estaba haciendo un curso de flamenco. Yo me siento cómodo en todos sitios. La verdad es que en Sevilla no tuve mis primeros amigos hasta que llegué al instituto San Isidoro.

–¿Mantiene los vínculos profesionales con la tierra?

–Hemos terminado una vivienda en Alosno.

–En la patria del fandango y de Paco Toronjo.

–Fue una dialéctica similar a la de Santiponce con Itálica. Allí estaban las minas de Tharsis y en los alrededores hay ejemplos de arquitectura británica de los propietarios de las minas.

–¿Y el próximo proyecto?

–Un complejo de viviendas en Palma del Río.

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