Macarena: Epicentro del conflicto social

El albergue de Sevilla

Los vecinos de la zona insisten en poner el foco en el albergue, que consideran el origen del problema de convivencia

El centro celebra jornadas de puertas abiertas para que se conozca su labor asistencial

Una mujer camina empujando una silla de ruedas por la Macarena.
Una mujer camina empujando una silla de ruedas por la Macarena. / Juan Carlos Vázquez

El responsable del equipo municipal que trabaja en la calle con las personas sin hogar no fuma, pero suele llevar una o dos cajetillas de tabaco encima. "A veces un cigarrillo hace milagros. Personas que se niegan a ser atentidas, y que ni siquiera responden cuando se les habla, aceptan un cigarillo y ahí se inicia una relación con ellos".

El trabajo del equipo de calle es uno de los tres ejes de la Unidad Municipal de Intervención en Emergencias Sociales (UMIES). Los otros dos son la unidad móvil y el centro de acogida, el albergue, cuya actividad está en los últimos meses en el foco de la polémica después de que los vecinos de la Macarena hayan iniciado una campaña por las molestias que, aseguran, les genera la presencia de los distintos centros de atención a personas sin hogar en la zona.

Varias personas en el albergue municipal.
Varias personas en el albergue municipal. / Juan Carlos Muñoz

A uno le llegan tuits y fotos y vídeos difundidos masivamente por WhatsApp de unos excrementos en un portal, o escenas de sexo en mitad de la calle. Quizás por eso se termina haciendo una idea equivocada del albergue. Cualquiera que vaya con la idea de que va a entrar en un sitio decrépito, inhóspito, lleno de gente intratable, de desequilibrados gritando o de toxicómanos consumiendo droga en una esquina puede ir desterrando esos prejuicios.

El albergue (o Centro de Acogida Municipal, CAM) es una instalación moderna, limpia, completa y hasta bonita en algunas de sus dependencias. Fotografías hechas por los propios usuarios del centro adornan algunas de las paredes. Otros son retratos en blanco y negro de quienes viven en la calle. Primerísimos primeros planos faltos de color que resultan sobrecogedores.

Taller de encuadernación en el centro Miguel de Mañara.
Taller de encuadernación en el centro Miguel de Mañara. / Juan Carlos Muñoz

Alguno hay que sigue en el albergue. Otros consiguieron salir. Si lo hicieron fue gracias a la atención que se les prestó aquí, en el centro cuyo trabajo hoy se cuestiona. El albergue tiene 156 plazas pero no son las únicas que hay en Sevilla. La capital andaluza es una de las ciudades que cuenta con una mayor oferta de asistencia a personas sin hogar por habitantes. Son en total 391 plazas, repartidas en distintos centros, que se incrementan hasta las 450 en periodos de calor y frío.

El mapa municipal de atención a personas en situación de riesgo está compuesto por cuatro niveles. El primero es el Centro de Noche de Puertas Abiertas, en el Paseo Juan Carlos I. Es el nivel más básico, la entrada es libre y sin ninguna exigencia. Hay quien va a dormir y quien solo quiere ducharse. El segundo nivel está compuesto por el Centro de Noche de Alta Tolerancia, en el Hogar Virgen de los Reyes. En el tercero está el albergue o CAM y en un cuarto un programa de 20 viviendas tuteladas o housing first.

Personal de la UMIES del Ayuntamiento de Sevilla.
Personal de la UMIES del Ayuntamiento de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz.

El Centro de Orientación e Intervención Social (COIS) es el encargado de hacer una primera valoración y de derivar a la persona en cuestión a un recurso u otro. No hay un perfil de usuarios, si bien es cierto que hay más hombres que mujeres y que muchos son politoxicómanos y/o enfermos mentales que suelen descompensarse tras un tiempo en la calle sin tomar su medicación.

Hay también bastantes temporeros, que necesitan un lugar para quedarse durante unos días, antes de dirigirse a alguna de las campañas agrícolas, y no tienen dinero para pagarse un hospedaje. A estos recursos hay que añadir los convenios con entidades sociales y religiosas, como el centro Miguel de Mañara, Cáritas, Asaenes o la Fundación Atenea.

Trasiego en una de las calles del barrio.
Trasiego en una de las calles del barrio. / Juan Carlos Muñoz

Muchas de estas plazas de albergue están en la Macarena, donde el conflicto con los vecinos (o al menos un grupo de ellos se ha recrudecido en el último año). Hay personas sin hogar que se pasan el día aparcando coches o consumiendo alcohol, hay peleas y hay algún que otro intento de robo a algún vecino, hay gente que defeca en un portal y hay parejas que practican sexo entre dos coches. Todas las imágenes que ha difundido un grupo de vecinos organizado son reales. No hay montaje ni manipulación en ellas. Y es cierto que eso genera un conflicto y un hartazgo que aumenta con el paso del tiempo.

Pero también lo es que lo que pasa ahora en la Macarena lleva sucediendo más de una década. No ha cambiado nada. Los índices de delincuencia han subido, pero lo han hecho en toda la ciudad. Hace seis años, por ejemplo, una pelea de gorrillas terminó en un homicidio. Uno de los aparcacoches mató a otro de una patada en la Resolana, a escasos metros de la Basílica de la Macarena. La situación no es más grave ahora que entonces. Basta darse un paseo por la zona.

Consumo de alcohol junto a los jardines del Parlamento.
Consumo de alcohol junto a los jardines del Parlamento. / Juan Carlos Muñoz

"Me voy a hacer gamberradas", dice con una sonrisa irónica una mujer que sale, ayudada por un andador, del centro social Miguel de Mañana, colindante con el albergue. Es un lugar en el que viven 41 personas, varias de ellas enfermas terminales. Es viernes y la directora les ha pedido a los residentes que esperen en el centro, gestionado por las Hijas de la Caridad, para la visita de los periodistas de este diario.

El equipo directivo muestra las instalaciones. Hay una tertulia en el patio, otra en el porche y funciona a buen ritmo el taller de encuadernación e imprenta que se ha montado en un módulo prefabricado. La dirección del centro admite que puede haber problemas con alguna persona sin hogar, pero que hay buena sintonía con la mayoría de los vecinos.

Una monja camina por un pasillo del centro Miguel de Mañara.
Una monja camina por un pasillo del centro Miguel de Mañara. / Juan Carlos Muñoz

Con otros no. Hay quienes ponen el foco en los centros sociales de la zona. De hecho, el movimiento vecinal contra los albergues tiene como objetivo la desconcentración de los centros sociales y su redistribución por otros barrios de la ciudad. El Ayuntamiento es consciente del problema y trabaja a largo plazo con esta idea, pero esto no contenta a los vecinos, que se muestran día a día muy duros en las redes sociales.

Algunos grupos políticos de la oposición han visto en las quejas de este colectivo una oportunidad para cazar votos, más aún en una época en la que se van a suceder cuatro elecciones en menos de un año. Hace unos años el debate era si hacían falta más plazas de asistencia social en Sevilla. Hoy esos centros están en el punto de mira. No vendría mal que los vecinos más críticos acudieran a algunas de las jornadas de puertas abiertas que organiza el albergue.

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