Sevilla

Resignación en el primer día de curso

  • El colegio Buen Pastor, en el barrio de Nervión, recibió ayer a 850 alumnos tras más de dos meses de vacaciones

El pantalón azul marino, el polo celeste y la misma cara de sueño y resignación identifica a los 850 alumnos del colegio Buen Pastor, en el barrio de Nervión, que retomaron ayer su actividad lectiva en un ambiente de total normalidad. Las lágrimas, que al igual que los libros pasan de generación en generación, se transforman poco después en sonrisas al reconocer a los compañeros de siempre. Para la mayoría de los niños, según los padres, sobre todo los más pequeños, la noche del domingo se convirtió en la más larga de todo el verano.

El lunes a las 7:45 se terminaron las vacaciones para Marta. A la pequeña, de cinco años, le costó "mucho trabajo levantarse para comenzar un nuevo curso", según explicó su madre mientras se despide de la pequeña. A pocos metros Rosi, conserje del centro, atiende a los padres ante las primeras dudas que surgen al principio del curso. Como cada año los padres se retrasan a la hora de llevar a sus hijos a la escuela. Los responsables del centro mantienen abierta la cancela para que ningún alumno se quede fuera. Las clases tienen que ser retrasadas .

Algunas familias acaban de llegar de las vacaciones y todavía están adaptándose a la rutina. Antonio Cabrera se despide desde la puerta de su hija de cinco años. "Ha estado algo nerviosa durante la noche, quizás por el hecho de volver a encontrarse con sus amigos, que no ve desde junio". "Llegamos el domingo de la playa, el cambio ha sido un poco brusco", agrega el padre de la pequeña.

El director del centro, Joaquín Egea, se muestra satisfecho ya que en el primer día de curso todo ha transcurrido con normalidad. "Salvo por los problemas que surgen cada año con la adquisición de los libros de texto, que se solucionará durante la semana, no hemos tenido ningún contratiempo", agrega. Para Egea, el sistema que permite que los padres adquieran los materiales para el nuevo curso no es del todo eficiente, ya que en ocasiones el número de alumnos "no coincide de un año para otro, lo que entorpece la actividad normal del centro", explica.

Gonzalo tiene cuatro años y como algunos de sus compañeros viste el chandal del colegio. "Dentro de unos meses veremos cómo está", comenta su madre. Al acceder al aula, el pequeño observa el nuevo patio infantil que construye el encargado de mantenimiento del centro. Mientras María José Amieba acompañaba a sus sobrinos de cinco y nueve años a las clases. Comienza el nuevo curso y también empiezan los primeros problemas para compaginar los horarios. "Mi hermana y su marido trabajan por la mañana y no pueden traer a su hijo. Cualquier ayuda por parte de la familia es bienvenida", explica.

María, que ha estado las dos primeras semanas de septiembre dejando a su hija Paula con sus abuelos, comenta con el resto de madres los trabajos de mejora que ha realizado el centro. Durante el verano la escuela comenzó las obras de rehabilitación del centro y la construcción de un nuevo patio infantil. A las 9:30, y con las aulas entreabiertas, los padres se agolpan en torno a la recepción del centro. La conserje del centro intenta explicar el sistema de adquisición de los materiales. Los padres también comienzan su particular vuelta al cole. El director del colegio también atiende las dudas de algunos padres acerca del horario y los profesores de sus hijos. "Tenemos la obligación de desarrollar reformas didácticas que mejoren la calidad del alumnado ante las deficiencias que presenta el sistema educativo", añade Egea.

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