Cierra el café decano de la Avenida
La falta de acuerdo en la renovación del contrato priva a la ciudad de un establecimiento íntimamente ligado a la vida cotidiana de la urbe por su privilegiada ubicación y el estilo de trabajo de su responsable
La Avenida de la Constitución, convertida en la última década en la milla de oro del café, pierde su establecimiento hostelero de mayor solera: el café Avenida Correos, que durante muchísimos años sirvió al público como La Ibense. Un desacuerdo entre el arrendatario del local y el subarrendatario priva a la ciudad de un negocio especialmente vinculado a su vida cotidiana por su estratégica ubicación y el estilo personal de atender al público y de mimar su negocio de su máximo responsable. Esta cafetería, situada privilegiadamente frente a la Puerta de San Miguel de la Catedral, llevaba 30 años abierta regentada por el sanluqeño y baratillero Francisco Hermosilla Viejo, y atendida cada día por sus hijos (Javier, Jorge y David) y su grupo de empleados. La Ibense inicial sustituyó en tiempos al antiguo bar Correos, recordado aún por muchos sevillanos. Como curiosidad, se fundó sin servir vino, cerveza ni tapas de cocina. Sólo café, helados y pasteles, lo cual supuso una innovación en la ciudad de aquel diciembre de 1981. Con los años desembarcaron la cerveza y los sandwiches.
Hermosilla ha impulsado la apertura de otros negocios de hostelería reconocidos de la ciudad: La Barbiana, cedido posteriormente a su compadre Manuel Sánchez Cuevas; La Moneda,cedido a José Luis Inchausti;la bogeda Pedro Romero en la Plaza de la Gavidia, y cuatro embajadas de la Ibense que hoy ya no existen que estaban en San Jacinto, la Campana, la Plaza de la Magdalena y Pagés del Corro.
Lugar de turistas y de sevillanos, de canónigos y cofrades, de celebración de encuentros familiares de todo tipo, de café previo a las corridas de toros, de noches de verano en su terraza. La cafetería de Hermosilla ha sobrevivido a crisis y a las grandes obras de la ciudad. Sólo tuvo que adelantar el cierre de su terraza de veladores a las doce de la noche por los problemas de inseguridad ciudadana. Por este establecimiento han sido habituales el hispanista Ian Gibson, el vicepresidente del Gobierno Manuel Chavés, José Rodríguez de la Borbolla, Alfonso Guerra o el sindicalista y alcalde de Marinaleda Juan Manuel Sánchez Gordillo. Ha sido lugar de tertulias taurinas y de todo tipo. Entre las ausencias, la del cardenal Amigo, que no llegó a entrar nunca, pero que siempre recibía un rosco de reyes.
La fecha de mayor trabajo en el negocio fue, sin duda, la final de la UEFA de 2003 entre el Oporto y el Celtic. Otras fechas que han supuesto un hito han sido la recepción al nuevo arzobispo en 1982, las visitas del Papa, el Mundial de 1982 o la Boda de la Infanta Elena. Y en el recuerdo quedan los 500 litros de chocolate que se llegaron a servir durante una Madrugada de Semana Santa.
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