El anonimato, atributo de humildes
Calle rioja
Virtuosismo. Tres virtudes en dos libros. Coinciden en el tiempo el estudio de Gabardón sobre el Cristo de Humildad y Paciencia y la novela 'La Templanza' de María Dueñas.
EN el libro La educación de las virtudes humanas y su evaluación, mencionado por Laura Rojas-Marcos en su obra La familia, aparecen un total de 24 virtudes. Como por embrujo de una profecía bíblica, Humildad y Paciencia ocupan los puestos séptimo y décimo cuarto, respectivamente. Son los dos atributos del titular de la Hermandad de la Cena, centro de un libro editado por Páginas del Sur con la coordinación de José Fernando Gabardón de la Banda, doctor en Derecho y en Historia del Arte.
Un libro también familiar. El coordinador se lo dedica a Julia, su madre, nombre como el bellísimo poema de José Agustín Goytisolo. Jesús Gabardón, hermano de Fernando, cierra la nómina de colaboraciones con un trabajo sobre la arquitectura efímera.
El libro lo presentamos en la iglesia de los Terceros. Recorrí la calle Sol en sentido inverso a aquellos tiempos, tres décadas atrás, en que íbamos al Be Bop a escuchar buena música de jazz junto a la plaza de San Román. Camino de la iglesia, saludé a Ignacio, el librero de viejo, y le informé de la novedad libresca. En la misma calle hay otra librería de viejo, un bar, El tapeo de Juanma, y la Sala Cero, donde anunciaban una obra de Síndrome Clown, Mejor... es posible.
Era mi segundo encuentro con Joaquín Solís Tarín, hermano mayor de la Cena. Encontré su nombre en el libro Sonrisas Solidarias que han coordinado José Manuel Amores y Pepe Soto a beneficio de Andex. Solís Tarín llegó con el tiempo justo. Acababa de regresar de Guadalajara, donde la Fundación Cajasol llevará parte de los fondos de su muestra de arte barroco.
Titulé mi breve intervención Historias de Sevilla (y Filadelfia) porque hasta en la ciudad de la película de George Cukor hay un Cristo de Humildad y Paciencia, una iconografía que según el estudio de Gabardón de la Banda es un modelo germano-flamenco que tuvo fortuna en el sur. Fue emocionante la narración de la restauradora, Silvia Martínez García-Otero. Su acercamiento a los materiales, su intervención in situ sobre una obra anónima.
Me tomé la libertad de hacer dos referencias a mi pueblo. La primera tiene que ver con mi descubrimiento de la Semana Santa de Sevilla. Fue el Domingo de Ramos de 1980. Y mi primera imagen era la de la Santa Cena, cuyos comensales presidían la escena de la presentación. Fui a pasar el fin de semana a Puertollano. Entonces no había tren de Alta Velocidad. Y en el de la baja no encontré billetes. Al final del partido Calvo Sotelo-Ceuta, entré en los vestuarios y conseguí del delegado del equipo ceutí que me aceptaran como acompañante, a medias entre el invitado y el polizón. La expedición pernoctó en el hotel Fleming (creo que ahora se llama Villa Giralda) y yo fui caminando por la Puerta Osario a la pensión de Inés, en la calle Alonso el Sabio, antes Burro, entre Puente y Pellón y Pérez Galdós. En la Encarnación se produjo mi primer deslumbramiento. Un par de meses antes se había celebrado el referéndum del 28 de febrero. Una fecha que se repite. El 28 de febrero de 1974 se hicieron los primeros cultos en los Terceros al Cristo de Humildad y Paciencia, que desde 1937, entonces en Ómnium Sanctórum, no salía en procesión. El 28 de febrero de 2015, en el 16º aniversario de la salida del Diario de Sevilla, se terminó de componer el libro Cristo de la Humildad y Paciencia (Arte, Iconografía y Devoción).
Hablé de otra virtud que no menciona el libro de Laura Rojas-Marcos: la templanza. Con la humildad y la paciencia, tres de las siete virtudes capitales, complemento de las teologales. Es el título de la tercera novela de mi paisana María Dueñas (Puertollano, 1964), que hoy la presenta en Jerez, uno de los escenarios de la trama. La tarde que yo salí en el autobús del Ceuta, la profesora y ya consagrada novelista estudiaba bachiller y tenía 15 años. El libro se lo dedica a su padre y tuvo la gentileza de mandarme un ejemplar que recibí justo un día después de que hermanara esas tres virtudes en la iglesia de los Terceros.
A la salida, el editor y un servidor fuimos al bar Dueñas a la reunión que todos los martes celebran los componentes de Cuadernos de Roldán. Día redondo.
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