La antigua calle Real de Sevilla recobra todo el esplendor del pasado

La apertura de la colección artística de la Diputación en San Luis, la recuperación de la muralla y las obras en la casa del Pumarejo, ofrecen nuevos atractivos a la calle San Luis, una vía histórica desde época islámica

La muralla de la Macarena tendrá un contrato específico de limpieza por primera vez

La entrada a la calle San Luis por el Arco de la Macarena con la muralla, a la izquierda, y la basílica de la Macarena, a la derecha.
La entrada a la calle San Luis por el Arco de la Macarena con la muralla, a la izquierda, y la basílica de la Macarena, a la derecha. / Juan Carlos Muñoz

Una calle con una historia tremenda y grandes joyas patrimoniales. En los 800 metros de la calle San Luis se dan la mano el mudéjar más puro de San Gil, Santa Marina o San Marcos; y el barroco más espectacular de San Luis de los Franceses. Se puede visitar a una de las devociones más universales de la ciudad, como es la Virgen de la Esperanza Macarena; o admirar el tramo más importante de la muralla islámica de Sevilla. En San Luis se respira ambiente popular y de barrio y la restauración de la Casa del Pumarejo, notable edificio de la arquitectura civil sevillana del último cuarto del siglo XVIII, contribuirá decisivamente a potenciarlo cuando concluya esta actuación. Además, recorrer la calle deja a un tiro de piedra del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, actual Parlamento de Andalucía, si se camina hacia el norte; o de conventos como Santa Paula y Santa Isabel; iglesias como Santa Catalina, el exconvento de la Paz o los Terceros; palacios como la Casa de las Dueñas o las populares setas de la Encarnación si se va en dirección Sur.

Aunque la calle, por la cercanía con la venera de José Gestoso, centro neurálgico de Sevilla, comienza en la Plaza de San Marcos, este recorrido se hará en el sentido contrario, de norte a sur, para acceder por el Arco de la Macarena, antigua Puerta de los Reyes, por la que entraban en Sevilla los reyes que la visitaban por primera vez. Así lo hicieron Alfonso XI en 1327, Isabel la Católica en 1477, Fernando el Católico en 1508, Carlos I e Isabel de Portugal en 1526 y Felipe IV en 1624. Este hecho hizo que la calle San Luis fuera llamada calle Real hasta el siglo XIX. Los autobuses turísticos tienen una parada muy próxima, por lo que es ideal para realizar esta ruta.

El arco, la muralla y la Virgen de la Esperanza

La entrada a la calle San Luis por el Arco de la Macarena.
La entrada a la calle San Luis por el Arco de la Macarena. / Juan Carlos Muñoz

El Arco de la Macarena se sitúa en el extremo occidental de tramo de muralla islámica, construido como una ampliación de la cerca preexistente en el año 1134 realizada por el sultán Ali ibn Yusuf. Junto a la cercana Puerta de Córdoba y el Postigo del Aceite, es uno de los accesos antiguos de la ciudad que han permanecido en pie. Originariamente, su posición era acodada respecto a la muralla, lo que ofrecía una mayor seguridad. Desde este punto partía el denominado “Camino de Extremadura”.

Ningún eco existe de aquello. Ya en el siglo XVI se modificó su aspecto original. En la renovación llevada a cabo en 1723 por el alcalde Alonso Pérez de Saavedra y Narváez, conde la Jarosa; y en la efectuada en 1795 por el arquitecto municipal José Chamorro, se sustituyen los elementos islámicos por otros de estética clásica, otorgándole la imagen contemporánea.

Del arco parte el tramo más importante de la muralla islámica de Sevilla, construida por los almorávides y ampliada por los almohades. Esta parte conserva la barbacana y las torres, entre ellas la Torre Blanca o de la Tía Tomasa, la más importante. Todo el tramo ha sido rehabilitado recientemente y el Ayuntamiento tiene en proyecto hacerla visitable. Para ello se ha acondicionado la liza. Durante la restauración se constató que en su origen estaba pintada de blanco.

Uno de los monumentos más visitados de Sevilla es la Basílica de la Macarena, construida en el año 1949. Son legión las personas que acuden a diario para rezar a la Virgen de la Esperanza, al Señor de la Sentencia y la Virgen del Rosario, y cada vez son más los turistas que visitan el gran museo de la cofradía, donde se pueden ver, por ejemplo, los pasos perfectamente montados. Recientemente, el papa Francisco ha distinguido a la Virgen de la Esperanza con la llamada Rosa de Oro, distinción pontificia que recalca la enorme devoción de la imagen y que confirma a la basílica como un espacio de peregrinación para los cristianos.

De San Gil al Pumarejo

La iglesia de San Gil.
La iglesia de San Gil. / Juan Carlos Muñoz

A espaldas de la basílica se encuentra la parroquia de San Gil, uno de los templos mandados a construir por Alfonso X El Sabio tras la reconquista de la ciudad. De estilo gótico-mudéjar cuenta con la declaración de Monumento Nacional. La iglesia tiene importantes obras de Juan de Espinal o Domingo Martínez y una fantástica muestra de azulejería del siglo XIII. Aunque se ha remodelado en varias ocasiones, de su primera época se conservan la cabecera y el tramo transversal. En una de sus capillas residió la Macarena durante varios siglos.

La Casa del Pumarejo.
La Casa del Pumarejo. / Juan Carlos Muñoz

Dejando atrás San Gil se llega a la Plaza del Pumarejo. Allí se alza la casa-palacio del mismo nombre. Tras décadas de abandono, el Ayuntamiento acaba de emprender su rehabilitación integral. Este es un espacio vital para el barrio porque cuenta con usos históricos, como residencial, pequeño comercio y talleres artesanales, y locales para asociaciones y entidades vecinales.

Santa Marina, la belleza del mudéjar

El interior de la iglesia de Santa Marina.
El interior de la iglesia de Santa Marina. / Juan Carlos Muñoz

Continuando hacia el centro de la ciudad como hacían los reyes se llega hasta la iglesia de Santa Marina, sede la Hermandad de la Resurrección. Este templo, como San Gil, también fue construido tras la reconquista, aunque tiene añadidos posteriores, como la torre. Es una de las más antiguas de la ciudad, se considera su construcción en 1262. Son dignos de admirar su portada, la capilla sacramental, que está cubierta por una bóveda gallonada, o la capilla de la Aurora, con una maravillosa cúpula de lacería de ladrillo y yesería mudéjares. La hermandad, para dar a conocer todo este patrimonio, ha organizado una serie de visitas al templo. Este mes serán los días 14 y 21. Y en marzo, el 7. La inscripción se realiza en la web de la corporación.

La majestuosidad barroca de San Luis

La fachada de la iglesia de San Luis de los Franceses.
La fachada de la iglesia de San Luis de los Franceses. / Juan Carlos Muñoz

Casi frente a Santa Marina, un poco más hacia el Sur, se encuentra el complejo de San Luis de los Franceses. Exponente del mejor barroco sevillano y, para muchos, europeo, fue construida por Leonardo de Figueroa, el arquitecto estrella del barroco hispalense, para la Compañía de Jesús. La fachada ya es por sí misma es un gran retablo y un reclamo que atrae. El interior es una auténtica joya con retablos de Duque Cornejo y pinturas de Lucas Valdés. San Luis cuenta también con una extensa y completa colección de reliquias. Además de la iglesia, se puede visitar la capilla doméstica del noviciado de los jesuitas, que cuenta con un excepcional retablo de Duque Cornejo y pinturas y cuadros de Domingo Martínez, y la peculiar cripta, que ocupa la misma extensión de la iglesia y tiene una peculiar forma de flor con sus pétalos.

La exposición artística de la Diputación en San Luis
La exposición artística de la Diputación en San Luis / José Luis Montero

Hace apenas unas semanas, se abrió al público la colección Patrimonio Histórico de la Diputación de Sevilla 1500-1900 Arte y Beneficencia, compuesta por más de 100 piezas que provienen del Hospital de las Cinco Llagas, del Hospital de los Inocentes, del Hospital de San Lázaro, del Hospital de San José, del Hospital del Cardenal y del propio Noviciado de San Luis.

La espectacular iglesia de San Luis.
La espectacular iglesia de San Luis. / D. S.

La gran muestra ha abierto al público espacios como la antigua sala de ejercicios espirituales del Noviciado, el refectorio o la sala de profundis. La visita está incluida en el precio de la entrada al conjunto monumental, sin incremento alguno del coste: un euro para las personas nacidas y residentes en toda la provincia y de cuatro para los foráneos.

De San Marcos a la 'setas' o la Casa de las Dueñas

La parroquia de San Marcos.
La parroquia de San Marcos. / Juan Carlos Muñoz

La calle San Luis, que ya era un eje principal de comunicación norte-sur en época islámica, termina en la plaza de San Marcos. Allí se encuentra la iglesia del mismo nombre. Fue levantada también tras la reconquista sobre una antigua mezquita, de la que se conserva aún su torre alminar, a la que se le añadió en 1603 el campanario, una actuación que se atribuye a Vermondo Resta. Este templo gótico-mudéjar destaca por su escasa decoración, lo que resalta su pureza de líneas. Es una de las iglesias menos transformadas, pese a que ha sufrido muchas vicisitudes, como el incendio y saqueo de 1936 en la que se perdió el mobiliario y la decoración. Uno de sus elementos más sobresalientes, además de la torre, la portada del siglo XV.

La Plaza y el convento de Santa Isabel.
La Plaza y el convento de Santa Isabel. / Juan Carlos Muñoz

Muy cerca de San Marcos, ya abandonando San Luis, nos encontramos con el convento de Santa Isabel, en la bellísima plaza del mismo nombre. En su interior hay piezas de Martínez Montañés o Juan de Mesa. También a pocos metros se encuentra el monasterio de Santa Paula. En su iglesia de cajón se reúnen obras de Montañés, Alonso Cano, Felipe de Ribas o Domingo Martínez. Destaca sobremanera la portada del templo, realizada por el escultor Pedro Millán con la colaboración del ceramista de origen Francisco Niculoso Pisano. Este convento cuenta con un interesante museo.

Para finalizar esta ruta turística y patrimonial el visitante se puede dirigir hacia la Casa de las Dueñas, residencia sevillana de la Casa de Alba, el exconvento de la Paz, sede la Sagrada Mortaja; la iglesia de Santa Catalina; la iglesia de los Terceros, o las setas de la Encarnación.

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