Este domingo 25 de abril se cumplen 23 años de la catástrofe de Aznalcóllar a consecuencia de la rotura de una balsa minera que gestionaba la empresa sueca Boliden. Los vertidos tóxicos afectaron al río Guadiamar. Dos millones de metros cúbicos de lodos y cuatro millones de metros cúbicos de aguas contaminadas recorrieron 62 kilómetros hasta Entremuros, tramo final del Guadiamar y límite del Parque Nacional de Doñana. Fue uno de los peores desastres medioambientales que ha sufrido este país, cuya gravedad es comparable a la del Prestige.
En estas dos décadas se ha devuelto la normalidad a la zona contaminada, pero la organización ecologista WWF avisa de que aún queda pendiente el proyecto para que el río Guadiamar, el más importante históricamente para Doñana, aporte caudales de agua dulce a este espacio natural. Este proyecto, conocido como ‘Doñana 2005’, fue un compromiso de las administraciones que no se ha finalizado 23 años después, y siguen sin realizarse actuaciones necesarias como la eliminación de la montaña del río, clave para recuperar los aportes del Guadiamar, denuncia Juanjo Carmona, portavoz de WWF en Doñana.
“La marisma del Parque Nacional, en la provincia de Sevilla, lleva dos años prácticamente sin agua y el problema no solo tiene que ver con las lluvias, sino también con una restauración hídrica a medias, así como con las balsas y extracciones que se llevan a cabo para la agricultura en la zona. Esta situación puede agravarse si se cumplen los planes de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de dedicar el agua del Guadiamar no a la recuperación de Doñana, sino a proyectos agrícolas y mineros, como recogen los documentos iniciales del nuevo Plan Hidrológico de Doñana”.
Carmona recalca que “es necesario que la Administración finalice las obras pendientes del proyecto ‘Doñana 2005’ para asegurar los caudales necesarios" para Doñana, uno de los más valiosos espacios protegidos de Europa, Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.
La organización ecologista señala que también piden que se lleve a cabo un nuevo proyecto de restauración “Doñana 2030” para recuperar el equilibrio entre la marisma natural y transformada; el no recrecimiento de la presa del río Agrio; el no reabrir la mina de Aznalcóllar o impedir cualquier vertido minero al Guadiamar en caso de su reapertura”.
La coordinación entre las administraciones, la limpieza bajo criterios científicos y el desembolso de unos 200 millones de euros facilitaron que las 4.600 hectáreas anegadas por aquella riada tóxica, considerada por el CSIC cien veces mayor que la del Prestige, estén descontaminadas y hayan recuperado su riqueza ecológica.
La Junta no ha logrado cobrarle a Boliden los 90 millones que le reclama de la limpieza del vertido tóxico. La regeneración de la zona ha costado muchos millones más.
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