Cruz de San Lázaro: La recuperación del emblema de la Plaza de Santa Marta
La restauración de la obra realizada en 1564 por Hernán Ruiz II y Diego de Alcaraz tras el acto vandálico sufrido en octubre se calcula en dos meses
El proyecto contempla la instalación de algún tipo de protección
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Una compleja y minuciosa intervención para recuperar un emblema de la Plaza de Santa Marta y una pieza histórica de la ciudad. En la madrugada del 22 de octubre un acto vandálico ocasionó daños graves en la llamada Cruz o Crucero de San Lázaro, una obra renacentista situada en pleno corazón de la ciudad, a sólo unos pasos de la Catedral. La cruz y parte del fuste de la columna cayeron al suelo fracturándose en numerosas piezas, probablemente debido a la actuación irresponsable de alguno de los visitantes de este espacio. Al día siguiente de este suceso, los técnicos de la Gerencia de Urbanismo se desplazaron hasta la Plaza de Santa Marta para inspeccionar el bien, comprobar su estado de conservación y evaluar los daños ocasionados de cara a su recuperación. Los importantes deterioros causados requirieron la elaboración de una propuesta de intervención con carácter de emergencia para la conservación y restauración del conjunto. Este documento, realizado por Rocío Campos de Alvear, conservadora-restauradora de bienes culturales; y Elena Belascoáin, historiadora del arte, ha ofrecido las claves de cómo será la próxima recuperación del crucero y ha arrojado importantes datos sobre la historia material y las principales causas de su degradación a lo largo de sus casi 500 años de existencia. La actuación está a la espera del informe favorable de la Comisión Provincial de Patrimonio.
El documento Conservación y restauración del Crucero de San Lázaro realiza un completísimo estudio y análisis de este bien. Lamenta, por ejemplo, que pese a su importancia no cuente con algún nivel de protección específico: “Resulta sorprenderte si reflexionamos sobre su antigüedad, al tratarse de un bien de gran calidad artística, de mano de autores de la altura de Hernán Ruiz II, y al encontrarse en el entorno inmediato del sector Patrimonio Histórico de la Humanidad de Sevilla”.
Un trágico traslado a Santa Cruz
Como señala el estudio histórico, el Crucero de San Lázaro recibe ese nombre porque es originario del hospital de leprosos que con esa advocación se estableció en Sevilla prácticamente en el mismo momento de su Reconquista. Su ejecución se llevaría a cabo en la última fase de construcción del hospital, en la segunda mitad del XVI: “A esta etapa corresponden la fachada principal, así como la torre de la iglesia y otras dependencias en torno a 1564, obras que llevó a cabo Hernán Ruiz II. De esta última fase es precisamente el crucero, ya que su primitiva ubicación era exactamente ahí, en los extramuros de la Macarena, en la antigua calzada romana que llevaba a la puerta de la Macarena y donde confluían el camino real que venía de San Jerónimo y la vereda que daba al Hospital de San Lázaro. Sabemos que ya en esta época el lugar de confluencia de los vía crucis del día del santo es, precisamente, el crucero que diseñó Hernán Ruiz”. En la obra, además de Hernán Ruiz II como tracista, participó el cantero Diego de Alcaraz, autor tanto del crucifijo como de la imagen de la Quinta Angustia o Piedad.
El crucero es trasladado a la Plaza de Santa Marta durante la reforma que el Marqués de la Vega Inclán y el arquitecto Juan Talavera acometen en el barrio de Santa Cruz en la segunda década del siglo XX. En este cambio de ubicación se produce una importante mutilación del conjunto, con la pérdida del graderío original, ochavado y de unos 2,5 metros de anchura y de la altura original de la columna, de 9 palmos de vara, en torno a 175,95 centímetros. Actualmente la columna no alcanza los 50.
Un delicado estado de conservación
En el delicado estado de conservación de este emblemático crucero intervienen tres tipos de factores. Los ambientales, que alteran naturalmente la piedra: humedad-agua, viento, cambios de temperatura, lluvia. “A estos agentes naturales se añade hoy en día la incidencia de la contaminación atmosférica. Por su ubicación al exterior se halla expuesta a la acción conjunta de los agentes atmosféricos naturales más la contaminación del ambiente que la rodea, son por tanto los agentes ambientales una de las principales causas de alteración y deterioro”. Los factores antropogénicos, que implican necesariamente la intervención del hombre. En el caso de la cruz son los causantes de los daños de mayor trascendencia sufridos por la obra. “La agresión por actos incívicos ha ocasionado desprendimientos, fracturas y pérdidas que han quebrantado de forma importante la integridad de la obra. Los vecinos del entorno nos comentan que frecuentemente encuentran visitantes subidos en el pedestal y abrazados a la cruz, el deficiente estado de la pieza y la fuerza ejercida en estos actos puede haber sido la causa del desprendimiento y caída”. Otras de las causas de alteración identificadas de tipo antropogénico, son las realizadas con finalidad reparadora con métodos y materiales inadecuados, e incluso las que no han llegado realizarse por la falta de mantenimiento de los materiales e infraestructuras. En tercer lugar, se encuentran los agentes biológicos, que son todos aquellos organismos vivos o productos de su metabolismo capaces de producir cambios indeseables en las propiedades de un material.
Estos tres tipos de agentes han provocado que el Crucero de San Lázaro presente un deficiente estado de conservación en el que destacan dos tipos de patologías: la pérdida de materia: fisuras, roturas, deformaciones, desprendimientos y otros indicadores de pérdidas ya sean por agentes de tipo atmosférico, biológico o antropogénico; y el aporte de materia: alteración cromática, colonización biológica y elementos de origen antrópicos. También están muy presentes el polvo y la suciedad.
El mal estado de conservación afecta a toda la obra (grada, basamento, pedestal, fuste, cuerpo del stipes y capitel y los brazos del patíbulum y el stipes). Estos últimos fueron los que más sufrieron con el acto vandálico: fisuras, erosiones, fragmentación e incluso pérdida de material. Por su parte, el cuerpo del stipes y el capitel, tallados en un sólo bloque de mármol, como revela el estudios histórico, cuenta con daños importantes por la pérdida de materia ocasionados en el desprendimiento y caída de la pieza. “El deficiente estado de conservación no es sólo consecuencia del accidente sufrido, sino la suma de patologías por la continuada acción de agentes de deterioro extrínseco (medioambientales, biológicos, antrópicos). La alteración por erosión química y mecánica son los más antiguos y se han ido produciendo en el transcurso de al menos los tres siglos posteriores a su construcción, es decir durante su ubicación en el cruce de caminos que se dirigían al Hospital de San Lázaro y al Convento de San Jerónimo”.
Dos meses en restauración
En cuanto a la intervención, contempla los siguientes tratamientos. Se eliminarán las reposiciones y reintegraciones de volúmenes ejecutadas en intervenciones anteriores con materiales, criterios o técnicas inadecuadas o defectuosas. Limpiezas, mediante la retirada de suciedad, elementos y productos ajenos al material pétreo, que puedan ocasionar daños materiales o distorsiones de la imagen estética del bien. Eliminación de los agentes de biodeterioro causantes de daños en la piedra y morteros. Consolidación del soporte pétreo para la restitución, en la medida de lo posible, de la cohesión mecánica superficial perdida. Rejuntado para que los morteros estén bien conservados y mantengan la estabilidad de los elementos e impidan la penetración de agua en el interior. Actuación en grietas, fisuras y fracturas para la estabilización de las piezas. Reintegración volumétrica, las imprescindibles para garantizar la estabilidad estructural, la funcionalidad y el reconocimiento formal. Y, por último, aplicación de una protección final. El plazo de ejecución de todos estos trabajos se estima en dos meses.
Además, el proyecto conlleva unas propuestas de conservación preventiva y mantenimiento que contemplan la instalación de un sistema de vigilancia mediante cámaras, el control de la limpieza del pavimento de la plaza para evitar sopladoras, la retirada de ornamentos florales, la colocación de cartelería que explique la importancia histórica y patrimonial de la cruz, incluso la instalación de algún sistema que impida o dificulte a las personas el acceso directo a la cruz, como unas macetas o una valla perimetral.
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