Los efectos de la pandemia

Bares de Sevilla en Semana Santa: almuerzos largos y pocas cenas

Las terrazas de los bares continúan llenas estos días.

Las terrazas de los bares continúan llenas estos días. / Antonio Pizarro

La extraña Semana Santa que han vivido los sevillanos (la segunda sin cofradías por culpa de la pandemia del Covid-19) ha supuesto, al menos, un alivio para las cajas registradoras de bares, restaurantes y cafeterías, que han notado una importante subida de las ventas durante estas fechas, incremento que ha amortiguado la dura caída sufrida desde que en marzo del pasado año se decretara el primer estado de alarma. Sin embargo, estos beneficios –como apuntó el Domingo de Resurrección el presidente de la patronal hostelera, Antonio Luque– quedan muy lejos de los logrados en 2019, cuando sí hubo cortejos penitenciales.

A pesar del “balón de oxígeno” que ha traído esta fiesta para los negocios, el sector afronta con bastante incertidumbre la temporada de primavera ante el temor de que una cuarta ola conlleve nuevas restricciones en los establecimientos, extremo que, por ahora y a falta de que el comité de expertos se reúna mañana, descartó ayer el presidente andaluz, Juanma Moreno, quien, por otra parte, puso en duda de que pueda celebrarse la temporada taurina en la Maestranza, lo que daría al traste con la posibilidad de salvar las ventas en los bares y restaurantes del centro.

La Semana Santa que acabó el pasado domingo estuvo marcada por la falta de cofradías, la imposibilidad de moverse entre provincias andaluzas y las restricciones de aforo en bares y restaurantes. Desde los días previos al Domingo de Ramos representantes del sector comprobaron cómo las reservas se cubrían con clientela autóctona. Especialmente en las terrazas, donde se pueden sentar a comer seis personas en una misma mesa. Esta previsión se ha cumplido. Desde primera hora (antes incluso de la una del mediodía) los veladores ya aparecían repletos y era difícil encontrar uno libre hasta bien entrada la tarde. Ha sido la tónica general en la mayoría de los negocios.

Sin rotación de clientes

Así lo refiere Jesús Becerra, propietario del restaurante Becerrita, quien afirma que las ventas de este año se han reducido un 50% respecto a las de 2019, la última Semana Santa con pasos en la calle. “Las noches han sido muy flojas y en el restaurante no ha habido rotación de clientes”, refiere este profesional, que explica que, cuando hay cofradías los almuerzos no suelen durar más de hora y media porque los comensales quieren ver los cortejos penitenciales. Sin embargo, este año se han prolongado hasta tres horas, ya que no existía tal interés.

Una visión que comparte Javier de Rueda, copropietario del bar El Rinconcillo, quien admite que en una Semana Santa “normal” no había “una sobremesa excesiva”. “Había más rotación. Los clientes reponían fuerzas y no tardaban en marcharse porque había que seguir viendo cofradías”, recuerda.

Dos clientes disfrutan del buen tiempo en el velador de un bar. Dos clientes disfrutan del buen tiempo en el velador de un bar.

Dos clientes disfrutan del buen tiempo en el velador de un bar. / Antonio Pizarro

Un cambio de costumbres que vislumbra la nueva tendencia en la clientela. Tras meses en los que la apertura de bares y tiendas no excedía de las 18:00, muchos sevillanos se han acostumbrado a adelantar el almuerzo y enlazarlo directamente con la merienda para aprovechar al máximo el tiempo. La cena ha sido la gran relegada de la pandemia. Más aún con un toque de queda que el sector, con la implantación del horario de verano, estima que debería retrasarse hasta las doce de la noche y así prestar servicio hasta las 23:30.

En bares como La Alicantina, la falta de clientes a última hora se ha notado “muchísimo”, como indica uno de sus responsables, acostumbrado a un lleno total las noches del Domingo de Ramos y el Jueves Santo, cuando del templo colindante salen cofradías. “Hemos respirado un poquito, pero tampoco para tirar cohetes”, explica su encargado, quien añade que el nivel de gasto de los clientes también ha menguado respecto a 2019.

Terrazas y barras

Un balance un tanto diferente es el que expone Gonzalo Jurado, dueño de los restaurantes Tradevo, en la Plaza de la Pescadería y Nervión. El comportamiento de ambos en esta fiesta ha sido distinto, no tanto por su ubicación sino por la terraza que posee el primero de ellos, que ha estado siempre ocupada en los dos turnos de comida establecidos: uno, de 13:30 a 15:00; y otro, de 15:00 en adelante. Pero también de noche se ha registrado lleno. En este punto recuerda que una de las diferencias de esta Semana Santa respecto a la de 2019 es la de haber podido hacer un uso completo de la terraza, que hasta ese año tenía que ser retirada cuando comenzaban a pasar las cofradías.

Una de las restricciones que más han sufrido los hosteleros esta Semana Santa ha sido la de la barra. Muchos la han suplido con veladores altos, pero el provecho no ha sido el mismo. Ni mucho menos. Así lo explica el copropietario del Rinconcillo, que recuerda que antes de la pandemia la barra de esta taberna podían ocuparla hasta 70 personas. Ahora sólo la hacen 20. “Ése es otro motivo de que no haya rotación de clientes, porque el que logra un hueco libre, ya no lo suelta”, añade.

La Alameda ha sido una de las zonas más frecuentadas de público estos días. La Alameda ha sido una de las zonas más frecuentadas de público estos días.

La Alameda ha sido una de las zonas más frecuentadas de público estos días. / Antonio Pizarro

En Becerrita esta limitación también ha afectado al servicio de barra, muy demandado los días de Semana Santa y que ha sido suplido por mesas altas, aunque con una restricción de aforo que ha provocado una importante caída de clientes.

La Bodega de la Alfalfa sólo ha logrado un 30% de ventas en comparación con una Semana Santa normal. Así lo asegura uno de sus responsables, que considera que mientras se mantengan las limitaciones de aforo resulta imposible igualar los ingresos de años anteriores. Para este negocio, al que solían acudir muchos extranjeros, es fundamental que se permita la movilidad entre provincias y que se reactive el turismo, un objetivo que, por ahora, sólo se contempla a medio plazo. Mientras, el resto de la primavera se encara con idéntica “incertidumbre” que se vivió la víspera de la Semana Santa.

La cuarta ola

Una actitud común en la mayor parte del sector. Aunque el presidente de la Junta adelantara ayer que, por el momento, no se contemplan medidas más severas para la hostelería, los empresarios temen que la llegada de una cuarta hola repercuta de nuevo en sus negocios. Así lo expresó ayer el presidente de la asociación que defiende los intereses de este gremio, Antonio Luque, que insistió en que la “responsabilidad” en el aumento de los contagios la tiene la “actitud individual” de los ciudadanos, por lo que pidió a las administraciones que “no castiguen otra vez” a esta actividad económica.

La temporada taurina en la Maestranza constituye otra oportunidad para elevar las ventas de los negocios del centro. “El público que acude a presenciar las corridas suele realizar un gasto importante en restaurantes y bares”, señala Luque. Así lo manifiestan los responsables de La Flor del Toranzo, quienes han visto perdidas sus esperanzas, por ahora, de remontar las ventas ante la dificultad de que pueda celebrarse la feria taurina, que llena de clientes este local tan tradicional. “Está muy complicado”, apostillan.

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