Cómo darle tregua al estómago tras el atracón navideño
Los expertos dan las claves para volver al equilibrio sin sufrir tras el exceso de comidas copiosas, dulces y brindis interminables que pueden pasar factura al estómago
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Las mesas se llenan, los horarios se desdibujan y el brindis se repite más de la cuenta. La Navidad deja siempre un poso de celebración y, en muchos casos, de malestar digestivo. Náuseas, hinchazón, pesadez o digestiones interminables forman parte del peaje que muchos sevillanos pagan tras varios días de comidas copiosas y brindis continuados.
Desde el punto de vista médico, la explicación es clara. Durante las fiestas aumenta tanto la cantidad como la frecuencia de las ingestas, a menudo acompañadas de alcohol. "Una combinación que sobrecarga el aparato digestivo y puede provocar dispepsia, dolor abdominal o alteraciones del ritmo intestinal", según explica Felipe Martínez Alcalá, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida de la Universidad CEU Fernando III.
Cuando el exceso pasa factura
Martínez Alcalá advierte de que las comidas navideñas suelen ser ricas en grasas animales, dulces y productos elaborados, y se acompañan con frecuencia de bebidas alcohólicas. Este cóctel favorece no sólo las malas digestiones, sino también alteraciones de la vesícula biliar y procesos inflamatorios del páncreas y del hígado.
El alcohol, además, juega un papel clave. "Superar las tres cervezas o las dos copas de vino en una comida no sólo afecta al hígado o al sistema nervioso, sino también al estómago, aumentando el riesgo de gastritis", apunta. En este contexto, un gesto tan cotidiano como tomar un café tras el alcohol puede ejercer un cierto "efecto protector" en algunas personas.
Tras los excesos, la tentación de "compensar" con ayunos prolongados o soluciones drásticas es frecuente. Sin embargo, los especialistas insisten en que este enfoque es un error. En personas sin enfermedades digestivas previas, la clave no está en castigar al organismo, sino en devolverle la regularidad.
"Volver progresivamente a una vida activa, recuperar horarios estables de comidas y descanso, evitar los ayunos extremos y no acostarse inmediatamente después de comer son medidas sencillas pero eficaces para ayudar al sistema digestivo a recuperarse", señala Martínez Alcalá.
La dieta que descansa al estómago
Durante los días posteriores a las fiestas, conviene apostar por una alimentación suave y de fácil digestión. Verduras cocidas, pescados blancos al vapor o a la plancha, arroz blanco y caldos suaves se convierten en aliados. También resultan bien tolerados los lácteos sin lactosa, las carnes magras de ternera o ave a la plancha, los huevos cocidos o en tortilla francesa con poco aceite, así como purés de legumbres y verduras en pequeñas cantidades.
Las cremas suaves, como la de puerros o una vichyssoise tradicional tomada en frío, son otra opción habitual en estos días de reset digestivo.
Más allá del menú, los hábitos diarios influyen de forma decisiva. Comer despacio, masticar bien, tomar raciones pequeñas y evitar largos periodos de ayuno ayudan a reducir la sensación de pesadez. Beber entre litro y medio y dos litros de agua al día, acompañar las comidas con infusiones digestivas como manzanilla o menta poleo y reducir el consumo de pan son recomendaciones habituales.
El ejercicio físico moderado —caminar o montar en bicicleta— favorece el tránsito intestinal, siempre evitando esfuerzos intensos. Recuperar los horarios habituales de sueño es otro pilar fundamental. De forma puntual, algunas personas encuentran alivio digestivo en las bebidas con gas durante los primeros días.
Martínez Alcalá apuesta durante este periodo de recuperación por "evitar el alcohol, los embutidos, las grasas y fritos, los dulces y los ultraprocesados". También pueden resultar problemáticos ciertos vegetales como brócoli, ajo, cebolla, espárragos, alcachofas, coles, champiñones, semillas o lechuga, así como los productos horneados y pastas elaboradas con trigo, centeno, cebada u avena.
Curiosamente, muchos de estos principios no son nuevos. "Ya en el siglo XII, el médico andalusí Avenzoar, nacido en Sevilla en 1091, defendía una dieta ligera cuando el estómago estaba debilitado, recomendaba caldos de pollo o aves jóvenes por su fácil digestión y criticaba abiertamente la gula y el desorden alimentario", explica. "Comer a horas fijas, evitar los excesos y adaptar la dieta a cada persona eran, para él, claves de una buena salud digestiva", añade.
Casi mil años después, la medicina moderna coincide con aquel sabio sevillano. "Tras los excesos, la moderación, la regularidad y la escucha del propio cuerpo siguen siendo la mejor receta para empezar el año sin molestias", concluye Martínez Alcalá.
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