Un nuevo espacio para reivindicar a Sevilla como capital mundial de los viajes
V Centenario de la primera vuelta al mundo
La inauguración del centro de interpretación de la circunnavegación abre el programa de actos oficiales en Sevilla
El nuevo museo, en Marqués de Contadero, se completará en breve con una réplica de la Nao Victoria
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Especial con los hitos de una travesía que cambió el rumbo de la historia
Sevilla fue la protagonista hace cinco siglos de un antes y un después en la forma de entender el mundo. Puede sonar presuntuoso, pero hay argumentos de sobra para celebrar un hito universal cuyo origen y destino se sitúa muy próximo a la Torre del Oro. Hoy, 10 de agosto, se cumplen cinco siglos de la salida desde el Puerto de Sevilla de cinco naos, una aventura marítima comercial, pues buscaban las islas de las preciadas especias, que acabó transformando el devenir de la historia al cerrar una nueva imagen y dimensión del mundo.
La efemérides, los 500 años de la primera circunnavegación, daría para una gran muestra, pero éstos no son tiempos de exposiciones y grandes fastos y capitalizar un hito tan global complica y dispersa los actos y agendas. Ello no quita para que la capital se reivindique. "Sevilla debería ser la capital mundial de los viajes", comenta Antonio Fernández Torres, especialista en Historia de la Navegación que ha formado parte de la tripulación de la réplica de la Nao Victoria, que lleva 20 años navegando y transmitiendo el valor de aquella gesta de Magallanes y Elcano.
Él lo tiene claro porque conoce bien la trascendencia y repercusión de lo que comenzó siendo un viaje de exploradores en el siglo XVI, en Sevilla, cuando el Guadalquivir era escenario de la Flota de Indias. Igual les pasa a los responsables de la Fundación Nao Victoria, promotores de una idea divulgativa (que cuenta con patrocinios privados y públicos) que situará en los próximos años a la capital hispalense en el epicentro de la historia: un centro de interpretación de la primera vuelta al mundo.
"Estamos en un lugar emblemático, ésta es la vista que tendrían de Sevilla quienes en el siglo XVI llegasen o partiesen de ella en barco", explica Guadalupe Fernandez, historiadora de la Fundación Nao Victoria mientras inicia el recorrido por el nuevo centro que abre este sábado sus puertas en el Paseo Marqués ce Contadero. Señala a un pasillo de entrada donde puede verse un mapa, un grabado de la época, que muestra una actividad marinera frenética. "Entonces Sevilla era un puerto de mar, se hablaba de ría más que de río, y el Arenal era una playa", comenta antes de adentrarse en un túnel de cinco siglos en el que resulta muy fácil encontrar paralelismos con la historia actual.
"Aquello fue una carrera de exploradores, de inversión, de riesgo, de búsqueda de nuevas fronteras que libraban España y Portugal en torno a un negocio, las especias, y que se parece bastante a la carrera espacial que mantienen Rusia y EEUU; pero la suma de todos los logros hacen que la civilización avance", comenta José Fernández de Cabo, presidente de la citada fundación que con patrocinios privados e institucionales, de la Junta, el Gobierno central y el Ayuntamiento de Sevilla ha puesto en marcha un museo que se completará dentro de un mes con la llegada de la réplica de la nao Victoria, que en estos momentos está de gira en Francia. Luego irá a Italia y en septiembre hará el recorrido desde Sanlúcar de Barrameda hasta Sevilla quedarse varada, a flote, junto a este nuevo centro de interpretación. Un espectáculo que convertirá dicho muelle, hasta ahora infrautilizado al no haberse dado apenas uso a este espacio municipal (ahora cedido y que convive con un centro de recepción de turistas), en una gran plaza pública.
La Nao Victoria, una de las cinco naves que partieron desde Sevilla hace cinco siglos, es la protagonista del centro de interpretación y la que relata en primera persona el viaje más largo de la historia. Un recurso narrativo que acerca el hito al gran público. "Eso nos diferencia de cualquier otra exposición, conocemos bien las sensaciones de los navegantes, los barcos y podemos transmitirlo de una manera atractiva", explica Guadalupe Fernández.
1492- 1510: nacimiento
"Mi historia comienza en los bosques del norte, donde mi tronco se hizo con los años fuerte y orgulloso roble anclado a la tierra. El mar era entonces para mí un eco lejano, los vientos, aires sin nombre. Árbol fui en un tiempo en el que el hombre de mi tierra se lanzó al océano para cambiar el mundo…"
La primera sala muestra la juventud de la nao. No se sabe a ciencia cierta cuándo se construyó, ni dónde, aunque hay teorías que apuntan a Zarautz (Guipúzcoa), otras a Ondarroa (Vizcaya)... Lo que sí se sabe es que se adquirió en Cádiz, de segunda mano, aunque no se conoce con precisión cuántas travesías llevaba encima. Se muestran las maderas y el origen y tarros de canela, jengibre, azafrán, nuez moscada, clavo... el preciado oro de la época. Tras la caída de Constantinopla, los precios subieron y las especias se convirtieron en un artículo de lujo.
En paralelo, en la sala se explica el inicio de la Era de los Descubrimientos, en el que el mundo era un planeta en el que se desconocían aún los océanos, y en el que portugueses y españoles exploran nuevas rutas marítimas al lejano Oriente. Portugal se dirigía entonces al Este rodeando el continente africano y alcanzó pronto la India. Castilla, navegaba hacia el Oeste, por el Atlántico, donde le esperaba un Nuevo Mundo. "Esta competencia por las especias, regulada por el Tratado de Tordesillas, cambiaría en pocos años para siempre el conocimiento de la Tierra", reza en los paneles de la exposición.
1510- 1518: Juventud y construcción
“Un día el hacha y el serrucho me transformaron en quilla, roda y codaste. Sabias manos esculpieron mi tronco, respetaron mi alma y, pieza a pieza, construyeron sobre mí una hermosa nave de leyenda..."
Y se da paso a una segunda sala que es un homenaje a los carpinteros de ribera, a esa industria potente que Sevilla tenía en el siglo XVI. "Era una ciencia que se transmitía de generación en generación y que luego quedó plasmada en algunos tratados de construcción naval, pero entonces se construía sin planos, en base a tradiciones y fórmulas aprendidas", explica Fernández de Cabo.
El museo muestra unas cuadernas a tamaño real de la nao Victoria 500, una réplica que se está construyendo en estos momentos en un varadero de Punta Umbría (Huelva) y que se ubicará en unos meses de forma permanente en un pantalán del río Guadalquivir anexo al centro de interpretación que hoy abre las puertas. Un reclamo visual de gran impacto que cambiará, sin duda, esta vista de la ciudad. "Es el homenaje que rendimos también a los artesanos andaluces de ayer y de hoy", añade el presidente de la fundación.
Cuenta la leyenda que tras la primera vuelta al mundo la nao Victoria reposó como pieza de museo en las Atarazanas de Sevilla. Quinientos años después lo hará en el Guadalquivir, junto a la Torre del Oro, muy cerca de los antiguos astilleros, que se recuperarán como espacio patrimonial durante la conmemoración de la primera circunnavegación, según los planes previstos.
La carrera hacia la ruta de las especias implicó un cambio en la flota. Se pasó de necesitar barcos que eran de navegación de cabotaje, de transporte de alimentos, a buques para misiones transoceánicas. Quizás por ello no se escatimó a la hora de comprar la nao Victoria que costó un 35% más que el resto de la expedición, de la que existe un balance que la revela como rentable. "Era tecnología de vanguardia y quizás ello ayudó a que fuese la única que regresó a Sevilla después de tres años de travesía", comenta la historiadora. En el museo se puede ver una pequeña réplica de la nao donde se explican todas sus características técnicas.
En paralelo, se va narrando la historia de lo que acontece en el mundo a través de mapas donde se observan los avances de las expediciones de Portugal y España. Los españoles seguían buscando el paso a través de América. Todavía no sabían que era un continente. "Fueron 30 años de intentos, desde 1492 a 1519. Se había descubierto la región del Caribe, parte de Centroamérica, Venezuela, Brasil, el Cabo de San Agustín y se había llegado hasta el Río de la Plata con Juan Díaz Solís, pero a partir de ahí todo era oscuro", relata la historiadora que resalta otro de los grandes logros de este viaje de Magallanes y Elcano: la continentalidad de América. "Colón se murió pensando que había llegado a Asia".
1518- 1519: el reto
"Durante años navegué los mares y me gané el respeto del marino hasta que un hombre, con una idea tan loca como brillante, me eligió para navegar hasta el fin del mundo. Sevilla fue desde entonces mi puerto, Magallanes mi capitán y Victoria mi nombre...
En 1518 el navegante portugués Fernando de Magallanes convenció a la Corona Ccstellana de que podía viajar a las islas de las especias navegando hacia el Oeste por un paso situado al sur de América y demostrar que éstas pertenecían a España según el tratado de Tordesillas. A pesar de los muchos riesgos, Carlos I da el visto bueno al proyecto y comienza a organizarse la expedición.
Es un facsímil, pero en este centro de interpretación se enseña uno de los documentos históricos que se guardan en el Archivo de Indias, otro de los grandes referentes de esta efemérides. "Se trata de una capitulación de Magallanes con Carlos I, lo que podría considerarse como el pistoletazo de salida de la expedición. En ella se ordena a los oficiales de la Casa de la Contratación que preparen todo lo necesario para la salida de la expedición de la que se denominó la Armada Moluca", comenta Fernández de Cabo.
Fueron 16 meses de preparativos en los que se adquirieron y repararon las naves, se almacenaron toneladas de provisiones para dos años y se reclutó a la tripulación, formada por 245 hombres de diferentes oficios y 10 nacionalidades distintas, entre ellos, 166 españoles, 73 andaluces y 24 sevillanos.
1519- 1522: la primera vuelta al mundo
"Antes de nuestra partida, América todavía es un continente sin fin, el océano Pacífico es un pequeño mar, los océanos se creían desconectados, y el mundo es más pequeño, el hombre vive en un planeta imaginado…."
Cinco naos: la Trinidad, nave capitana al mando de Fernando de Magallanes; la Concepción, capitaneada por Gaspar de Quezada y con Juan Sebastián Elcano como maestre; la San Antonio, mandada por Juan de Cartagena; la Santiago, con Juan Serrano a la cabeza; y la Victoria, dirigida por Luis de Mendoza. Magallanes estuvo desde un primer momento al mando de la expedición, pero murió durante la travesía en el transcurso de una refriega y fue entonces cuando Elcano tomó el mando de la nao Victoria, que fue la única que regresó a Sevilla para dar noticia de que habían abierto la ruta de las especias, entre otros hitos. la Santiago se hundió y ha habido algún intento por buscar sus restos en Argentina. El resto se destruyeron o desguazaron, como ocurrió con la Trinidad, la única que sobrevivió tras llegar a las Molucas y que, tras varios intentos por volver, tuvo que ser abandonada y acabó siendo desguazada por los portugueses.
El recorrido museístico adentra al visitante en una gran sala donde sobre un mapa de grandes dimensiones se señalan los grandes hitos de la travesía por los tres océanos. Tras la partida el 10 de agosto de 1519 las primeras dificultades se encontraron en el Atlántico, por el que surcaron 3.341 millas náuticas con grandes dificultades que provocaron 12 fallecidos y la pérdida de la nao Santiago. Uno de los principales hito es el paso del Estrecho de Magallanes, que los cronistas sitúan entre el día 437 y el 476 de la travesía. Horas antes de alcanzar este accidente geográfico la nao San Antonio se perdió de vista. Su tripulación desertó y regresó a Sevilla.
La exposición explica el descubrimiento del Pacífico, en el que muchos navegantes murieron de hambre. Y se adentra en otro de los hitos de este viaje: Filipinas y las Molucas. "Ahí se observa cómo las naos entran en un auténtico laberinto y necesitan de pilotos locales para salir del archipiélago con barcos que no estaban preparados para esas condiciones de navegación", explica Antonio Fernández, uno de los tripulantes de la réplica de la nao Victoria.
Él conoce bien la dureza de estas travesías, pero le cuesta imaginar cómo sería el regreso, en solitario, de la nao Victoria cargada de especias por el Índico, en el que recorrió 7.571 millas náuticas. "Fueron casi seis meses y sólo hicieron una escala en Cabo Verde, iban famélicos y necesitaban víveres para seguir", explica.
La nao Victoria regresó con 18 tripulantes al mando de Elcano, algunos indígenas, aunque no hay constancia oficial de cuántos y quiénes eran, y un mundo nuevo en la bodega. Un viaje de 37.753 millas náuticas, 69.9818 kilómetros, que suponen la mayor aventura marítima jamás lograda y, probablemente, poco contada.
Por ello, la Fundación Nao Victoria quiere esmerarse y la mejor forma de calar en el visitante es trasladarlo hasta el corazón de una nave que lo transporte en el tiempo. Una de las salas, denominada así, corazón, se concibe como un espacio abierto a la ciudadanía para albergar todo tipo de actividades relacionadas con el quinto centenario. También para impartir charlas a colegios y otros colectivos. El visitante se sienta en una sala donde se proyectan las imágenes de una navegación real y se observan las duras condiciones que soportan los marinos.
En el centro, una vela doblada. La mejor metáfora de lo que supone esta conmemoración. Un trapo que empujado por el viento que hizo posible, hace cinco siglos, la comunicación global. Un hito que tiene a Sevilla como protagonista, al menos durante lo próximos tres años. "Mi cuerpo se disolvió en el océano y mi nombre entre los libros, hasta que nuevos locos recuperaron mi alma, reconstruyeron mi cuerpo y no descansaron hasta darme de nuevo alas…". Así despide la nao Victoria al visitante tras un recorrido lleno de historia y de sensaciones que hacen intuir que esto sólo acaba de empezar... Y Sevilla quiere asumir el reto.
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