Casa Morales recibe la Medalla de la Ciudad 2025: "Me decían que las niñas no van a las tabernas"

Reyes Morales es la primera mujer al frente de una taberna emblemática: "Sin Sevilla, esto no hubiera sido posible"

La Bodega Morales de Sevilla recupera el antiguo nombre de calle de La Mosca

Reyes Morales: "Es un orgullo recibir la Medalla. Se lo debo a Sevilla" / Rafa del Barrio

Hay lugares en Sevilla que necesitan poca presentación. Rincones con alma, con ecos de conversaciones de hace un siglo, con barriles que han visto pasar generaciones.

Casa Morales es uno de ellos. Este año cumple 175 años y lo celebra recibiendo la Medalla de la Ciudad de Sevilla 2025.

Pero, más allá del reconocimiento institucional, el verdadero hito está detrás de la barra: Reyes Morales, que se ha convertido en la primera mujer de la familia en llevar las riendas del negocio.

Ella es "la jefa", como la llama cariñosamente su marido, mientras nerviosa busca un rincón de la tarberna para grabar un vídeo para Diario de Sevilla.

“Mi bisabuelo fundó esto en 1850. Después pasó a mi abuelo, que murió joven, y lo siguió su viuda, mi abuela, pero entonces las mujeres no figuraban mucho en las tabernas”, explica Reyes con una sonrisa serena. “Mi padre y mi tío se hicieron cargo siendo muy jóvenes. Y ahora, después de ellos, llegué yo”.

Las mujeres en las tabernas

Ser mujer y tabernera en Sevilla no siempre fue compatible. “A mí me decían que las niñas no estaban en las tabernas”, recuerda. Pero Reyes no solo se quedó: transformó. De hecho, suya fue la decisión de introducir las tapas, cuando algunos aún se resistían. “Mi tío no quería introducir comida, decía que complicaba las cosas. Pero yo entendí que si queríamos seguir, había que evolucionar, y ha sido un éxito”.

Reyes Morales, propietaria Casa Morales
Reyes Morales, propietaria Casa Morales / Rafa del Barrio

Hoy Casa Morales conserva su esencia de bodega tradicional —aquella que solo servía vinos de Valdepeñas al principio— pero ofrece una carta al más puro estilo sevillana, que resiste a las modas y las paellas importadas, y conquista al turismo sin traicionar su alma. “Aquí se come lo de toda la vida: potajes, menudo, sangre encebollada, carne con tomate... Nada adaptado, todo nuestro”, dice con orgullo. “Y todo hecho aquí. Cocina casera de verdad”.

La medalla: "Por los que están arriba"

La Medalla de la Ciudad llega como un reconocimiento a una trayectoria de casi dos siglos. Pero también como un homenaje a quienes ya no están. “A mí me emociona hablar de esto, porque mi familia vivió una guerra civil, una posguerra, años muy duros… Y que ahora me toque a mí recoger esta medalla, es un orgullo inmenso. Por ellos. Por los que están arriba”.

Aunque estudió Farmacia, Reyes nunca perdió de vista la taberna. “Siempre me encantó. Yo sabía que si no la llevaba yo, no la llevaba nadie”. Hoy, además, cuenta con el apoyo de su marido, cliente de toda la vida, y el respaldo orgulloso de sus dos hijos: Eduardo, médico en Madrid, y Juan Carlos, más cerca, también vinculado a la historia familiar. “Están orgullosísimos”.

Un rincón por donde no pasa el tiempo

Casa Morales es más que un bar: es un refugio donde Sevilla se reconoce a sí misma. En Semana Santa, en las tardes de toros en Feria, en la mañana de Corpus, cuando la ciudad amanece con incienso en el aire y parroquianos de toda la vida llenan la barra.

En invierno, igual. Ni los más famosos se resisten a saborear los olorosos. Hace unos meses incluso se vio a Rosalía en una de sus mesas altas.

“Cuanto más grande es el día, más se llena esto. Estamos en un punto neurálgico. Todo pasa por aquí, y lo notamos. Con el turismo, y con el sevillano”, apunta Reyes.

Y mientras el turismo entra, curiosea y prueba por primera vez una tapa de sangre encebollada, la clientela sevillana sigue siendo el alma de la casa. “Sin Sevilla, esto no habría sido posible. Los sevillanos son los que han aguantado todos estos años”.

Y para empezar... un oloroso

¿Qué pedir en Casa Morales? Reyes tiene claras sus recomendaciones: “Para abrir boca, yo tomaría vino de Jerez. Un oloroso, con una tapa de jamón y lomito. Luego ya... lo que quieras. Y de cocina, el solomillo a la crema, el lagarto, el bacalao gratinado… Todo hecho aquí, como siempre”.

La taberna cumple 175 años con más éxito que nunca, cuando lleva el timón una mujer que sonríe y se emociona mientras toma conciencia de que recibe la máxima distinción que otorga la ciudad acompañada de los suyos, su marido, y sus hijos Eduardo y Juan Carlos.

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