La Catedral y la Plaza de España, en Sevilla, aprueban en accesibilidad. Se trata de los dos monumentos de la capital andaluza que mejor están adaptados -dentro de los límites patrimoniales- a las personas con movilidad reducida. Así se desprende de un informe elaborado por Stannah, la fabricante líder mundial en mecanismos que facilitan la accesibilidad de dicho colectivo. En su informe no se incluyen museos, sino edificios monumentales que reciben cientos de visitas a diario.
El templo metropolitano pasa por ser el monumento mejor adaptado a tal fin. Según el referido estudio, la entrada accesible es la Puerta del Príncipe, que cuenta con una rampa con una inclinación del 10,5%, como constata un informe de Predif. Además, esta puerta posee una anchura de más de 1,5 metros. Dentro de la misma Catedral, la planta baja es totalmente compatible para visitantes con movilidad reducida, pues sus huecos de paso superan los 1,2 metros. Dispone, de igual modo, de pasillos lo suficientemente amplios y libres de obstáculos. Junto a ella, la Giralda representa el ejemplo contrario, ya que se accede por escalera y, por su configuración, no contempla un itinerario alternativo.
El otro monumento de gran accesibilidad es la Plaza de España, referente del estilo regionalista y obra cumbre de Aníbal González. Es uno de los enclaves más visitados de la ciudad. Para salvar los desniveles entre las diferentes alturas que la conforman se cuenta con distintas soluciones. Por ejemplo, para acceder al nivel intermedio existen rampas con una anchura adecuada y pasamanos. Igualmente, para salvar las escaleras que dan acceso al nivel superior hay instaladas plataformas elevadoras en cada acceso a las torres. Además, toda la plaza cuenta con una superficie plana y sin obstáculos que permite un tránsito seguro y cómodo.
Entrada de turistas a la Catedral por la Puerta del Príncipe.
No hay mención al Alcázar que, pese a contar con distintas medidas de accesibilidad, su recorrido no está totalmente expedito para los visitantes con movilidad reducida. Tampoco se mencionan templos como el Salvador o casas palacio como Las Dueñas y Pilatos.
A nivel andaluz, el monumento mejor adaptado al colectivo mencionado es la Alhambra de Granada, cuya entrada principal, como ocurre en la Catedral de Sevilla, está adaptada, con 1,5 metros de anchura. Además, el pavimento es homogéneo para facilitar el tránsito. Aunque es cierto que hay partes con desniveles, resulta posible salvarlos gracias a la existencia de itinerarios alternativos y rampas.
En todo el territorio nacional, el informe destaca como el monumento más accesible la Basílica de la Virgen del Pilar, en Zaragoza. El estudio destaca que el interior es llano y libre de obstáculos. En el altar existe una rampa para salvar las escaleras que suben a él. Igualmente, el acceso a la torre campanario del templo se puede hacer por ascensor, algo impensable actualmente en la Giralda.
Turistas en la Plaza de España, disfrutando de la ría.
Entre las catedrales españolas, la más accesible es la de Burgos, donde existen varios tramos de escaleras para los que hay disponible un itinerario alternativo por rampa con una inclinación adecuada (6,9%). Igual ocurre con el acceso a las capillas más visitadas.
En el informe se pone de ejemplo el Palacio Real de Madrid, un monumento que ha sido recientemente adaptado a la movilidad universal. Además de rampas con una inclinación adecuada para evitar los escalones de acceso a diferentes salas, se encuentran itinerarios alternativos con ascensores y plataformas elevadoras, como la que evita el desnivel en la entrada al archivo general. La instalación de una rampa en este caso no sería viable debido a la inclinación de la misma.
La empresa Stannah destaca que, tras superar los momentos más difíciles de la pandemia del Covid, para seguir creciendo en número de visitantes, además de mejorar la accesibilidad en los alojamientos y transportes, debe ponerse el énfasis en los centros de visitas. Para ello, aconseja la instalación de sillas salvaescaleras para eliminar los desniveles y ascensores, sin olvidar la adaptación de los aseos.
