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Daniel Osca, editor

"Quise publicar traducciones de clásicos modernos, pero descubrí a Edward Bunker"

Daniel Osca, durante una lectura de 'Cutter y Bone'.

Daniel Osca, durante una lectura de 'Cutter y Bone'. / M. G.

–Editor independiente y descubridor de novelas inéditas, ¿cómo surgió ese proyecto denominado Sajalín?

–Sajalín era el sueño de un estudiante de Economía que se pasaba el día leyendo ficción en la biblioteca que compartíamos con Humanidades. Después de hacer un posgrado de edición en la Universidad Pompeu Fabra y de trabajar unos años como economista, engañé a mi socio, Julio Casanovas, para montar la editorial. Eso fue en 2008, en plena crisis económica, y ninguno de los dos teníamos experiencia alguna en el mundo de la edición. Un suicidio de manual, vaya.

–Cuénteme la historia de la colección Al Margen.

–Mi bagaje como lector, y lo que tenía en mente publicar al principio, eran traducciones de clásicos modernos (siglo XX). Pero en Italia, donde viví una temporada antes de montar la editorial, descubrí a Edward Bunker. Un excriminal que escribía sobre delincuentes sin edulcorantes. No encajaba en lo que tenía previsto publicar y entonces surgió la idea de crear un colección dedicada a novelas protagonizadas por criminales, adictos, perdedores y demás parias de la sociedad. Literatura del arroyo, como la llamamos nosotros. Bunker, Selby Jr. (Réquiem por un sueño) y Dazai (Indigno de ser humano) fueron los primeros autores de la colección.

–Empezar con No hay bestia tan feroz y seguir con Réquiem por un sueño era un all-in en toda regla, ¿no tuvo dudas sobre cómo serían acogidas por el público español?

–Bueno, tenía más dudas con No hay bestia tan feroz que con Réquiem, porque de esta última había la conocida adaptación cinematográfica de Darren Aronofsky. Y me equivoqué, vaya si lo hice: No hay bestia se vendió enseguida de maravilla y con Réquiem fue todo mucho más lento, aunque ya llevamos varias ediciones.

–El nombre de la editorial es un guiño a Chejov, aunque en su catálogo hay pocos rusos, ¿por qué ese nombre?

–Yo leía mucha literatura rusa. Gorki fue uno de mis primeros grandes descubrimientos como lector y de ahí pasé a Chéjov, Dostoievski y otros autores menos conocidos. El nombre de la editorial, que viene de La isla de Sajalín de Chéjov, es un homenaje a todos esos escritores rusos que se jugaron la vida por no renunciar a su vocación. Me gustaría publicar más narrativa rusa (en el catálogo solo tenemos a Gaito Gazdánov y Zajar Prilepin), pero no es fácil vender libros de autores del Este desconocidos e inéditos en castellano.

–Tiene usted en nómina a algunos de los jardineros del mal más brutales de la literatura contemporánea, ¿se le aparece alguno en sueños?

–Por desgracia, solo en sueños. Me habría gustado conocer a Bunker, Willeford, Gresham, Ted Lewis o Kenneth Cook, pero ya estaban muertos cuando los publicamos. Al menos he tenido la inmensa fortuna de conocer en persona a Dan Fante, Colin Barrett y al añorado Jordi Cussà.

–Mención especial para Chris Offutt, alta literatura de la América profunda, ¿cómo encontró a ese tipo?

–Chris Offutt era un nombre más en una larga lista de autores que quería leer hasta que el librero y editor de La fuga, Luigi Fugaroli, me recomendó encarecidamente que leyera Kentucky Straight. A él no le encajaba en su editorial y pensó, con gran acierto, que nos podría interesar.

–¿Qué libro le ha dado más alegrías?

Indigno de ser humano de Osamu Dazai y No hay bestia tan feroz de Eddie Bunker.

–¿Y cuál es su favorito?

–Es extremadamente complicado elegir solo uno de los más de 90 títulos que hemos publicado. Pero me hace muy feliz haber sido el primero en publicar en castellano El partisano Johnny y los cuentos completos (Un día de fuego) de Beppe Fenoglio.

–¿Me puede adelantar alguno de los que están por llegar?

–A finales de marzo publicaremos El buen hermano, la primera novela de Chris Offutt. Y en mayo, 50 años después de su publicación original, llegará a las librerías Ciudad muerta de Shane Stevens, un autor de culto admirado por Stephen King y Chris Offutt.

–Recomiéndeme uno que no sea de los suyos.

–Cualquiera de la editorial Dirty Works, cuyo trabajo es una bendición.

–Reedita usted La furia, novela irlandesa sobre la crisis del ladrillo de 2008. Irlanda y España comparten vínculos históricos, y este es uno más, ¿Es La furia en Irlanda lo más parecido a Crematorio en España?

–Bueno, No puedo contestar porque no he leído Crematorio, aunque hace tiempo que quiero leer a Chirbes. La furia es una magnífica novela negra con un ritmo endiablado y que aborda los efectos de la crisis del 2008 en Irlanda, como también lo hace Corazón giratorio de Donal Ryan.

–Ya sé que está fuera de su negociado, pero... ¿qué le pasa al noir patrio? ¿Demasiado best seller de baja calidad, quizás?

–Es posible, aunque no puedo opinar porque no he leído esos best sellers. Solo puedo decir que he disfrutado con libros de autores como Paco Gómez Escribano, Kiko Amat o Carlos Zanón.

–¿Cabe en España una novela negra más?

–Las buenas novelas siempre tienen cabida. El problema es que se publican muchas que son prescindibles.

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