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Tornaviaje y el hijo pródigo: 'regresos' de Sevilla a Madrid

  • Presencia. Dos exposiciones en el Museo del Prado sobre arte iberoamericano y el Barroco según Murillo y Valdés Leal resaltan el protagonismo histórico y artístico de Sevilla

Un de las galerías del Museo del Prado.

Un de las galerías del Museo del Prado. / víctor lerena / EFE

En Madrid hay dos exposiciones temporales del Museo del Prado en las que Sevilla tiene un protagonismo especial. Una vista de la ciudad, con la Giralda, la torre del Oro, el río y Triana y una glosa del Arenal con versos de Lope de Vega abren la muestra Tornaviaje. Arte iberoamericano en España. Con el recíproco enriquecimiento artístico y patrimonial a ambas orillas del Atlántico. Junto a artistas mexicanos, peruanos, quiteños o guatemaltecos, hay elementos artísticos de cinco provincias andaluzas. Piezas de iglesias o museos de Écija, Carmona, Arahal o Salteras y documentos del Archivo de Indias.

El plano de Potosí, el recibimiento que Moctezuma dispensó a Hernán Cortés, el diálogo entre Juan Diego y la Virgen del Guadalupe, el legado del mestizaje, un Divino Indiano que se venera en Antequera o reliquias de la hermandad de la Mortaja. Y un cocodrilo de tamaño natural en plata y carey que acabó siendo símbolo de la fe con la contraseña de que "el malvado asusta al malvado". El Tornaviaje es una metáfora del nervio humano de Madrid. La población latina es fundamental en los trabajos de la metrópoli. Puro mestizaje.

Murillo y Velázquez son los dos patronos del Museo del Prado. Rodeada por el Botánico, la sede de la Academia de la Lengua y el Monasterio de Los Jerónimos donde el 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte de Franco, el rey Juan Carlos fue proclamado jefe del Estado con el beneplácito eucarístico del cardenal Tarancón.

El hijo pródigo de Murillo y el arte de narrar en el Barroco andaluz. Una serie de seis cuadros excepcionales, con un curioso precedente francés, que Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) dedicó a la parábola del hijo pródigo. Obras de un museo de Dublín. Todo el ciclo completo: el reparto de la legítima, la partida del hijo, sus dispendios en lujos y borracheras, el desdén de las cortesanas, las penurias del porquero y el recibimiento en casa del padre. Le acompaña su discípulo Antonio del Castillo y el más notable de su coetáneos, Juan de Valdés Leal (1622-1690).

El Prado se adelanta a la conmemoración del cuarto centenario del nacimiento del pintor de las Postrimerías con su serie de cuadros sobre San Ambrosio, maestro de las conversiones: llevó al redil de la iglesia a Agustín de Hipona y perdonó a Teodosio, uno de los tres emperadores sevillanos. Valdés Leal hace un cameo con Ambrosio Spínola, que fue arzobispo de Oviedo, Santiago y Sevilla y era nieto del Spínola militar que aparece en Las Lanzas de Velázquez.

También está Sevilla presente en el Palacio Real. Lo mandó construir Felipe V, el primero de los Borbones. Un edificio italianizante: los frescos de Tièpolo, la escalera de Sabatini, el salón de Gasparini. Carlos III fue el primer rey que residió en sus dependencias; Alfonso XIII, el último, hasta 1931, cuando al proclamarse la II República cogió un barco en Cartagena hasta Marsella.

Hay vajilla de la Cartuja, de la fábrica de Pickman, y la Giralda está reproducida en algunos de los dispensarios. La colección de relojes es fascinante. Siempre dan la hora de la historia. Hay sendos bustos de Juan Carlos I y de la reina Sofía. La firma del Rey emérito está presente en dos momentos fundamentales: el 12 de junio de 1985, cuando España firmó su adhesión a la Unión Europea; el 18 de junio de 2014, recién iniciado el Mundial de Brasil, la abdicación del Rey emérito en la persona de su hijo, Felipe VI. Un nombre fundamental en la historia madrileña de la Monarquía. Felipe II fue señor del Mundo desde El Escorial; Felipe III tiene una estatua ecuestre en el centro de la Plaza Mayor porque fue quien llevó la Corte a Madrid en 1606; Felipe IV fichó a Velázquez como pintor de cámara; Felipe V, el rey nacido en Versalles, mandó construir el Palacio Real donde Felipe VI preside las recepciones y despachos a embajadores. El felipismo es parte consustancial de la historia de España. La real y la imaginada.

Plauto es el autor de moda. Rafael Álvarez El Brujo prepara el estreno de su nueva obra, Los dioses y Dios, a partir de un texto de Plauto. El mismo que inspiró la comedia Golfus de Roma, que nació como obra teatral con casi mil representaciones, la llevó al cine Richard Lester con Zero Mostel y Buster Keaton y vuelve al teatro de la mano de Carlos Latre y un magnífico elenco en el teatro La Latina. El mismo día que fuimos a verlo, Latre anunció al final que la función se la dedicaban a Steven Sundheim, autor del libreto, que acababa de fallecer a sus 92 años. El rey Juan Carlos, que aparece como firmante en el Palacio Real, es uno de los personajes que se cuelan en el delirio imitador de Seudulus, junto a Boris Izaguirre, Javier Gurruchaga o Chiquito de la Calzada. Calzada romana, por supuesto.

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