Sevilla

Sevillanos en Wuhan, los pioneros del coronavirus

  • Los miembros del cuerpo técnico de un club de fútbol de Wuhan relatan su vida un año después de enfrentarse a la pandemia desde su origen

  • Observan preocupados desde la distancia la situación en España, donde residen sus familiares

  • Cuentan que la vida se parece a la de antes de la pandemia, aunque están controlados por el móvil

José Antonio Maldonado y Manuel Vela se abrazan en la estación de Santa Justa, en febrero de 2020.

José Antonio Maldonado y Manuel Vela se abrazan en la estación de Santa Justa, en febrero de 2020. / Juan Carlos Muñoz

Fueron los primeros sevillanos que se familiarizaron con palabras como coronavirus, cuarentena, confinamiento, PCR, antígeno, desescalada, aislamiento o distancia social. Estos términos ya formaban parte de su vocabulario cuando a la mayoría de los españoles apenas les sonaban de oídas. Y, por supuesto, mucho antes de que empezara a haber demanda de mascarillas y geles hidroalcohólicos en nuestro país. Como fueron los primeros en enfrentarse al coronavirus, se sintieron por momentos como unos apestados. Al fin y al cabo vivían en el foco de la pandemia, la ciudad china de Wuhan, en aquellos momentos iniciales cuando en Europa sonaba tan extraño que en China se ordenara el confinamiento de una población de once millones de habitantes.

Pedro Morilla, Manuel Vela, José Antonio Maldonado y Antonio Sevillano son los cuatro sevillanos que ejercieron de pioneros ante el coronavirus, los primeros que se enfrentaron a lo que luego tendría que hacerlo toda la población mundial. Los cuatro forman parte del cuadro técnico del Wuhan Three Towns, un equipo de fútbol de la ciudad que apostó por Morilla como director deportivo, mientras que los otros tres son entrenadores de distintos equipos de categorías inferiores.

A finales de enero regresaron a España y pasaron una cuarentena de dos semanas en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid. El 13 de febrero hizo un año que Vela y Maldonado se bajaban del AVE en la estación de Santa Justa y abrazaban a los suyos. En la fotografía que se publicó en la portada de Diario de Sevilla el 14 de febrero de 2020, el día de San Valentín, aparecía Vela en primer plano rodeando con sus brazos a una familiar, mientras Maldonado saludaba en segundo término a sus seres queridos, que los esperaban en la estación.

Vela saluda a sus familiares, con Maldonado al fondo, hace ya más de un año en Santa Justa. Vela saluda a sus familiares, con Maldonado al fondo, hace ya más de un año en Santa Justa.

Vela saluda a sus familiares, con Maldonado al fondo, hace ya más de un año en Santa Justa. / Juan Carlos Muñoz

Qué lejos queda aquello. Hace poco más de un año y parece una imagen de otra época. Nadie lleva mascarilla, las personas se abrazan con normalidad, hay sonrisas y felicidad y en la estación se intuye de fondo el trajín habitual de un viernes a mediodía de los de antes de la pandemia, con un buen número de viajeros saliendo de la ciudad en tren y otra remesa llegando dispuesta a pasar un buen fin de semana de ocio en ella.

Un mes después, el Gobierno decretaría el estado de alarma y ordenaría el confinamiento total de la población en sus casas. Pero entonces, el coronavirus –al que todavía nadie llamaba Covid-19– no era ni siquiera una preocupación en España. En aquella portada del diario, los sevillanos de Wuhan eran más los protagonistas de una historia exótica que unos avanzados que vivieron unas semanas antes lo que el mundo entero experimentaría en cuestión de días.

El periódico abría a cinco columnas con una noticia que nada tenía que ver con la sanidad: “Las pérdidas del A400M de Airbus ponen en peligro cientos de empleos”. Se desconocía que habría cientos de miles de empleos en peligro un mes más tarde. En el plano local se destacaba que el Ayuntamiento de Sevilla empezaría a multar a los dueños de los perros que no limpiaran los orines (algo que pronto dejarían de ser una preocupación para los sevillanos), mientras que en la política andaluza había espacio para Teresa Rodríguez, que ya pretendía crear otro partido y salirse de Adelante Andalucía. Del coronavirus sólo había una referencia en la foto. Y la palabra pandemia no aparecía por ninguna parte.

Pedro Morilla, en una sesión de entrenamiento. Pedro Morilla, en una sesión de entrenamiento.

Pedro Morilla, en una sesión de entrenamiento. / M. G.

Durante este año transcurrido desde entonces, los cuatro sevillanos de Wuhan se han convertido en una especie de “profesionales de las cuarentenas”, como dice José Antonio Maldonado, sevillano de San José de la Rinconada que jugó en las categorías inferiores del Betis y pasó sus mejores años en el Mallorca, de lo que da buena cuenta su fotografía de perfil de WhatsApp, en la que disputa un balón con el defensa del Barcelona Carles Puyol. En noviembre del año 2019 se incorporó al cuerpo técnico del Wuhan Three Towns.

Cuatro meses después regresaba a España y pasaba una primera cuarentena al llegar. Como sus otros tres compañeros, luego estuvieron encerrados durante el confinamiento general, que les pilló en suelo español y, al regresar a China, otra cuarentena de dos semanas en un hotel, impuesta por el Gobierno chino para permitirles el regreso al trabajo presencial en Wuhan. “Llevo cuatro confinamientos, aunque no he contado los días en total. Los dejé de contar. A los que pasamos en España hay que sumarles 35 días. Un máster, vamos”, cuenta Vela, que añade que lleva 7 pruebas PCR (“tampoco son muchas”) y otras tantas analíticas y serológicos.

Lo bueno de ser los primeros en sufrir el virus es que también pueden ser los primeros en conocer su final. O al menos una vuelta a la normalidad, a la de antes, no a la nueva que se inventó el presidente del Gobierno cuando presentó aquella desescalada tras el confinamiento. Los cuatro coinciden en que la vida en Wuhan se parece mucho ahora a la de antes de la pandemia, con la única excepción del uso de la mascarilla. “Sigo saliendo a trabajar, a comprar en grandes superficies, a cenar... y la única obligación es ponerse la mascarilla. No hay distancia de seguridad, no hay restricciones de entradas por aforo limitado. Es todo muy normal”, comenta Vela.

José Antonio Maldonado, primero por la izquierda, con dos compañeros. José Antonio Maldonado, primero por la izquierda, con dos compañeros.

José Antonio Maldonado, primero por la izquierda, con dos compañeros. / M. G.

La tercera ola del covid-19 les ha pillado en China, donde siguen trabajando y preparando a las distintas categorías del equipo de fútbol para el que trabajan. El club tiene un proyecto importante de cantera y envía a un buen número de niños a Barcelona para que se formen. Los sevillanos están cómodos en China. Viven en una urbanización en la que, si quieren, no tienen por qué mezclarse con la población general, lo que les permite mantener una burbuja y mantener los contagios a raya.

Hace un año, Vela describía la situación comparándola con la película Soy leyenda. Que en un país superpoblado alguien pudiera caminar durante siete kilómetros para ir a hacer la compra y no se cruzara con nadie suponía una verdadera impresión. Lo que no sabía es que esas imágenes desoladoras de calles vacías podrían tomarse en su ciudad natal un par de meses después.

Mantienen a sus familias en España, algo que ya hacían antes de la pandemia. Vela y Maldonado comparten vivienda y el primero despierta al segundo cada vez que juega al Betis para ver el partido. “Yo también soy bético, pero Vela lo vive de una manera muy especial”, explica Maldonado. Y Vela lo admite. Le da igual que gane, como hace mucho últimamente, que pierda, que juegue bien o que juegue mal. “Yo necesito al Betis para sentirme vivo”. Sobre cómo lleva vivir los partidos del equipo de sus amores en la distancia, dice que lo hace “con orgullo porque el Betis se lleva en el corazón”. “Sentir, se siente igual, pero me duele por los más de 50.000 familiares que no pueden ir a verlo”.

Manuel Vela, ante el autobús del Wuhan Three Towns. Manuel Vela, ante el autobús del Wuhan Three Towns.

Manuel Vela, ante el autobús del Wuhan Three Towns. / M. G.

No pudieron disfrutar de las vacaciones de Navidad por el riesgo que conllevaba salir de China, entrar en España y regresar de nuevo a China. Por el momento no miran mucho más allá del mes de junio, cuando acaba la temporada. Entonces ya verán si regresan a España para las vacaciones. Pero, para entonces, esperan que todo en España se haya normalizado, “por el bien y la economía del país”. “Las vacaciones son algo secundario, quiero una vida normal para mi gente”.

Pedro Morilla: "Para mí ha pasado todo muy rápido"

“Ha sido un año muy complicado desde que el 23 de enero de 2020 se decretó el cierre de Wuhan. Para mí ha pasado todo muy rápido. Ahora estoy aquí de nuevo, y trabajo con normalidad. Lo que sí hay son muchos controles. Se acrecentaron las medidas para el fin de año chino”, explica Morilla, a quien le preocupa mucho la situación en España y pide medidas globales como el cierre fronterizo.

Regresó a China a mitad de septiembre, pasó 15 días de cuarentena en Shanghai, y en octubre regresó al trabajo en Wuhan. “Todos los entrenamientos de cantera se están realizando con normalidad y el primer equipo ascendió de categoría en la temporada pasada”.

Morilla, con los niños de su equipo. Morilla, con los niños de su equipo.

Morilla, con los niños de su equipo. / M. G.

Para el director deportivo del Wuhan Three Towns, la última cuarentena fue la más estricta, sin poder salir de una habitación de hotel mientras dejaban la comida en la puerta. “Hubo una diferencia entre el confinamiento de Wuhan y el de España. Aquí se testó a toda la población y ya se sabía que no había covid. En España salimos del confinamiento sin esa seguridad y llegó el verano y todo lo que vino después”, apunta Morilla, que envía mucho ánimo a sus allegados en España.

Manuel Vela: "No se puede vivir con el miedo a moverte"

“Mi familia sigue en España. En primer lugar, China es un país poco común sobre lo que yo conozco. Mis hijas son pequeñas, menos mi Moni que tiene 18 años, mi Amanda tiene diez y mi Antonella seis. El chino es un idioma muy complejo y una adaptación aquí sería larga y mi contrato no es de larga duración, por lo que lo de traer a la familia nunca estuvo contemplado. Ellos están muy preocupados por la situación en Sevilla, no salen a jugar. Del colegio a casa y de casa al colegio. Decidimos que las clases de inglés las dieran online para evitar riesgos. Pero es impotente ver cómo algunos se esfuerzan por vencer a esta pandemia y otros ponen todo de su parte para seguir viviendo esta miseria que nos ha traído la vida”, cuenta Vela cuando se le pregunta por su familia y por cómo ve la situación en España desde la lejanía.

Lleva un año esquivando al coronavirus, desde que éste surgió en el mercado de Wuhan, a unos siete kilómetros de su casa. “He tomado las precauciones y he tenido la suerte de no contagiarme. Me siento con fuerza de seguir trabajando sin miedo al contagio. Creo que no se puede vivir con el miedo a moverte para no estar expuestos. Aquí estamos rodeados de profesionales y sabemos que una imprudencia pondría en peligro el puesto de trabajo de un centenar de personas y medio millar de niños. Nuestro día a día es seguro es porque las medidas que se tomaron y se toman así lo garantiza”, narra este entrenador, que esta temporada dirige dos equipos, uno de niños nacidos en 2009 de iniciación a fútbol 11 y otro equipo juvenil.

“Lo normal es entrenar por la mañana o por la tarde, yo en ocasiones doblo turno por llevar dos equipos, pero es algo que no me pesa porque es lo que me gusta. Las ligas se suspendieron por el Covid y en la actualidad no hay competiciones.

José Antonio Maldonado: "La vida aquí es parecida a la de antes"

José Antonio Maldonado (primero por la izquierda en la fotografía que se reproduce junto a estas líneas) dirige a uno de los primeros filiales del Wuhan Three Towns. En el momento de esta entrevista, desconocía si habría liga este año y creía que sólo competirían los primeros equipos en una burbuja al estilo de la que puso en marcha la NBA el año pasado.

Cuenta que la vida se parece mucho a la de antes, salvo por la obligatoriedad de llevar la mascarilla. A esa situación de normalidad se ha llegado gracias al exhaustivo control del Gobierno chino. No sólo para entrar en el país, que oliga a cada viajero a pasar dos semanas de cuarentena en un hotel, sino que después hay controles de temperatura y de movilidad a través del móvil, mediante un código QR.

Por lo demás, admite que su vida es parecida a la de antes de la pandemia y se refiere a la posibilidad de ir a comer a un restaurante con cierta normalidad. Como sus compañeros, atiende con preocupación a las noticias que llegan desde España, donde está su familia. “Somos ya unos profesionales de las cuarentenas”, dice, recordando todo su periplo para salir de China y para volver a ella.

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