Cumbre de pícaros en Sierpes
Primer aniversario de la muerte de Rafael de Cózar, que en 1985 'congregó' en la Cárcel Real de Sevilla a Quevedo, Cervantes, Mateo Alemán y otros autores de la picaresca
No debe ser casual que en el primer aniversario de la muerte de Rafael de Cózar (Tetuán, 1951-Sevilla, 2014), la estela de su amigo Arturo Pérez-Reverte vuelva a asomarse por Sevilla con la presencia de sus textos en Fibes, interpretados por Alfonso Sánchez y Alberto López en Patente de Corso. Este Tratado Ibérico del Hijoputismo, como reza el subtítulo de la obra que esta noche (22:00) se presenta en Fibes, es una derivación de una de las pasiones comunes del club Dumas, la picaresca, de la que han sido cátedros Cózar y sus amigos Arturo y Juan Eslava Galán.
Se cumple un año de su muerte y treinta de su mucha vida. En 1985 recibió el visto bueno del censor su antología Cuerda andaluza de pícaros, murcios y embaucadores, número 33 de la Biblioteca de la Cultura Andaluza que dirigió Antonio Zoido.
Precedido por sendas glosas poéticas de sus amigos Joaquín Márquez -"moro de ti, corsario de la rima"- y José Antonio Moreno Jurado, el Adonais que sabe griego, Cózar, "al calor de un cuero de manzanilla", se reúne en la Cárcel Real de Sevilla con doce maestros de la picaresca, tantos como los apóstoles. Algunos tan ilustres como Quevedo y Cervantes, que pasó siete meses en la prisión de Sierpes "por razones de su oficio de alcalbalero". Como no es supersticioso, su amigo Rafael Valencia, "convicto y confeso arabista condenado a galeras", aporta al preso número 13 traduciendo Historias de Axab y otros gorrones famosos.
Están clásicos del género como el Diablo Cojuelo, el Guzmán de Alfarache, El Buscón o la Vida y hechos de Estebanillo González, "ejemplo de viajero incansable entre los pícaros, buen catador de vinos, cocinero y barbero entre sus muchos oficios", quien descubre Andalucía en una peculiar manera de hacer el camino de Santiago que recuerda al libro de viajes del hispanista holandés Cees Noteboom.
Faltó el Lazarillo a esa reunión carcelaria de pícaros y no está "entre otras razones, por encontrarse en la cumbre de su honra, no haber pasado nunca por Andalucía y estar ocupado en asuntos que no hacen al caso". No está el Lazarillo, pero sí está el Tormes con el Léxico del marginalismo del Siglo de Oro, del que es autor José Luis Alonso Hernández y que editó en 1977 la Universidad de Salamanca bañada por el río que la picaresca hizo más célebre que el Mississippi. No está Lázaro de Tormes, pero sí Lázaro Carreter entre las autoridades en la materia, con los catedráticos Pedro Rodríguez Piñero, que presidió los actos del cuarto centenario de Mateo Alemán, y Jorge Urrutia.
El antólogo selecciona tres novelas ejemplares de Cervantes: La ilustre fregona, Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros. Aunque la trama de la primera se desarrolla en Toledo y sus personajes son de Burgos, la justificación de Cózar para incluirla es marca de la casa; primero, porque en la obra se hace referencia a las almadrabas gaditanas de Zahara, "provincia en la que este prologuista tuvo la suerte de vivir y madurar"; después, porque aunque el Mesón del Sevillano donde moran los protagonistas está en Toledo ésta sería, "mal que pese a los cartógrafos, provincia andaluza, de no ser por las castellanas hordas, con perdón, que nos descendieron los límites fronterizos". Debe ser cierto, porque siglos después de Toledo vinieron quien fue alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, y quien todavía es su arzobispo, Juan José Asenjo.
Sevilla es en la segunda mitad del siglo XVI "ciudad muy próspera y populosa" muy propicia para lo que llama "el turismo picaresco". "Muchas e importantes han sido las plumas que dedicaron encendidos elogios a la ciudad y residieron en ella", escribe Cózar, "pues no andan lejanos y son parientes en la pobreza y el hambre los poetas y los pícaros". Con el río como eje central del esplendor primero, de la decadencia después, cuando en 1717 la Casa de la Contratación se traslada desde Sevilla a Cádiz. A la inversa del viaje equinoccial de Fito Cózar, de Cádiz a Bormujos.
Además de Cervantes, Quevedo, Mateo Alemán y Vélez de Guevara, en la antología están la Relación de la Cárcel de Sevilla, de Cristóbal Chaves; La hija de Celestina, de Jerónimo de Salas Barbadillo; Vida del escudero Marcos de Obregón, de Vicente Espinel; El Donado Hablador, de Jerónimo Alcalá Yáñez y Ribera; Los anteojos de mejor vista, de Rodrigo Fernández de Ribera; La niña de los embustes, Teresa de Manzanares y las Aventuras del Bachiller Trapaza, ambas de Alonso de Castillo Solórzano; Vida de don Gregorio Guadaña, de Antonio Enríquez Gómez. Compañeros de Cózar en la Cárcel Real de Sevilla. Natalia, su mujer, y Ana, su hija, están de viaje en Vietnam. Cózar volvió al "mar de Cádiz do fuiste de muchacho" (según soneto de Moreno Jurado).
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