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José Manuel Montenegro | Guardia Civil Condecorado

"No escuché el disparo, sentí los plomos pasar por delante de mi cara. O salía él o salía yo"

  • El guardia civil condecorado con la cruz roja relata cómo fue la intervención en la que se jugó la vida para impedir una matanza

  • Ha recibido su medalla junto con un policía local de El Cuervo en un acto marcado por la ausencia del general Manuel Contreras

El policía local Francisco Ferrera y el guardia civil José Manuel Montenegro, tercero y cuartos por la izquierda.

El policía local Francisco Ferrera y el guardia civil José Manuel Montenegro, tercero y cuartos por la izquierda. / Juan Carlos Muñoz

El guardia civil José Manuel Montenegro tuvo que disparar por primera y única vez su arma reglamentaria en el curso de una intervención la tarde del 28 de octubre de 2017. Nunca más ha abierto fuego más allá de unas prácticas de tiro en 25 años de profesión, de los que los últimos diez los ha pasado destinado en El Cuervo.

Aquel día, Montenegro se enfrentó a un tipo armado hasta los dientes que quería matar a su familia, al que desde entonces se le conoce con el sobrenombre del Rambo de El Cuervo. Con la ayuda del policía local Francisco Ferrera, consiguió impedir una tragedia. Ayer, los dos agentes, el guardia civil y el policía local, recibieron sendas cruces al Mérito de la Guardia Civil. La de Montenegro es con distintivo rojo, una de las más altas distinciones del cuerpo, reservada en el caso de los guardias rasos a aquellos que se han jugado la vida en alguna intervención.

Un momento del desfile de la Guardia Civil. Un momento del desfile de la Guardia Civil.

Un momento del desfile de la Guardia Civil. / Juan Carlos Muñoz

El primero en llegar fue el policía local, que estaba solo aquel día. "Recibo una llamada de un vecino, que decía que su hermano estaba disparando en su casa y que había herido a su padre. Decido presentarme en el domicilio, no sin antes llamar a los compañeros de la Guardia Civil. Cuando llego, oigo varios tiros sin saber de dónde provienen. Se sube una persiana y los que están dentro de la casa me llaman para hacerme unas indicaciones. Cuando me acerco, pegan un tiro hacia el lugar en el que yo estoy. Me refugio detrás de un coche y los plomos me pasa por encima de la cabeza", explica el agente municipal. En ese momento aparece la pareja de la Guardia Civil.

"Habíamos hablado antes con el compañero de la Policía Local, que nos había pedido que acudiéramos corriendo. Cuando llegamos, el policía local nos para, nos dice qué casa es y escuchamos cuatro disparos. Entramos y nos encontramos a dos adultos y a un niño de tres años, asustados y pegados a la pared", detalla el guardia Montenegro. El padre del agresor ya estaba herido. Su hijo le había disparado con un revólver en la pierna, que le fue amputada poco después.

Un momento del acto celebrado este viernes en Montequinto. Un momento del acto celebrado este viernes en Montequinto.

Un momento del acto celebrado este viernes en Montequinto. / Juan Carlos Muñoz

"Veo a un hombre que dispara una escopeta y quito la cabeza. No escuché ni el disparo. Sentí los plomos pasar por delante de la cara. Me dije 'este va en serio', saco mi arma y disparo dos veces. Se esconde y lo llamo... 'Benito, Benito'... al tiempo que aviso a mis compañeros por si busca otra ubicación.En ese momento vuelve a disparar, mientras sus familiares me pedían a gritos que no me fuera. Fue una situación de estrés increíble, y de miedo. O salía él o salía yo".

El Rambo, que no tenía antecedentes ni nunca había protagonizado ningún altercado en el pueblo, se terminó rindiendo y fue detenido por la Guardia Civil y la Policía Local de El Cuervo. Fue condenado a 35 años. Los que impidieron la matanza lucen hoy sus medallas.

La secretario de Estado de Seguridad, Ana Botella, pasa revista a la Guardia Civil. La secretario de Estado de Seguridad, Ana Botella, pasa revista a la Guardia Civil.

La secretario de Estado de Seguridad, Ana Botella, pasa revista a la Guardia Civil. / Juan Carlos Muñoz

Las recibieron en un acto celebrado a mediodía de este viernes en la comandancia de la Guardia Civil de Sevilla, un acto marcado por las ausencias. La primera, la del general Manuel Contreras, que cesó como jefe de la IV Zona el pasado 2 de octubre. Algunas fuentes apuntan que Interior le ha prohibido despedirse besando la bandera.

El PP mostró su desacuerdo con la decisión del Gobierno de no ascender a Contreras a general de División no enviando a sus habituales en estos actos, como Juan Ignacio Zoido o Antonio Sanz. La representación de la Junta recayó en la consejera de Cultura, Patricia del Pozo.

Un momento del desfile. Un momento del desfile.

Un momento del desfile. / Juan Carlos Muñoz

El acto lo presidieron la secretaria de Estado de Seguridad, Ana María Botella, y el director general de la Guardia Civil, Félix Azón, que dijo en su discurso que los narcos no van a ganar la batalla. Buena parte de culpa de eso la tiene Contreras, que ha dirigido una macrounidad contra el narcotráfico que tiene su sede en Sevilla. Y entre los invitados, no dejó de llamar la atención la presencia de Mario Conde.

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