La hora de la verdad

La noria

Monteseirín sopesa los tiempos para dejar la Alcaldía a Celis, una jugada que busca coger con el paso cambiado a la dirección provincial, que apuesta por Juan Espadas

Carlos Mármol / Sevilla

27 de noviembre 2009 - 07:23

Un notable socialista, adscrito a una de las familias de la corriente crítica, derrotada en el último cónclave provincial, bromeaba hace apenas unos días con un periodista en una comida: “Alfredo, al final, os va a sorprender a todos. Dejará la Alcaldía y se volverá a su plaza del SAS”.

–Ya. Y de ahí, al Vaticano.

–Ya verás. Al tiempo.

La profecía todavía no se ha cumplido. De momento sigue siendo una hipótesis de trabajo. Pero es cierto que podría convertirse en realidad. En ciertos mentideros empieza a circular como lugar común. El alcalde está estudiando irse de verdad. No es una nueva serpiente de verano (o de invierno) –en el caso de Monteseirín las culebras informativas sobre su marcha se suceden a lo largo de todo el año–, sino un plan diseñado, al parecer, desde Madrid. Y, acaso, desde su entorno más próximo

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Puede parecer lo mismo, pero no siempre lo es.

¿Qué gana Monteseirín si decide al final dar el paso? Esencialmente una mejor posición de cara a una hipotética recolocación de él y los suyos. En política siempre es mejor marcharse voluntariamente de un lugar una vez cumplido el ciclo que por la fuerza. Las encuestas hace tiempo que emitieron su veredicto: la marca PSOE todavía tiene la opción de aguantar, pero con Monteseirín como cabeza de lista la derrota electoral está más que cantada.

El singular movimiento del alcalde, si llegase a concretarse, pues uno de los rasgos de su personalidad es su constante tendencia a cambiar de criterio y dar de pronto marcha atrás, no respondería tanto a esta evidencia, sino a las ventajas objetivas que le reportaría tal paso. En primer lugar ganaría puntos ante terceros –esencialmente Griñán– si facilita el paso a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que ha establecido una llamativa línea de comunicación con el presidente de la Junta de Andalucía con vistas a testar sus opciones políticas de futuro. Es evidente que si Monteseirín, aunque pudiera incluso estar cierto tiempo en barbecho, busca a medio plazo lograr la dirección de una empresa pública como refugio indefinido para él y su núcleo de confianza, esta opción pasa ineludiblemente por contar con el plácet del presidente de la Junta. Pura táctica. Si Griñán quiere que se vaya, tendrá que hacerlo.

La segunda consecuencia tiene más que ver con el factor psicológico: si optase por dejar el poder a Celis, al que en las últimas semanas ha mandado a Madrid a atender citas de la propia Alcaldía o ha dejado liderar casi en solitario el último Pleno, la consecuencia inmediata es que, de una u otra forma, sería él quien nombraría a su hipotético sucesor. Igual que en su día decidió no aceptar la salida del poder que le ofrecía la dirección provincial del PSOE –ser eurodiputado– para no consolidar las opciones como alcaldable de Emilio Carrillo, ahora su dimisión buscaría coger con el paso cambiado a Viera, que tendría que optar entre aceptar a regañadientes dicho relevo –no previsto en sus planes– o plantar cara a una sucesión que, según el entorno del regidor, en teoría contaría con la bendición del propio Griñán. Oponerse a esta opción podría propiciar una lectura regional: un nuevo capítulo del enfrentamiento entre los dos sectores del PSOE regional.

Viera ha dado ya pasos escénicos en relación a sus preferencias: aunque no es descartable que él mismo llegase a encabezar la candidatura –fue de dos en la lista durante las pasadas elecciones locales–, los tiros, de momento, se inclinan por el consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Espadas, afín al actual aparato provincial. Espadas, que ha aparecido últimamente en significativos actos del partido en Sevilla –eventos con alcaldes;la presentación de los presupuestos de la Junta en Sevilla, incluso conferencias en foros más o menos tradicionalistas–, sería un candidato que, en caso de perder, puede permanecer cuatro años en la oposición y aspirar de nuevo a la Alcaldía. Una exigencia de Griñán. Candidatos que quieran ser candidatos. Su carrera política –antes de consejero fue viceconsejero de Medio Ambiente– está en alza. Una hipotética Alcaldía, acaso no ahora, pero sí en cuatro años, le permitiría aspirar en el futuro a bastante más que a una cartera autonómica.

La teórica investidura de Celis como alcalde rompería este guión. La principal perjudicada sería la dirección provincial. Probablemente más que Viera –que ha perdido alguna batalla anterior para desalojar a Monteseirín del poder–, la secretaria de Organización, Susana Díaz, cuyo enfrentamiento con el edil de Presidencia y Urbanismo viene de lejos. Hasta el punto de ser uno de los factores de desequilibrio del PSOE de Sevilla. La Ejecutiva se encontraría, de esta forma, con un alcalde interino de facto –Celis– que desde el poder aspiraría a conservarlo, lo que dejaría al PSOE de Sevilla sin margen de movimiento real, salvo que optase por forzar unas primarias, fórmula que en las capitales donde se gobierna no está contemplada. En la dirección federal, además, Celis ha puesto su particular semilla: su relación con el secretario de Política Municipal de la dirección, Antonio Hernando, es buena. Representa además a otra generación socialista. ¿Garantía de éxito? No del todo. Evidentemente, son elementos que ayudan. En privado, alguien le preguntó un día: “¿Alfonso, por qué vas tanto a Madrid?” Su respuesta: “Yo sólo voy donde me llaman”. ¿Prudencia o miedo a caer en la misma trampa en la que en su día se quemó Carmelo Gómez, ex edil socialista?

Otro factor clave en este tablero municipal es el tiempo. ¿Cuándo se irá Monteseirín, si es que finalmente lo hace y no se arrepiente antes? Aquí reside uno de los misterios del juego. Mientras más tarde, peor es para Celis. De hecho, entre su núcleo de confianza más cercano se ha instalado una idea: si la cosa es ahora, hay opciones de remontar la situación. Si sólo cuentan con seis meses antes de los comicios, quizás sería mejor dejar pasar un tren que corre el riesgo de estrellarse. Celis busca continuar en el poder, entre otras cosas para mantener y ampliar su cuota orgánica en el PSOE, no el duro banco de la oposición.

Los sondeos otorgan al concejal de Urbanismo un grado de conocimiento intermedio –del orden del 40%– pero presentan un dato francamente preocupante:su imagen política todavía está muy vinculada a la del alcalde, cosa que, en unas elecciones, no le beneficiaría. Celis lleva meses marcando ciertas distancias, adoptando un perfil político bajo, de corte más institucional. Pero una sucesión por designación directa le impediría desprenderse del todo de la tutela –siquiera nominativa– de Monteseirín. Claro que, o es ahora, o nunca.

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