"Comisiones Obreras se dedicaba a las grandes empresas para salir en la prensa"
Los invisibles · Sebastián Galera
El banco, el barrio, la Iglesia, el sindicato. Por donde pasó, hizo su revolución. Tiene su despacho en el Palacio Arzobispal, donde ve pasar historias dramáticas que mitiga a base de imaginación y caridad.

DE un piso en Los Pajaritos a una terraza en Valdelagrana. Allí, Sebastián Galera (Linares, 1936) escribe para sus nueve nietos y su bisnieto lo que llama Historia de una generación.
-La suya está marcada por el 36.
-Por eso vamos de Linares, donde el año 40 fue catastrófico, a Mérida. Como decía mi padre, en Extremadura se comía pan blanco.
-¿Allí nace su compromiso?
-Me relaciono con la antigua Acción Católica y daba clase a los braceros extremeños.
-¿Sigue los pasos paternos?
-A mi padre lo hacen director del Banco Hispanoamericano en Villafranca de los Barros, pero en un pueblo agrícola era una pica en Flandes y lo trasladan a Sevilla. Pone como condición que traigan también a su hijo. Y me vengo con él a la sede de Sierpes.
-¿Donde estuvo preso Cervantes?
-La misma. A mí alguna vez me llevaron a comisaría.
-¿Qué Sevilla conoce?
-Venimos en 1961. Ese mismo año me caso y en julio de 1962 muere mi padre. Lo trajeron sus compañeros a hombros por la Avenida y le hicieron un responso en la parroquia del Sagrario.
-¿Su ciudad es la de Sierpes?
-A través de la Obra Sindical del Hogar conseguimos un piso en Madre de Dios, frente a Los Pajaritos. Una vivienda de 50 metros cuadrados donde nacieron cuatro de mis cinco hijos.
-¿Eso despertó sus inquietudes?
-Para eso no hacía falta salir del banco. Con Manuel Fernández Floranes, compañero de trabajo, empezamos a defender a los compañeros. Con la asesoría jurídica del despacho de Felipe González.
-¿Ya es un hombre de Iglesia?
-En la parroquia Blanca Paloma, entre Pajaritos y Madre de Dios, montamos una cooperativa, Fraternidad. Los tiempos de Bueno Monreal, un hombre de apertura.
-¿Dónde completa su familia?
-El quinto ya nace en el Polígono San Pablo. A través de una peluquera que venía a casa, hicimos la permuta con un obrero de Hytasa que no tenía para pagar la entrada. Nos fuimos en 1969.
-¿Y transformaron el Polígono?
-Descubrimos que los uniformes de los porteros, que mandaban mucho entonces, habían costado un millón de pesetas. Nos empezamos a señalar. En el banco, porque rechazamos unos premios al comportamiento. En el barrio, con ayuda de dos curas periodistas, Javierre y Chinarro, creamos una sociedad civil que era un auténtico ayuntamiento de barrio. Llegamos a reunirnos con el ministro de Vivienda, Mortes Alfonso. El Partido Comunista se quiso meter por medio, pero no le dejamos. Teníamos nuestros vigilantes, barrenderos, jardineros. Las asambleas las hacíamos en la iglesia de San Ignacio de Loyola.
-¿Le tiran los tejos de la política?
-Fue el sindicato el que me llamó. Vimos a gente de USO, de la CNT, pero al final entré en la UGT en 1975 de la mano de Justo Fernández, histórico de la banca.
-¿Eso le cambió los planes?
-En parte, sí. Mi mujer y yo nos hicimos cargo de una residencia de 23 ancianos en la parroquia San Francisco Javier del Polígono. Alguien de UGT, mandado por Cándido Méndez, vino a convencerme para que me hiciera cargo de la unión provincial del sindicato. Se produjo un desgarro por la huelga del 14-M de 1989 contra el Gobierno de Felipe González.
-¿Apaciguó al sindicato?
-Lo reflotamos, se empezó a pagar la cuota, montamos el cine-club y por primera vez le ganamos las elecciones sindicales a Comisiones Obreras, con Rodrigo Torrijos y Alfonsín. Ellos se dedicaban a las grandes empresas para salir en la prensa y nosotros a la pequeña y mediana empresa. Estuve entre 1989 y 1993.
-Le cogió la Expo...
-Sólo iba con Torrijos para hablar con Jacinto Pellón. Se trabajaba a destajo y nos preocupaba que no hubiera accidentes laborales y se tratara bien a la gente.
-¿Y la crisis pos-Expo?
-Yo dije que vendría una debacle. Dejé la dirección del sindicato, volví al banco, sólo por dos meses, porque me prejubilaron en marzo de 1993, y volví a la residencia de ancianos con mi mujer. Y me llaman para la Fundación Cardenal Spínola de lucha contra el Paro.
-En este tiempo, el paro ha crecido de forma exponencial...
-Lo he vivido en primera fila. He sido 16 años secretario de la Fundación y ahora me encargo de ampliar los currículos, de ponerles cara, que me cuenten su vida.
-¿Qué vidas le cuentan?
-Observo que hay muchas empleadas de hogar. Es la gran mayoría de lo que viene y las están machacando. Con otros once jubilados, personas que vivimos bien, que por lo menos vivimos, hemos creado lo que llamamos rueda de solidaridad. Ponemos un dinero para contratar a una empleada de hogar. La damos de alta en la Seguridad Social y atiende a ancianos que están fuera de la ley de Dependencia.
-Doce hombres con piedad...
-Llevamos dos años estudiando la fórmula. En julio empieza la primera, se llama Regla y atenderá a dos ancianos de Los Pajaritos y Santa Teresa.
-¿De qué oficios acuden?
-Arquitectos, biólogos, matemáticos, trabajadores sociales. A algunos los mandamos directamente al comedor de caridad.
-¿Se siente afín a lo que se llamó Cristianos por el Socialismo?
-Es que la HOAC era eso.
-¿Zapatero y monseñor Cañizares en un curso de verano?
-Como decía Romanones: ¡qué tropa!
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