Un linaje que influyó en la Universidad y en la vida
El segundo volumen de ‘Maestros del Derecho’ incluye una serie de entrevistas con referentes de la Universidad y docentes que crearon escuela
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El segundo volumen de Maestros del Derecho retrata a una generación de catedráticos que empezaron a ejercer la profesión en los años próximos a la Transición, figuras que fueron importantes para la facultad de Derecho y formaron a doctores y a profesores que hoy en día son catedráticos, y que también tuvieron relevancia en la vida política y cultural del país. Así, en el conjunto de entrevistas asoman desde dos presidentes del Tribunal Constitucional como Pedro Cruz Villalón y Miguel Rodríguez Piñero a un jurista del alcance político de Javier Pérez Royo o un investigador como Pipo Clavero que tuvo una relación muy cercana con el underground sevillano, con Gonzalo García Pelayo y la serie discográfica Gong. Una generación que triunfó no sólo en lo académico, que influyó mucho en la vida española, y a la que pertenecieron también Felipe González, Manuel Chaves o Rafael Escuredo.
Manuel Clavero Arévalo recuerda en la conversación que mantiene con Francisco López Menudo que en su familia “no había nadie relacionado con el Derecho” y que la Facultad en la que estudió y preparó las oposiciones estaba todavía en la calle Laraña. “Todos los catedráticos que había entonces eran de una gran categoría humana y personal”, aunque Clavero Arévalo evoca con especial cariño a su “maestro” Carlos García Oviedo. El ex ministro califica en el libro como una “de las épocas que yo recuerdo más difíciles” su etapa como rector a principios de los años 70, cuando “se veía el cambio político y allí había carteles, manifestaciones...”, y asegura que no se arrepiente del célebre “café para todos” con el que contribuyó a la autonomía andaluza: “Surgió porque me parecía que podía haber distinciones entre ministerios, entre comunidades autónomas... y yo lo que defendí es que no debía haber diferencia entre unas y otras”. Clavero Arévalo, que contestó a esta entrevista antes de su muerte en 2021, sostiene que durante su consagración a la política “no había corrupción. Esto ha venido después”, y señala como el motivo de esta situación “el funcionamiento de los partidos, que requieren mucho dinero” y las deudas que contraen con las empresas que participan en las campañas electorales.
La publicación incluye asimismo el testimonio póstumo de Manuel Olivencia, entrevistado por Alberto Díaz Moreno, a quien relata que heredó el interés por el Derecho de su padre. “Yo digo que fue mi primer maestro y de él aprendí una primera y permanente lección de derecho. Los iuris praecepta del Digesto, una colección de fallos jurídicos, se abre con tres preceptos morales. Vivir honestamente, dar a cada uno lo suyo y no dañar a nadie. Esa lección permanente, aparte de la técnica de la abogacía, la aprendí en el despacho de mi padre". Entre los referentes que Olivencia tendría más tarde, cita a Ramón Carande, con el que, admite, “inicialmente tuve algún tropiezo pero después me llevé muy bien. Me quería mucho y yo a él. Cuando llegué de catedrático ya él estaba jubilado pero mantuvimos una relación extraordinaria. Depositó en mí una confianza muy amable que yo tengo que agradecer por mi parte”.
A través de los diferentes encuentros, Maestros del Derecho propone una reflexión sobre el intercambio que supone la docencia. El catedrático de Derecho Administrativo Alfonso Pérez Moreno destaca en su charla con Concepción Barrero su visión particular de la Universidad: “Yo creo que hay algunos profesores que contarán a sus discípulos como creadores que se han unido a él, pero él ha impuesto las materias, ha creado el método, ha señalado los campos y, en cambio, yo no tengo esa conciencia. Normalmente la calidad de los discípulos que han devenido fenómenos del desarrollo de nuestra disciplina era tan importante que cada uno ya tenía su impronta creativa en lo que elegía, en las materias”, apunta el catedrático.
En el volumen, los expertos reunidos ofrecen una mirada desde su formación y su criterio a la actualidad. El catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla Antonio Pérez Luño lamenta que “para muchos europeos Europa representa una especie de burocracia que existe en Bruselas y no se ha generado una conciencia europea, no se han generado vínculos de solidaridad entre todos los ciudadanos europeos. En esto insiste mucho Habermas en su obra ¡Ay Europa!, en la que dice que si el ciudadano español no se siente solidario con el español o con el italiano o con el griego, si no hay vínculos de solidaridad entre los ciudadanos europeos, la Unión Europea no seguirá adelante”, argumenta el especialista en una entrevista que firma su discípulo Fernando Higinio Llano.
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