"El modelo de ciudad mediterránea es más una utopía que una realidad"

El rastro de la fama · Enrique López Lara

Ha investigado sobre asuntos muy variados, desde la geografía sanitaria y asistencial en Andalucía hasta el impacto visual de las placas solares en el paisaje de las poblaciones.

Foto: J.A. García
Luis Sánchez-Moliní

14 de julio 2013 - 05:03

-En un mundo académico donde impera la archiespecialización, usted ha investigado temas muy diversos. ¿Es la Geografía una ciencia omnicomprensiva?

-La Geografía es una de las ciencias antiguas con ansias de comprensión universal. A partir de los siglos XVII y XVIII se le fueron desgajando disciplinas como la Climatología, la Geomorfología, la Demografía… Desde ese momento, la Geografía ha tenido un problema epistemológico, nos hemos tenido que preguntar qué es lo que estudiamos. Esto nos ha dado más versatilidad y más capacidad de adaptarnos a los cambios. Ahora podemos abordar los problemas incorporando muchas miradas: la del jurista, la del sociólogo, la del planificador territorial, la del urbanista… Además, hoy en día tenemos la suerte de contar con una herramienta muy útil: los sistemas de información geográfica. En definitiva, somos los encargados de analizar todo aquello que tenga una repercusión sobre el territorio.

-Sin embargo, la visión popular del geógrafo es la de una persona que puede repetir como un loro listados y listados de ríos y montes.

-Sí, siempre hemos arrastrado la imagen de esa persona que se sabe de memoria un listín telefónico. Cuando yo estudiaba y ayudaba a mi padre en su bar, los clientes me preguntaban dónde estaba el río Mundo -un afluente del Segura- o las capitales del planeta más insospechadas.

-Uno de los temas que más ha trabajado es el de la inmigración en Andalucía.

-Yo me siento identificado con los inmigrantes. Nací en Tánger y luego viví en Barcelona. Precisamente, en el piso en el que habitaba con mis padres en Cataluña viven ahora unos magrebíes. Cuando llegué a Sevilla residimos en El Cerezo, que ahora es también una de las zonas de la ciudad con una mayor concentración de magrebíes.

-¿La inmigración se ha convertido con la crisis en un fenómeno del pasado?

-Cuando más inmigrantes tuvimos en España fue entre 2000 y 2008, periodo en el que pasamos de un 3% a un 11% de población extranjera. Nadie le puede poner puertas al campo y la inmigración siempre existirá mientras se mantengan desigualdades económicas importantes entre los países. Por ejemplo, la renta per cápita en España está entre los 23.000 y los 24.000 dólares, pero la de Marruecos no llega a los 1.500. Esto es un caldo de cultivo que, a veces, lo encubrimos con otras diferencias que no son tales. La inmigración es un fenómeno que sigue y seguirá presente. Hoy mismo [el pasado lunes] el papa Francisco va a Lampedusa para rendir un homenaje a la gran cantidad de africanos que han muerto en su intento desesperado de llegar a Europa.

-¿Las diferencias con Marruecos son sólo económicas?

-Fundamentalmente. Hay, evidentemente, otras... Ahora ha comenzado el Ramadán. Pero, insisto, estas diferencias no son tan grandes y, muchas veces, responden a estereotipos como el del andaluz simpático.

-En concreto ha estudiado la génesis y evolución de los barrios de inmigrantes en Sevilla. ¿Se han creado guetos en la ciudad?

-El fenómeno de la inmigración es muy reciente en la Sevilla contemporánea. Aunque la palabra suene fuerte sí podemos decir que se han creado guetos. Por ejemplo, los magrebíes suelen ubicarse en la zona de El Cerezo, y los latinoamericanos se han concentrado en La Bachillera y San Jerónimo… Esta tendencia de las diferentes comunidades de inmigrantes a concentrarse en una zona determinada es común a todas las ciudades que conozco. Buscan barrios baratos y en los que ya tengan amigos y familiares; también negocios característicos de cada comunidad, como las carnicerías halal de los musulmanes.

-¿Es Andalucía una región hospitalaria con los inmigrantes?

-En general, y sin caer en el tópico, Andalucía es más hospitalaria que otras regiones españolas, aunque más en los pueblos que en las ciudades. Ahora, es evidente que hay de todo.

-El Mediterráneo es otro de sus temas favoritos como investigador, un mar que ha pasado de ser el centro del mundo clásico grecolatino a estar muy lejos de los grandes centros de actividad económica, que ahora se concentran en el Pacífico. ¿Acabaremos siendo un arrabal geográfico?

-Personalmente creo que no. Es cierto que el Mediterráneo tuvo su momento de esplendor y que con los descubrimientos y el nacimiento de la frontera atlántica empezó a declinar hasta hoy en día con la emergencia de los países del Pacífico, tanto de la costa asiática como de la americana. Hemos perdido cierto peso, pero el Mediterráneo no es sólo un conjunto geográfico, sino también una manera de entender la vida… La forma de concebir la ciudad de una manera compacta…

-Últimamente se habla mucho del modelo de la ciudad mediterránea. A mí esto me extraña, porque veo en nuestro entorno muchas ciudades mal construidas, sucias, con carencias urbanísticas y de servicios…

-La cuestión es buscar un modelo alternativo al expansivo, al que crece como una mancha de aceite, como el del Aljarafe, en el que primero se pensó en el crecimiento inmobiliario y luego en las infraestructuras y servicios que eran necesarios. Es verdad que el modelo mediterráneo es más una utopía que una realidad. Deberíamos crear ciudades con barrios más compactos que funcionen más autónomamente, ciudades que aumenten la accesibilidad y reduzcan la movilidad. En Sevilla se han hecho avances con el carril bici o la peatonalización de algunas zonas, pero seguimos teniendo carencias importantes, como la velocidad de la red pública de autobuses, que aún es muy lenta. Seguimos usando demasiado el automóvil.

-Andalucía ha tenido históricamente una relación de desconfianza con Marruecos, el lugar de donde venían las invasiones del sur, los piratas berberiscos o, ahora, las inmigrantes con velo. ¿Ha mejorado en algo esta relación?

-En los últimos tiempos, Andalucía ha tenido con Marruecos una política de muy buena vecindad. Quizás porque el ex presidente Chaves es nacido en Tetuán. No ha sido una cooperación paternalista y se han tenido en cuenta los intereses de Marruecos. De hecho, este modelo se ha considerado en muchos foros como válido. A Europa, en general, le interesa que el Magreb sea un conjunto de países estables, donde no haya problemas económicos, que son el caldo de cultivo de otros problemas. Queramos o no, compartimos una zona geoestratégica muy importante y sensible, el Estrecho de Gibraltar, que está entre dos mares y dos continentes.

-Un problema permanente en la relación entre Marruecos y España son las plazas de Ceuta y Melilla. ¿Qué opina usted de esto?

-Como la del Peñón, es una cuestión de herencia histórica. De momento existe un acuerdo tácito de que la situación se mantenga como está. Es verdad que son plazas que nunca pertenecieron a Marruecos y que su población musulmana se siente española, porque sabe valorar lo que tiene y lo compara con otros modelos.

-Usted ha investigado también sobre el impacto del turismo de masas en el litoral andaluz. ¿Nos hemos cargado para siempre nuestras costas?

-No me gustaría ser tan pesimista. Hemos hecho un uso-abuso del litoral en un proceso que comenzó en los sesenta en la Costa del Sol. Se ha dejado en manos de los ayuntamientos el poder cambiar los usos del suelo y esto se ha utilizado como una fuente de crecimiento económico mal entendido. Sin embargo, hay dos cuestiones que han frenado este fenómeno: la política de protección de espacios naturales (Doñana, las marismas de Barbate...) y la crisis económica. Ahora hay empresas españolas que se han empezado a cargar el litoral de Marruecos, un país que está potenciando el turismo de sol y playa, pero a este país todavía le queda mucha costa.

-Espacios naturales, otro de sus temas de investigación. ¿Es posible su protección a la vez que se garantiza a la población herramientas de desarrollo económico?

-Ese es un debate sin cerrar y no será fácil hacerlo. Cuando se crea una figura de protección en una zona habitada, como en la sierra de Aracena, se está limitando de alguna manera sus posibilidades de desarrollo económico, hay siempre un lucro cesante para la población. La actitud debe ser conservar dando perspectivas de desarrollo. El proteger tiene unos costes, pero es una inversión importante para las generaciones futuras.

-¿Vivimos en un mundo cada vez más feo?

-Ahora hay mucha preocupación por el paisaje, cuyo estudio lo empezaron los alemanes en el siglo XIX. En Sevilla tenemos el Centro de Estudios del Paisaje y el Territorio, en el Patio de Banderas, que dirige el geógrafo Florencio Zoido. Se están realizando trabajos interesantes en temas como las carreteras paisajísticas. Por ejemplo, hay una que va de Ronda a Gaucín que es una auténtica maravilla, con pueblos de origen árabe -Alpandeire, Benalauría...- que están situados a media ladera, con muchos castaños...

-Todos hemos visto desaparecer paisajes muy queridos, lugares que fueron importantes en nuestra niñez y que han sido destrozados por la especulación y el desarrollismo económico de los últimos años.

-A mí me pasa con el Aljarafe. De niño viví en Ciudad Aljarafe, una barriada que estaba rodeada completamente por olivos... Ya no queda ni uno... El paisaje ha desaparecido por completo.

-Una de las cosas que más daño le han hecho al paisaje andaluz son los polígonos industriales en los pueblos.

-Actualmente, los accesos de los pueblos son muy feos. Ya hay estudios para adecentar estos lugares, fundamentalmente a base de plantar árboles y vegetación en general.

-El fondo antiguo de libros de la Universidad de Sevilla tiene una buena colección de obras geográficas históricas, como las de la biblioteca del cosmógrafo Jerónimo de Chaves. Sin embargo, ya se ha dado la voz de alarma sobre la precariedad de las instalaciones en las que se guardan estos libros.

-La Universidad de Sevilla tiene un patrimonio bibliográfico impresionante, con atlas de los siglos XVI y XVII de mucho valor histórico y que han sido investigados a fondo por Carlos Posada. Las condiciones de seguridad son buenas, pero falta evidentemente espacio. Necesitamos una biblioteca de Humanidades en condiciones.

-Cambiando radicalmente de tercio, usted también ha trabajado sobre la geografía médica y asistencial en Andalucía. ¿Qué opinión le merece nuestra red sanitaria?

-Los primeros estudios sobre esta materia que leí a principios de los años ochenta hablaban abiertamente del subdesarrollo andaluz. Desde el punto de vista de las infraestructuras sanitarias hemos avanzado espectacularmente, sobre todo gracias a la reforma sanitaria que favoreció la construcción de los centros de atención primaria, evitando así que la gente tuviese que acudir a los hospitales por causas menores. Esto ha conseguido abaratar los costes y mejorar el bienestar de las personas.

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