Calle Rioja

“Si de Antonio Machado se vendían mil libros, de Manuel se vendía uno”

  • Manuel Álvarez Machado, sobrino-nieto de los poetas, desmonta el antagonismo ideológico en la presentación de la biografía de Manuel Machado

Manuel Álvarez Machado (izquierda) con Daniel Pineda Novo y la artista Teresa Lafita.

Manuel Álvarez Machado (izquierda) con Daniel Pineda Novo y la artista Teresa Lafita. / Antonio Pizarro

DURO Machado. Manuel Álvarez Machado (Madrid, 1950) es nieto de Francisco Machado, hermano pequeño de los poetas; hijo de Leonor, sobrina de la musa de Campos de Castilla; lleva cambiados los apellidos de Demófilo, Antonio Machado Álvarez; lo bautizaron con el nombre de Manuel Machado y nació el 26 de julio de 1950, justo 75 años después que Antonio.

Este ilustre descendiente de tan riquísima estirpe que se remonta a Antonio Machado Núñez, rector de la Universidad de Sevilla en la Gloriosa, ha sido el presentador de postín de la documentadísima biografía de Manuel Machado escrita por Daniel Pineda Novo. En el título, Manuel Machado. El gran desconocido (Ediciones Rilke) está dicho todo.

“Manuel Machado fue siempre republicano, probablemente más de izquierdas que Antonio, pero había que ocultarlo, eclipsarlo, abandonarlo, para encumbrar a su hermano”, dice Manuel Álvarez Machado, que ejerció la abogacía y desde hace veinte años se dedica a investigar y escribir sobre el fondo de los Machado y de camino desmontar falacias como la de ese falso antagonismo ideológico.

Dice Pineda Novo que hasta 1929, la época en la que ambos triunfan con la obra teatral La Lola se va a los puertos, Manuel era más conocido y reconocido que Antonio. Después las cosas cambiaron. “Si de Antonio Machado se vendían mil libros, de Manuel se vendía uno”, dice su sobrino-nieto.

La Historia le jugó una mala pasada. Unos días de julio del 36 que darían para una película “dirigida por Buñuel”. Álvarez Machado ha reconstruido los hechos. El 12 de julio de 1936 toda la familia Machado se reúne a comer en el domicilio de Manuel y su esposa, Eulalia Cáceres. Ese día unos facciosos asesinan al teniente Castillo muy cerca de la casa de Manuel y unos milicianos secuestran a Calvo-Sotelo, al que matan dos días después. Como todos los veranos, el poeta planea con su mujer visitar a una hermana monja en un convento de Burgos. Nadie de la familia Machado es partidario de viajar, incluido Manuel, pero pesa más la opinión de su mujer. “En esa reunión estuvo mi madre, que tenía 14 años”.

En Burgos oyen por radio rumores de movimiento de tropas. Pretenden coger el tren el 18 de julio, pero la estación de Burgos está cerrada. Al poeta lo detienen dos veces. La primera lo saca de la cárcel su cuñada monja; la segunda, sus amigos Pemán y Eugenio D’Ors. Comparte la pensión Filomena con los toreros Marcial Lalanda y Manuel Bienvenida y con Ibáñez Martín, que con el tiempo será ministro en un Gobierno de Franco y será de los que porten el féretro con los restos del poeta en enero de 1947.Pineda Novo y Álvarez Machado reivindican al Manuel Machado poeta, dramaturgo y articulista. Al poeta republicano que apoyó la huelga de los trabajadores de la imprenta de El Liberal; al que viaja a París, donde conoce a Rubén Darío, se embriaga de los versos de Verlaine y asume un malditismo que, según Pineda Novo, influye en poetas de la generación del 50 como Gil de Biedma o Caballero Bonald.

Se llevaban un año (Manuel, de 1874; Antonio, de 1875), les separaban los quinientos metros que debe haber entre las inmediaciones de la plaza del Museo y el Palacio de Dueñas donde nacieron uno y otro, pero la incuria quiso poner un abismo entre ellos. Unidos en el teatro, en las obras que escribían juntos. Antonio Rodríguez Almodóvar y Rafael Alarcón han rescatado La diosa Razón, que Álvarez Machado encontró en páginas “no escritas por Antonio ni por Manuel, sino por su hermano José, que hizo de copista”. Unidos también por el estigma de julio del 36, uno en Burgos, otro en Valencia, las dos Españas del Cid. Y por el fuego devastador. “El incendio de la iglesia de San Juan de la Palma destruyó la partida de bautismo de Antonio Machado y la partida de matrimonio de Manuel”.

Francisco Machado, el abuelo del prologuista del libro, era poeta y funcionario de prisiones. “Victoria Kent lo nombró en 1933 director de la cárcel de mujeres de Madrid”, dice su nieto. Alfonso Guerra estuvo en el Ateneo hablando de Antonio Machado y Pineda Novo habló de Manuel. De su luz, la de Sevilla y la de París. Aficionado a los toros y al flamenco. “Quien dice cantares, dice Andalucía”. Su sobrino-nieto aporta un dato de quien supo asumir el magisterio del folclore de Demófilo, su padre. “Manuel Machado tiene todavía el récord de libros vendidos en un día. En una mañana vendió mil ejemplares de Cante hondo”.

Los Machado. Una familia con mucha presencia femenina. La abuela Cipriana, su instructora en las letras y los dibujos, y su madre, Ana Ruiz, marcaron la forma de ser de los poetas. Las hermanas Eulalia y Carmen Cáceres, a su pesar, metieron a Manuel Machado en un laberinto castellano. De los hermanos, sólo José y Francisco tuvieron descendencia. Tres hijas cada uno. La última en morir fue Leonor. Habría que hablar de las Machado.

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