Imágenes de una ciudad en movimiento
La Sevilla que crea
La explosión de talento que conocen la danza flamenca, la narrativa social, la música y las artes visuales reclama una voz propia para Sevilla en los principales foros
EL estreno absoluto en el Teatro Central de Monte Olimpo de la compañía de Jan Fabre, 24 horas ininterrumpidas de transgresión escénica y homenaje a la tragedia clásica, evidenció lo que es un clamor desde hace dos décadas: que la oferta cultural de Sevilla ha crecido hasta ser una de las más atractivas de España aunque esto no siempre tenga su correlato de Despeñaperros arriba, donde la mayoría de medios obviaron, con motivo de su estreno en Madrid, que la obra del belga se había presentado antes en la capital andaluza.
Pese a ello, nuestros creadores más inquietos se resisten a abandonar Sevilla y la fuerza creativa de la ciudad tiene mucho que ver con la convivencia entre varias generaciones que han fortalecido su narrativa a distancia de los centros de Madrid o Barcelona. En las artes, por ejemplo, los reconocidos Luis Gordillo y Carmen Laffón ejercen todavía un magisterio estimulante. La huella de Gordillo alienta a la generación a la que pertenecen Miki Leal y José Miguel Pereñíguez, en tanto que las tesis de Laffón tienen tanto eco en la generación de abstractos de José Ramón Sierra y Juan Suárez como en la posterior y figurativa a la que pertenecen nombres como Patricio Cabrera, Curro González, Ricardo Cadenas o Javier Buzón.
La tradición del underground sevillano permea a los artistas del diseño y el cómic que admiran la obra pionera de Nazario -de Manolo Cuervo a José Luis Ágreda- y a la efervescente escena musical independiente que encontró su talismán en Pony Bravo.
La crisis económica que eclosionó hace una década ha tenido su impacto en la narrativa social, que vive en Sevilla un momento extraordinario gracias a los logros de público y crítica de firmas como Daniel Ruiz (Maleza, Premio Tusquets de novela con La gran ola), Sara Mesa (Mala letra, Cara de pan, Cicatriz) o el recordado Fernando Mansilla, autor de una novela de culto, Canijo, indispensable para entender la Sevilla contemporánea como ocurre, en el cine, con las películas de Alberto Rodríguez, Paco R. Baños o Santi Amodeo.
Pero sin duda es la danza flamenca la responsable de que el nombre de Sevilla esté hoy en los principales escenarios internacionales, con andaluzas afincadas aquí como Eva Yerbabuena y Rocío Molina que se suman al talento de los sevillanos Rubén Olmo, nuevo director del Ballet Nacional de España, del iconoclasta Israel Galván -en tantos proyectos de la mano del artista conceptual Pedro G. Romero-, o de la tradición que encarna Farruquito.
Y si en música asistimos al triunfo de la cantaora Rocío Márquez y de tantos ex alumnos de la Fundación Cristina Heeren, y a la consolidación de la Accademia del Piacere de Fahmi Alqhai y de la Orquesta Barroca de Sevilla, Premio Nacional de Música, en alianza con la Real Orquesta Sinfónica (ROSS) hemos visto despegar las carreras pianísticas de Javier Perianes y Juan Pérez Floristán, en tanto que la lírica se ha llenado de esperanza gracias a la soprano Leonor Bonilla.
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