Cuando el hospital se instala en el salón de casa: "Es maravilloso"

Un equipo médico y enfermero del Virgen del Rocío recorre a diario calles y casas de su área sanitaria para tratar a pacientes que, aunque necesitan atención hospitalaria tras pasar por las Urgencias, pueden curarse en su entorno

Una prometedora terapia testada en el Hospital Virgen del Rocío combate un tipo de cáncer de pulmón muy agresivo

La doctora durante la atención a la paciente Maribel Paralera en el salón de su propia casa.
La doctora durante la atención a la paciente Maribel Paralera en el salón de su propia casa. / Juan Carlos Muñoz

"Hola, la doctora", dice al escuchar descolgar el telefonillo. Al otro lado, Víctor sin dudarlo, abre la puerta. Quien sube por las escaleras no es un visitante cualquiera: es la internista Jara Ternero, de la Unidad de Medicina Interna del Hospital Virgen del Rocío. Llega equipada con una mochila cargada con instrumental médico para atender a Maribel Paralera, su paciente de 86 años, como lo haría en una habitación de planta, pero en el salón de su casa.

Maribel lleva varios días recibiendo atención especializada sin moverse de su hogar. Tras su paso por las urgencias del hospital por una crisis respiratoria, los médicos le ofrecieron continuar la hospitalización desde su vivienda. “No sabía que existía esto. Me sorprendió, pero es maravilloso”, confiesa su hijo y cuidador Víctor del Toro. “No hay comparación. Tener todas las atenciones y necesidades en tu casa es maravilloso”, acentúa la propia Maribel.

Maribel y su hijo y cuidador, Víctor, escuchan a la internista.
Maribel y su hijo y cuidador, Víctor, escuchan a la internista. / Juan Carlos Muñoz

Y no es un caso aislado. Desde que el pasado diciembre se puso en marcha en el centro el programa Hospital en Casa para derivaciones desde el servicio de Urgencias, un total de 56 pacientes han sido tratados con este nuevo modelo de la hospitalización a domicilio, en su mayoría, por descompensaciones de enfermedades crónicas e infecciones agudas.

El equipo, formado en su totalidad por tres médicos internistas y tres enfermeros de la unidad, no lleva camilla, ni ambulancia, pero sí ecógrafos portátiles, medicación intravenosa, fonendo, tensiómetro, pulsómetro y, sobre todo, tiempo. Tiempo para escuchar, curar y observar. Y un tiempo que, en una planta hospitalaria, escasea.

Cada uno de los profesionales atiende una media de tres a seis pacientes al día, para lo que se desplazan a los domicilios de toda su área sanitaria para realizar analíticas, curas, controles, y hacer seguimiento clínico con la misma rigurosidad que en planta. El periodo medio de seguimiento es variable, pero, según las experiencias registradas hasta ahora, ronda una media de dos semanas.

“Estamos viendo a personas con enfermedades crónicas descompensadas o infecciones agudas. Son pacientes que en otro momento estarían ingresados en planta y que hoy pueden recuperarse desde el sofá de su casa”, explica la doctora Concha Conde de Guzmán, otra internista del equipo.

Los profesionales concretan que para que un paciente pueda beneficiarse de este programa debe cumplir ciertos criterios como estar clínicamente estable; necesitar tratamiento hospitalario, pero no vigilancia continua; tener condiciones mínimas de habitabilidad; un cuidador de referencia; y vivir dentro del área sanitaria.

El equipo al completo a las puertas del hospital.
El equipo al completo a las puertas del hospital. / H. U. V. R.
Algunos profesionales en la reunión previa a las visitas en el Hospital Doctor Muñoz Cariñanos.
Algunos profesionales en la reunión previa a las visitas en el Hospital Doctor Muñoz Cariñanos. / Juan Carlos Muñoz

El programa se activa cuando desde la Unidad de Urgencias del hospital se detecta un posible candidato a esta nueva modalidad de ingreso hospitalario. A continuación, el contacto de los pacientes con el equipo es diario, aunque no siempre presencial. La visita puede ser a demanda o programada. Los enfermeros trabajan todos los días, de 8:00 a 20:00 horas, y los médicos lo hacen de lunes a viernes en el mismo horario y el sábado por la mañana.

“No se trata sólo de poner un antibiótico. Se trata de acompañar el proceso completo, con seguimiento telefónico, visitas adaptadas, y, sobre todo, mucho vínculo”, afirma el enfermero Pablo Simón.

El programa permite hacer analíticas, cultivos, transfusiones puntuales, administración de sueros, antibióticos intravenosos, incluso ecografías a domicilio. “Tenemos cuatro ecógrafos portátiles. Para nosotros es una herramienta imprescindible para evaluar pulmón, corazón, abdomen...”, explica la doctora Ternero. También se realizan procedimientos más invasivos, como paracentesis, toracocentesis o biopsia cutánea, si el paciente lo permite. “La casa es una extensión del hospital”, apostillan Nacho Guerrero y Mercedes Álvarez, los otros enfermeros del equipo.

Cada día, este pequeño, pero comprometido equipo, se coordina desde la sede de la unidad en el Hospital Doctor Muñoz Cariñanos. Allí se reparten las visitas o llamadas del día en función de la complejidad de cada caso y su localización en una zona o no de difícil acceso. El reparto de los pacientes se hace a través de una sectorización por centros de salud realizada previamente. A diferencia de las visitas médicas tradicionales, las suyas implican hablar con los cuidadores, mirar al paciente a los ojos y observar su entorno. “Aquí no es sólo el paciente. Ves cómo vive, quién lo cuida o qué limitaciones tiene su familia. Eso te cambia la forma de hacer medicina”, cuenta Carlos Reina, también internista del equipo.

Jara Ternero coge la medicación necesaria para la atención a su paciente en casa.
Jara Ternero coge la medicación necesaria para la atención a su paciente en casa. / Juan Carlos Muñoz

Uno de los grandes beneficios que mencionan todos los profesionales es la reducción del delirio en pacientes mayores. “Ingresar a un anciano en planta supone un cambio de entorno que puede desencadenar deterioro cognitivo agudo. En casa, eso no ocurre. Mantienen sus rutinas y eso es salud”, explican.

A nivel de satisfacción, los profesionales coinciden en el “éxito” del modelo. “El futuro viene en este camino”, afirma rotunda Jara Ternero. En el domicilio no hay timbres a medianoche, ni luces encendidas, ni comidas impersonales. “En casa te duchas en tu baño, comes lo que te gusta y estás con tu gente. Para muchos pacientes, eso es curativo”, dice el doctor Reina. El programa también revela la realidad social del paciente. “Hay personas que viven solas, en condiciones duras y, prácticamente, aisladas. El hecho de que lleguemos a su casa es, para ellas, un gesto de humanidad. A veces te reciben con alegría porque eres el único que ha tocado su puerta esa semana”, comentan. “La palabra es acompañamiento. Acompañamos la enfermedad, pero también la vida del paciente en su entorno real”, sentencian.

En casa de Maribel todo son elogios hacia este equipo con la doctora Ternero como su referencia. “Yo hago todo lo que ella me dice, da gusto cómo explica las cosas de bien y siempre están disponibles. En casa, mi madre mejora cada día. Salimos por la tarde a pasear y le viene fenomenal. Para ella, quedar ingresada en el hospital era su mayor miedo, así que está encantada con esta modalidad”, asevera.

Más allá de lo cualitativo, según los primeros análisis de este nuevo modelo, el mayor volumen de atención se corresponde con pacientes con una edad media de 86,48 años. La infección respiratoria suma el mayor porcentaje de diagnósticos en seguimiento, con un 33,93% de los casos, seguida por la insuficiencia cardíaca (17,86%) y la infección urinaria (10,71%).

Los profesionales coinciden en que el hospital en casa no es sólo una alternativa, sino que es una “revolución silenciosa” en la sanidad, que acaba de arrancar en Andalucía en el Hospital Virgen del Rocío, y que cuenta con el aval de varios hospitales en Madrid y algunos más en el norte de España. El equipo confía en que esta línea no sólo se mantenga, sino que crezca. “El hospital lo ha impulsado con fuerza. Pero para seguir, hace falta más medios y más visibilidad”, dicen.

Mientras eso llega, en el haber de los sanitarios, ya quedan muchas anécdotas para el recuerdo. Y es que cuando se cruza el umbral de la puerta, cada casa es un mundo. “En una ocasión, después de haber incluido a una paciente en esta unidad, descubrimos que era el sustento de toda su familia en un hogar en el que convivían once personas”, comentan los profesionales. “Lo que más nos está enseñando este modelo de atención es permitirnos ver una realidad mucho más allá del paciente. Es una asistencia muy global. Es ver su hogar y su ambiente, con lo positivo y lo negativo”, sentencian.

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