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El abrazo de Glasgow con las manos de Caracol

  • Reconocimiento. El premio José Antonio Blázquez a los periodistas Javier Mérida y Juancho Solís reconoce la afición con el filtro de la deontología y la honestidad

Juan Antonio Solís y Javier Mérida, de ‘Diario de Sevilla’, premios periodísticos José Antonio Blázquez

Juan Antonio Solís y Javier Mérida, de ‘Diario de Sevilla’, premios periodísticos José Antonio Blázquez / D.S.

Las manos de José Antonio Blázquez las tengo al lado de mi casa. Él mismo me contó que el escultor Sebastián Santos Calero las tomó de referencia para las manos de la estatua de Manolo Caracol, que comparte podio de estatuas con la Niña de los Peines y el torero Chicuelo. Blázquez, que simultaneó la crónica futbolística con la crítica flamenca, da nombre a un premio periodístico que anualmente convoca el Sevilla Fútbol Club.

La plata de este año se la han repartido dos amigos y colegas: Javier Mérida y Juan Antonio Solís. Valgan las manos de Blázquez para evocar un abrazo entre estos dos compañeros después de vivir un momento de tensión. Casi todas las historias de esta crónica pasan por la ciudad de Glasgow. Hoy se disputa en la olímpica Helsinki (Juegos de 1952) la final de la Supercopa de Europa que disputan Real Madrid y Eintracht de Frankfurt. Los mismos protagonistas de la quinta final de la Copa de Europa, disputada el 18 de mayo de 1960 en la ciudad escocesa en la que vivió Luis Cernuda parte de su exilio y donde evocó una Sevilla perdida pero inmortal en Ocnos. Ganó el Madrid 7-3, cuatro goles de Puskas y tres de DiStéfano, con actuación destacada de Luis del Sol, el bético de Arcos de Jalón, que suena a Macarena soriana.

A Juancho Solís le han premiado su primorosa crónica del ambiente que vivió la ciudad en la final de la Liga Europa protagonizada por el Eintracht Frankfurt y el Glasgow Rangers. Es una tradición que los escoceses pierdan y dejen los bares sin cerveza, como ocurrió en 2003 con el Celtic ante el Oporto de Mourinho. El Eintracht de Frankfurt y el West Ham United eliminaron casi a la misma hora y en la prórroga a Betis y Sevilla, respectivamente. En el West Ham jugó Frederic Kanouté y por la biografía del futbolista de Mali escrita por Solís sabemos que de ese equipo londinense era incondicional Alfred Hitchcock.

Si se lo hubiera propuesto, Javier Mérida habría triunfado como futbolista profesional. Se quedó con la teoría como uno de los periodistas más acreditados y solventes en los pronósticos de la quiniela. Recuerdo un partido del torneo de medios en el polideportivo Kendall, un derbi Diario 16-El Correo de Andalucía. Íbamos por delante los primeros hasta que salió Mérida al campo y volteó el resultado a favor del equipo que defendía al periódico fundado por el cardenal Spínola, de San Fernando como SuperPaco y Monchi, dos de los guardametas más queridos del Sevilla.

"Me llamo Frank Bascombe y soy periodista deportivo". Así empieza la novela El periodista deportivo de Richard Ford. Mérida y Solís formaron parte del equipo fundacional de la sección de Deportes de Diario de Sevilla, periódico que nace el 28 de febrero de 1999 con un triunfo del Betis sobre el Madrid en la portada. Por las plumas de estos dos reporteros han pasado ascensos y descensos, glorias y fracasos, historias personales, delirios colectivos.

El 16 de mayo de 2007 Sevilla y Espanyol disputaban en Glasgow la final de la Europa League. Al Sevilla lo entrenaba un manchego de Pedro Muñoz, Juande Ramos. Al Espanyol, Ernesto Valverde. Fue la última vez que se enfrentaron Antonio Puerta y Dani Jarque. El sevillista murió en agosto de ese mismo año con 22 años. El perico, con 26 años, falleció un año después. El gol de Iniesta a Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica llevó su nombre a los confines más lejanos del planeta.

En Sevilla no existe el periodista neutral, asexuado. En el fútbol la dualidad con consiente agnósticos. Pero esa militancia pasa por el filtro deontológico de una honestidad a prueba de tifosi. Virtud que adorna las brillantes carreras profesionales del bético Mérida y el sevillista Solís. Como yo hacía mis incursiones en la sección de Deportes con marcajes a lo Augenthaler, me fui a ver con ellos por televisión la final en el periódico. No había nadie del Espanyol. Tengo un amigo médico, eminencia de las vacunas, el doctor Gerardo Grau, catalán de Alcaná residente en Sevilla, que es del equipo blanquiazul.

El partido terminó empate a dos. Hubo prórroga y se pasó a la ruleta rusa de los penalties. Solís y Mérida eran dos niños cuando Panenka batió a Alemania en la Eurocopa de Yugoslavia. Javier profetizó una pifia de algún jugador del Sevilla, lo que soliviantó a Juancho Solís. La discusión subió de tono. Antonio Puerta, el héroe de aquel día de Feria contra el Schalke 04, marcó el decisivo sin imaginar que llevaba galeradas de epitafio. Con el triunfo sevillista, segundo consecutivo después de la final de Eindhoven de 2006 frente a unos ingleses de nombre impronunciable, llegó la calma. Javier y Juancho, unidos ahora por las manos caracoleras de José Antonio Blázquez, se fundieron en un abrazo. Colegas y caballeros a los que quince años después el destino ha vuelto a unir.

Juancho es paseante por la Alameda. Javier fue mi cicerone por el barrio de Rochelambert antes de que se viera obligado a hacerse ermitaño. He puesto en marcha la moviola de la amistad para ponerle el broche con palabras hermosas que Cernuda escribió desde Glasgow: "Quisieras saber qué razón tiene el atractivo del recuerdo". Ocurrió un día de mayo de 2007 en la calle Rioja.

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