El CEIP Borbolla, un colegio de Sevilla comido por la humedad: "¡No queremos más chapuzas!"
Educación
El centro debe ser objeto de una gran intervención presupuestada en casi 400.000 euros
Lleva más de dos meses con un escalón de la entrada principal roto sin que el Ayuntamiento aún lo haya arreglado
Los padres del CEIP Borbolla compran 20 ventiladores para paliar el calor en las aulas
Las familias con hijos en el CEIP Borbolla, un colegio público de Nervión con más de cien años, se echan a temblar cada vez que llega el frío. Este antiguo edificio, con nivel de protección patrimonial C, está literalmente "comido" por la humedad, de ahí que requiera de una importante intervención que se demora demasiado en el tiempo. La asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) Oriente lo tiene claro: "¡No queremos más chapuzas!". Una reinvidicación que expresan tras constatar que las obras acometidas hace escasos años han servido de poco. El estado de las instalaciones dista mucho del deseado para la función docente. La tardanza en acometer estos trabajos se percibe hasta en arreglos relativamente fáciles: la rotura de un escalón.
Este colegio es, arquitectónicamente hablando, uno de los más bellos de la ciudad. Es un edificio de 1908 destinado en un principio a fábrica y almacén de harina o de azúcar. Después, en la década de 1920, se destinó a centro educativo. Lo diseñó el arquitecto regionalista Juan Talavera, en consonancia con muchos edificios del barrio. En 2024 cumplió un siglo ininterrumpido como colegio, una antigüedad que pasa factura y que requiere de un plan de matenimiento e intervenciones continuas que no se lleva a cabo. Situación que hace desesperar.
Fuentes del AMPA recuerdan que a principios de octubre se celebró una reunión a la que acudió la delegada municipal de Educación, Blanca Gastalver; técnicos de Edificios Municipales, el equipo directivo del Borbolla y las familias. La concejal aseguró que la obra a acometer en el colegio es de gran envergadura y cuenta con una partida presupuestaria cercana a los 400.000 euros, aunque dicho coste no está cerrado, pues se presupone que pueda incrementarse cuando comiencen los trabajos. Dicho proyecto se encuentra en su fase embrionaria. En estos días han acudido técnicos que están realizando los estudios previos. La premisa resulta clara. Cualquier intervención que se lleve a cabo debe acabar con el principal problema que corcome el centro: la humedad que contagia a todo el edificio y que pone en riesgo el funcionamiento de los suministros, especialmente la calefacción en estos días de frío.
La antigua portería
"Si no se elimina la humedad, de nada sirve lo que se haga", expresa una de las madres con hijos en este colegio, que ha visto como las últimas lluvias han provocado numerosas filtraciones en techos y paredes, con los desprendimientos que conlleva. Una de las dependencias más afectadas es la antigua casa de los porteros. Su planta baja sirve actualmente de taller del huerto escolar y la de arriba de almacén. Las precipitaciones de noviembre se convirtieron en una auténtica lámina de agua que traspasaba las cubiertas y dejaban inservible el edificio. Buena parte del falso techo se vino abajo. Por fortuna, no hubo herido alguno.
Mientras se tramita el proyecto de esta gran intervención, las familias reclaman al Ayuntamiento que se reparen otras deficiencias del colegio, como el escalón de la entrada principal que lleva dos meses roto. Además del peligro que dicha situación supone para los menores -el Borbolla cuenta con 430 alumnos aproximadamente-, se incumple con una de las adaptaciones requeridas por la Fundación ONCE para una docente invidente que trabaja en este centro público y que requiere de adhesivos amarillos en el borde de las escaleras para que su movilidad sea plena. "No entendemos que hayan pasado más de dos meses desde que el escalón se rompió y no haya venido nadie a arreglarlo. Tanta burocracia pone en peligro a la comunidad educativa", lamentan. Todo ello sin olvidar que el material que cubre las tuberías de la calefacción presenta numerosas roturas, con el riesgo de que los menores pongan sus manos en ellas y, literalmente, "se achicharren".
Otro problema que sufre este colegio de Nervión es el de la arboleda. Las raíces de los ejemplares afectan a las instalaciones. Su cuidado corresponde a dos áreas municipales distintas. Los que están situados en la vía pública competen a Parques y Jardines, y los que se encuentran en el patio de entrada, a Edificios Municipales. Un buen número de ramas se vinieron abajo con las lluvias de noviembre y obstaculizaron el acceso principal pocas horas antes del inicio de las clases. Por fortuna, el incidente no fue a mayores.
Sin sombra
La falta de sombra constituye otro déficit del Borbolla, especialmente en los patios laterales y trasero, donde los alumnos guardan cola para entrar en el comedor a las horas de más calor en los meses de mayo, junio y septiembre. Debido al nivel de protección patrimonial del edificio, se han presentado dos proyectos para la colocación de toldos que acaben con esta carencia.
Al margen del deficiente estado de las instalaciones, el colegio ha padecido más de dos meses la carencia de una PTIS (personal técnico de integración social), al estar de baja la profesional encargada de este servicio. La explicación dada desde la Delegación territorial de la Consejería de Desarrollo Educativo y FP era que no se encontraba un sustituto que estuviera con jornada laboral reducida, situación que presentaba la PTIS que debía ser reemplazada temporalmente. Las familias acudieron hasta el departamento que dirige Miguel Ángel Arauz para alertar de que el déficit afectaba directamente a diez niños con NEAE (necesidades educativas especiales) y al resto de alumnos, al no poderse desarrollar las clases con normalidad. Una queja que ha dado sus frutos y que se ha solventado. La AMPA espera que su llamada de atención sobre el estado de las instalaciones tenga también pronta respuesta.
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