Calle Rioja

El médico que receta recuerdos

  • Evocación. Con Bécquer y Cernuda como ‘guionistas’ del espacio y del tiempo, el médico Francisco Gallardo reconstruye su particular descubrimiento del mundo en la infancia

Francisco Gallardo, con el editor y los presentadores de su libro 'Cuaderno de San Lorenzo'

Francisco Gallardo, con el editor y los presentadores de su libro 'Cuaderno de San Lorenzo' / Belén Vargas

EL día que nace el rey de España, Felipe VI, Francisco Gallardo (Sevilla, 1958) cumplía 10 años. En su casa se impuso una ley sálica a su pesar. Los cuatro hermanos –José Joaquín, Miguel, Paco, Jesús– fueron la niña que nunca vino. Para compensarlo, este médico ya curtido en la literatura –ganó el Ciudad de Badajoz de Novela con Áspera sed de la muerte– utiliza la ley del péndulo y le dedica Cuaderno de San Lorenzo (Algaida) a sus tías Luna y Lela, las hermanas de su madre. Porque Paco tiene tres hermanos y tuvo tres madres. El libro lo presentó a dos pasos del Rock de la calle Feria, su primera novela.

Este libro de memorias de su infancia, del niño que nace años después de la nevada de 1954 y años antes de la riada de 1961 que inunda la portada y la contraportada del libro, fue como una mayoría de edad literaria. Hubo gente que se quedó en el patio del Palacio de los Marqueses de La Algaba. Muchos escritores entre el público: José María Conget, Juan Lamillar, Salvador Compán, Antonio Molina Flores, Ramón Cañizares, Antonio Cano... El tiempo cernudiano, Ocnos en Juan Rabadán, de un niño rodeado de poetas: Bécquer, Rafael Montesinos, Rafael Laffón, Romero Murube y Fernando Ortiz. El autor de La estirpe de Bécquer antes de ser el mejor poeta sordo de Nervión lo fue de estos compases en un barrio que paseamos con este titular: Oda a Platko con guantes de Casillas. Mi regalo de cumpleaños para el portero que volvió a nacer.

Una calle y una plaza. En esa geometría astronómica cabe el mundo que recupera Paco Gallardo. El 23 de la calle Santa Ana y la plaza de San Lorenzo. “En la hora final, si no fuera en mi tierra, me gustaría que la muerte me encontrara en Sevilla, en un banco de la plaza de San Lorenzo, bajo la lluvia de abril”. Palabras de Iñaki Gabilondo que abren el libro. El periodista donostiarra que vino a dirigir Radio Sevilla redescubrió el barrio en la sede de Radio 16 en la calle Martínez Montañés. Barrio donde todos escriben: el médico Paco Gallardo, el peluquero Juan Carlos Pérez López, el librero José Luis Rodríguez del Corral, el entrenador Pepe Mel, que dejó su quinta novela, ambientada en la revolución de Asturias, al fichar por Las Palmas. El político Felipe Alcaraz recrea la zona en alguna novela cuando el Partido Comunista tenía la sede en la calle Teodosio.

Tres Pacos, onomatopeya de los francotiradores, en la presentación con el editor Miguel Ángel Matellanes. Paco Gallardo, Paco Robles y quien suscribe. El autor nunca jugó a la Rayuela en la plaza, pero fue un precoz lector de la novela de Cortázar. Este Cuaderno de San Lorenzo se homologa con los Cahiers de Cinemà de la Nouvelle Vague con su selecta nevería del cine Ideal. Españaoladas con subtítulos de Godard.Nada era inmediato como ahora. Nada era vulgar. En la nostalgia del futuro, fórmula poética de Luis García Montero, evoca Gallardo un pasado donde el escritor va descubriendo los materiales: la Imprenta El Sol, el periódico-sábana que desplegaba su padre, la máquina de escribir.

La vida diaria con el guión de las coplas que sonaban por la radio. Las paradas de su padre en Casa Ricardo, heredero espacial de Casa Ovidio. Los encuentros con Joaquín Castro, tabernero-poeta de ascendencia gallega al que representó en la presentación su hijo Javier. Tiempo de taberneros filósofos y de filósofos de taberna. Narra la temprana vinculación de la familia con la Soledad de San Lorenzo, la penúltima de la Semana Santa. Una de las tres cofradías de la plaza donde reina Juan de Mesa.

La patria de un niño es (era) la calle y la patria del escritor es la infancia recuperada, con las palabras del libro de Fernando Savater, por este médico que sana escribiendo recetas en forma de libros y mete a Darwin en una caja de zapatos Gorila. Con Gallardo vuelven el hotel Bristol, la Corsetería Mónaco (hoy La Azotea) o la tienda de Angelito.

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