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Servicios sociales

Centros de día para menores: una segunda casa donde se aprenden hábitos y rutinas

Una educadora junto a una menor en una de las salas de estudio del centro de día para menores de Amate.

Una educadora junto a una menor en una de las salas de estudio del centro de día para menores de Amate. / Juan Carlos Muñoz

Son las cuatro de la tarde de un día cualquiera. Lucía ha salido del colegio a las 14:00 y no volverá a casa hasta las 19:30. Hasta entonces, y como todos los días, pasará la tarde en uno de los centros de día para menores en funcionamiento en la ciudad. Aquí ha almorzado, hará los deberes, merendará, recibirá clases de refuerzo escolar y compartirá con sus compañeros juegos y talleres hasta la caída de la noche que volverá a casa junto a sus familiares.

Ésta es sólo una situación ficticia, pero al mismo tiempo es la realidad que viven de lunes a viernes los 180 menores de entre 3 y 16 años que son atendidos por este recurso municipal en las nueve unidades de estas características en funcionamiento en la ciudad y dependientes del área de Bienestar Social, Empleo y Planes Integrales de Transformación Social. Una red de centros que, distribuidos por todas las zonas con necesidad de transformación, ha sumado este pasado mes de enero dos nuevas sedes, en Torreblanca y Amate, y que de manera general cuentan cada una de ellas con cinco profesionales, entre coordinador, educadores y monitores de apoyo, además del asesoramiento de un psicólogo a través de los cuales estos centros se convierten en "un segundo hogar para aprender cosas tan básicas como hábitos y rutinas", explica Sofía Romero, coordinadora de la recién inaugurado centro de Tres Barrios-Amate.

Los menores pasan toda la tarde en estos centros desde que llegan a las 14:00 hasta las 19:30

Según cuenta esta pedagoga de profesión, desde esta unidad, sita en un edificio de nueva construcción en la calle Paulo Orosio, los menores que llegan a estos centros son derivados desde las unidades de Servicios Sociales donde las familias en su conjunto deben encontrarse dentro de un proyecto de intervención familiar por encontrarse en riesgo de exclusión social.

"Nosotros sólo recibimos a los niños y niñas que nos derivan desde los servicios sociales. Se trata de familias en riesgo de exclusión social por alguna razón concreta. Algunos vienen de familias desestructuradas en las que falta el padre o la madre, por violencia de género, precariedad laboral... hay de todo un poco", subraya Sofía Romero.

Dos de las salas en las que se divide el centro en Amate. Dos de las salas en las que se divide el centro en Amate.

Dos de las salas en las que se divide el centro en Amate. / Juan Carlos Muñoz

El trabajo con los menores, según explican desde esta unidad en Amate, es a nivel individual, aunque también hay conceptos que se trabajan en grupo. "Por ejemplo a la hora de poner la mesa siempre nos ayudan varios menores. Ellos no manipulan los alimentos pero ayudan poniendo vasos, cubiertos, servilletas... es una manera también de darle un poco de responsabilidad a los niños", afirma. Y es que, según aclara Romero, muchos de estos menores son derivados a estas unidades con un nivel de carencias de convivencia tan básicas como "la falta de rutina en hábitos diarios de higiene, horarios alimenticios o falta de atención de sus progenitores".

"Trabajamos mucho las normas con objetivos. Tenemos adolescentes en una edad complicada que, como todos, tienen sus días buenos y malos por lo que hacemos que esto sea como su casa. Son niños a los que les faltan en sus hogares muchas cosas y que, en algunos casos, pasan muchos tiempo solos por temas laborales, por ejemplo, entonces... qué normas van a tener si no tienen a nadie que los guíe", lamenta la coordinadora de este recurso en Amate, que asegura estar "muy satisfecha" con los objetivos logrados.

"En el mismo colegio nos agradecen los logros que conseguimos con los menores. Nos dicen que se les nota muchísimo que están trabajando aquí. Nosotros también tenemos tutorías con los profesores para trabajar con continuidad en una misma línea con ellos y mantenemos encuentros periódicos para ir planteándonos objetivos", explica Sofía Romero.

Aunque aquí el trabajo se centra en los menores, ya que los padres y el resto de familiares están integrados en los programas de los servicios sociales, para Romero es muy importante mantener algún contacto con los responsables de los niños y niñas atendidos. "Hablamos con ellos cuando vienen a recoger a sus hijos por la tarde y les contamos las pautas que estamos siguiendo. Además hay una comunicación continua con los técnicos de servicios sociales, con una reunión obligatoria por semana, al margen de que estamos en contacto directo con ellos", relata la coordinadora.

Desde 2015 se ha pasado de los cuatro centros a los nueve en funcionamiento ahora

Dentro de los organigramas que siguen cada uno de estos centros, más allá del trabajo de integración social también hay tiempo para el ocio. En Amate, los viernes es el día de las salidas. Se organizan visitas a distintas zonas de interés cultural o social dentro del barrio y, una vez al mes, organizan excursiones fuera de la zona en la que participan "todos juntos".

"Programamos salidas cada viernes y una vez al mes hacemos alguna salida mas larga. Vamos al centro, al cine, al Parque de María Luisa... Aquí, dentro del barrio, salimos a parques infantiles, vamos al Parque Amate, al centro cívico... Intentamos que ellos conozcan los recursos con los que cuentan en su zona", explica Sofía Romero.

La intervención con los menores sevillanos en situación o riesgo de exclusión social es una de las apuestas del gobierno municipal y una de las "prioridades" presupuestarias de 2020 para las que se has destinado 60 millones dirigidas a programas en las zonas desfavorecidas.

La cocina-comedor donde los beneficiarios de este recurso almuerzan y meriendan. La cocina-comedor donde los beneficiarios de este recurso almuerzan y meriendan.

La cocina-comedor donde los beneficiarios de este recurso almuerzan y meriendan. / Juan Carlos Muñoz

Los educadores procuran que la decoración y el entorno haga que los menores vena estos centros como su propia casa. Los educadores procuran que la decoración y el entorno haga que los menores vena estos centros como su propia casa.

Los educadores procuran que la decoración y el entorno haga que los menores vena estos centros como su propia casa. / Juan Carlos Muñoz

Desde el área municipal de Bienestar Social son conscientes de la necesidad y el éxito de estos centros y esto se traduce en el crecimiento experimentado en los últimos cinco años en los que estos recursos han pasado de las cuatro unidades con las que se contaba en 2015 a las nueve en funcionamiento en la actualidad. En concreto, además de las recién inauguradas en Amate y Torreblanca, las otras unidades de menores que funcionan en Sevilla se encuentran localizadas en las zonas Casco Antiguo-Triana-Los Remedios; Nervión/San Pablo-Santa Justa; San Jerónimo-Norte; Bellavista-Bermejales; Macarena-Polígono Norte; Sevilla Este; y Cerro-Su Eminencia.

"La intervención social con menores es uno de los ejes de la estrategia que estamos desarrollando en estos años con el objetivo de lograr la transformación social, especialmente en aquellos barrios con menos recursos económicos. Por eso se han multiplicado estos dispositivos en los últimos años y el ejercicio 2020 lo iniciamos con la puesta en marcha de estas dos nuevas unidades", ha explicado a este periódico el concejal del que depende este área, Juan Manuel Flores.

Dirigidos a la población infantil de entre 3 y 16 años, este recurso cuenta con un presupuesto que roza los dos millones de euros y están orientados a compensar en los menores los déficit en sus necesidades y estimular su desarrollo integral, a la vez que buscan fortalecer la parentalidad positiva y la preservación del contexto familiar como el idóneo para el desarrollo de los pequeños. "Con todo ello se evita la cronificación del riesgo, la desprotección y la separación del medio sociofamiliar", afirman desde el Ayuntamiento.

El presupuesto global con el que se atiende a la población infantil se eleva a los 4,5 millones

En cuanto a los servicios que se prestan, tal y como también explica la coordinadora del centro de Amate, estos centros están se centran a nivel global a atención educativa, psicológica, social, alimenticia –con servicios de comedor y merienda en periodo lectivo y desayuno en periodos vacacionales– apoyo escolar, actividades recreativas, salidas y piscina en verano o transporte para los menores que lo requieran.

Junto a estas unidades de día, la atención a los más pequeños cuenta además con otros recursos que elevan el alcance hasta los 280 menores. Por un lado, el programa de tratamiento para menores del Polígono Sur y el Vacie dirigido a la atención individual y grupal de menores y sus familias residentes en estas zonas de especial vulnerabilidad, con el objeto reducir los factores de exclusión social y su incorporación a los recursos normalizados mediante el refuerzo de habilidades parentales en el cuidado y educación. Por otro lado, estaría el centro de día de menores de Palmete que funciona desde hace años a través del programa Sevilla Solidaria mediante la entidad María Rafols.

Con ellos, el total de centros específicos dedicados a la población menor alcanza las doce unidades y el presupuesto global en esta materia, incluyendo otra serie de actividades, asciende hasta los 4,5 millones del presupuesto municipal.

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