No hace falta ver para leer
Àngels Barceló hizo 'Hora 25' en el patio de Radio Sevilla para recordar la tertulia literaria que nace en 1972. Se enmarca en la conmemoración de los noventa años de la emisora.
Radio Sevilla es una calle de Sevilla -paralela a Benidorm- y un poema de Rafael Alberti. La noche del jueves la magia hertziana hizo que se realizaran de forma consecutiva una tertulia literaria y una tertulia política con una particularidad. La primera era un homenaje, una recreación a la que albergó esta emisora a partir de 1972. En la mesa, dos de sus protagonistas: María Esperanza Sánchez, que reivindicó el protagonismo de Manolo Barrios en el aliento de aquella iniciativa, y José María Vaz de Soto, testigo de excepción en su triple condición de novelista, catedrático de Literatura y teórico del habla, la salsa de la radio.
En los noventa años de Radio Sevilla, Àngels Barceló se trajó Hora 25 a aquel año 25 del siglo XX en el que empezó a emitir la emisora que este año ha recibido la medalla de Andalucía. "A las tertulias literarias las han sustituido las tertulias políticas". Una transición de más de cuarenta años que anteanoche, con la alquimia en los mandos de Manolo Arenas y el debutante Nacho Palomo, se realizó en apenas cuarenta segundos.
Àngels Barceló estaba entre dos Esperanzas: María Esperanza Sánchez, la periodista que con Barrios hacía política con la literatura, subtítulos en el argot cinematográfico, y Esperanza Alcaide, la heroica librera de El Gusanito Lector que denunció que hace cuatro años que no se nutren de libros las bibliotecas escolares. Completaba la mesa Juan José Téllez, director del Centro Andaluz del Libro.
En la mesa, el premio Ondas que la tertulia literaria de Radio Sevilla recibió en 1977. El mismo año que llegaron a la ciudad el Nobel de Literatura de Vicente Aleixandre y la primera Copa del Rey que el Betis le ganó al rey de Copas. 1972 fue el año de los Juegos Olímpicos de Múnich, ciudad en la que opositores al franquismo habían practicado el salto de pértiga con el contubernio.
En cuatro largas décadas desde lo que Vaz de Soto llama el bajofranquismo -"la Baja Edad Media del Régimen"- han aumentado los índices de lectura en la medida en la que a la par casi han desaparecido los de analfabetismo. Téllez y Vaz de Soto, como buenos contertulios -Tertuliano era un emperador de Roma- discreparon sobre cantidades y calidades. El primero apuntó el tránsito de Tiempo de silencio a El tiempo entre costuras. Rafael García Orgambides, director de la Casa del Libro, dice que La templanza, la tercera novela de María Dueñas, la aludida costurera, es el libro más vendido "junto a Mortadelo". Como el programa se hacía en un patio, Àngels Barceló abrió las ventanas para que entrara el aire de la calle Regina. Desde La Mercería Cultural, entre La Seta Coqueta y Un Gato en Bicicletas, Nuria Lupiáñez y el editor, poeta y traductor Antonio Rivero Taravillo, cernudiano bloguero de Fuego con Nieve, entraban en materia.
Radio Sevilla tiene una playa. Se llama Mar Badía. Duende fundamental para que los oyentes recibieran sin truculencias el quijotesco paso de las letras a las armas (de la política). Metáfora de la playa de María Trifulca. Entre el público, Rosa Álvarez, directora del IES Macarena. Una de sus alumnas, Pilar Guerrero, leyó para toda España el poema El gran bagaje publicado en el libro Los trabajos y los días con participación de escolares del centro.
La tertulia literaria de Radio Sevilla no tenía publicidad y abogaba con la coartada de poemas y novelas por un país distinto. Àngels Barceló recuperó la fórmula de la música en directo con el cantautor malagueño El Kanka. "Si al alma la desoyes, el alma se desolla". La radio de calidad no comete faltas de ortografía. Y desmenuza legiones en radio de autor. Como el anuncio de Barbadillo que se leía en las copas repartidas por gentileza del patrocinador: "Hay millones de personas en el mundo, pero como tú ninguna".
Àngels Barceló y María Esperanza Sánchez continuaban en a mesa. Llegaba el relevo en la emisora que dirige Antonio Yélamo. Se levantaban el novelista, el poeta y la librera para darle paso a las historias del día: Monedero, De Guindos... El economista Juan Torres seguía la escena desde la escalera. Ocupaba su asiento Teresa Rodríguez, portavoz de Podemos en la Junta de Andalucía. Ya estaba en los estudios Javier Aroca. Como la gaditana Rodríguez conoce el paño chirigotero, Francisco Jiménez Alemán le hacía su particular homenaje al Selu y el Yuyu de Los Borrachos: "Iba por Canalejas...". Perpendicular a González Abreu.
Diez Juegos Olímpicos después, hay mucha gente que no lee libros de papel pero ya no es por el analfabetismo. Es el tiempo del libro electrónico. Téllez defiende el ágora como cantera de escritores: desde los ochocientos clubes de lectura que existen en Andalucía a aulas como la que con el nombre de José Saramago funciona en la cárcel de Huelva.
Se recuperó un fragmento de una tertulia de 1979. La voz femenina no era de María Esperanza Sánchez, que estaba en estado de redundante buena esperanza. Se oyeron las voces de Eleuterio Sánchez y de María de los Ángeles Infante. Y los oyentes más jóvenes, de la quinta de Marc Márquez o Albert Rivera, oyeron hablar de un gigante de poca estatura llamado Manolo Barrios. Era redactor jefe de Radio Sevilla. Un día, en la misma emisora, en la presentación del libro Hacia una Andalucía Libre, Barrios bromeó con la presencia de un juez entre los autores diferenciando a Rico Lara del Lara Rico. Un guiño al pulso que mantuvo con el editor de El Pedroso. Hay en Sevilla un Manolo Barrios filósofo, hijo del novelista, y un Manolo Barrios taxista, de parentela distinta y que alguna vez fue confundido con la rama del escritor.
Un año antes de que Radio Sevilla empezara la tertulia literaria, en 1971 Vaz de Soto publicó su novela El infierno y la brisa, llevada al cine con el título ¡Arriba Hazaña! El novelista fue profesor del instituto Martínez Montañés del que Rivero Taravillo fue alumno. Relevo generacional.
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