Los Estados Unidos de Amate

José Almuedo, ayer en la Gran Plaza. A la derecha, su libro, con el Zeppelin sobrevolando los cuatro barrios.
José Almuedo, ayer en la Gran Plaza. A la derecha, su libro, con el Zeppelin sobrevolando los cuatro barrios.

23 de octubre 2009 - 05:03

NERVIÓN era un marqués; Amate, un cortijo; Cerro del Águila, el nombre de una inmobiliaria. Son tres de los cuatro nombres de los barrios por los que Sevilla crece en los años 20, cuando se abre hacia el Este. El cuarto es Ciudad Jardín, con la huella indeleble de un proyecto de Aníbal González concebido para albergar a los visitantes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Un cuarteto de barrios cuya transición demográfica ha estudiado José Almuedo Palma, profesor de Geografía en el Instituto Velázquez. Tituló el trabajo Al este del edén, una visión edénica que encontró en una cita de Romero Murube ("rectores dulces y abismos claros") con la que ilustra esta visión soñada de la ciudad que convive con esos sueños y con sus miserias.

Almuedo es un hombre de paradojas. Nacido en Montellano, en la ruta sevillana de los pueblos blancos, responde al perfil que retrata en su libro de gente que llega a la ciudad de una distancia no superior a los 150 kilómetros "y cuanto más pobres, de más cerca". "En Sevilla todo el mundo tiene su pueblo, aunque sea el de su padre o el de su abuelo". Un historiador de extracción rural que dedicó su tesis doctoral al impacto de la industria en la Sevilla que va de 1850 a 1930, cuando aquí radicó la mayor producción mundial de corcho. Un bético que hace una historia sobre el barrio del Sevilla, Nervión, unido al marquesado de los Armero, los artífices de esta transformación, una familia que se enriqueció con las desamortizaciones del siglo XIX y fueron propietarios del cortijo Maestrescuela, génesis de esta ampliación de la ciudad. "Le cedieron al Ayuntamiento los terrenos para la Cárcel y el Matadero a cambio de que les dejaran urbanizar a su antojo".

Estos cuatro barrios que no figuran en guías turísticas ni en la carrera oficial (aunque el Cerro y Nervión tengan hermandades que van a la Catedral) son fundamentales en el nuevo diseño de la ciudad. "Sevilla no tiene ensanche a diferencia de otras ciudades. No sólo Madrid o Barcelona, sino incluso San Sebastián o Gijón". Es la primera vez que se planifica este crecimiento, que en términos demográficos en estos cuatro barrios no decrecerá, a diferencia del resto de la ciudad, ni en la crisis posterior a la Expo 29 ni en la propia guerra civil.

Nervión y el Cerro son de los años 20, el primero eminentemente burgués, el segundo un barrio proletario que con los años "se ha ido haciendo de clase media y políticamente empieza a pasar del PSOE al PP". Ciudad Jardín y Amate son de 1929. Uno se llamó Ciudad Jardín de la Esperanza, con un diseño próximo al espíritu de los socialistas utópicos, habitado por lo que Almuedo llama "una aristocracia obrera: electricistas, torneros, gente que trabajaba en la Pirotecnia". El otro nació como Estados Unidos de Amate, y tuvo un carácter inicialmente chabolista. "Generó una enorme polémica, sobre todo con la oposición de Giménez Fernández cuando era concejal en la época de la dictadura de Primo de Rivera". Amate, "que ha sido el barrio más duro, el más heavy", acogió a los chabolistas de asentamientos del Campo de los Mártires, de la Pañoleta, del cementerio, "en Sevilla había muchos Vacies", eliminados para lavarle la cara a la ciudad que iba a organizar la Expo del 29.

El libro lo editó RD Editores para el Aula para la Recuperación de la Memoria Histórica que dirige Juan Ortiz Villalba. Su autor frecuentó en años de estudiante el cine Juncal y tuvo una novia en Nervión. Ha paseado por los cuatro barrios. Del socialismo utópico de Ciudad Jardín al socialismo científico de Amate cuando rotularon su avenida principal con el nombre de Carlos Marx. Le gustan las villas de Nervión (una de ellas es una de las primeras obras del arquitecto Josep Lluis Sert) y pasear por el Cerro, donde un anciano le contó una vez que ese barrio estaba hecho "de domingos", cuando los vecinos descansaban de sus oficios en este núcleo cuyas calles trazó a cordel Juan Talavera, que igual que Aníbal González tiene calle en la cuna de Távora.

Los efectos del 29 fueron idénticos al 92: atracción y receso. El único barrio que surge como consecuencia del certamen es Ciudad Jardín, el edén literal. "Eran casas para acoger a los visitantes de la Expo del 29 y después venderlas. Una operación que fracasó, porque vinieron muchos menos visitantes de los previstos".

Pero iban en la dirección correcta, la que después siguieron el Corte Inglés y el diseño del Metro.

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