Algo se mueve en el Bajo Guadalquivir contra la despoblación rural

Para neutralizar la marcha de sus habitantes, Adelquivir promociona las iniciativas empresariales y culturales de una comarca de enorme peso histórico 

"Organizaremos mesas de trabajo sobre agricultura y turismo para analizar qué demanda la zona y subvencionar", destaca Magdalena Tejero, directora gerente de Adelquivir

La bandera de la comunidad gitana luce en el balcón del Ayuntamiento de Utrera.
La bandera de la comunidad gitana luce en el balcón del Ayuntamiento de Utrera. / D.S.

Sevilla/Las torres de vigilancia y castillos que hace seis siglos jalonaban la Banda Morisca sirven hoy de testigos de la historia. Recuerdan el peso de un legado que reclama su vigencia y que está vinculado de forma irremisible con nuestra rutina. Desde el vocabulario a las plantaciones. Desde la fisonomía urbana a los ropajes que vestimos. 

En la provincia de Sevilla, la despoblación rural atenta contra la vigencia de ese fabuloso patrimonio material e inmaterial y para afrontarlo, Adelquivir, la Asociación para el Desarrollo Rural del Bajo Guadalquivir, ha dispuesto un plan para atraer la inversión desde la promoción de los valores histórico-artísticos, pero también socio-económicos, de la comarca que engloba a ocho municipios: Utrera, El Coronil, Los Molares, El Palmar de Troya, Los Palacios y Villafranca, Las Cabezas de San Juan, El Cuervo de Sevilla y Lebrija. 

Enmarcado en el Proyecto Rutas Turísticas y Culturales Rurales en las Provincias de Cádiz y Sevilla, que está financiado por la Unión Europea y la Consejería de Agricultura Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, Adelquivir organizó una ruta por los castillos y torres del Bajo Guadalquivir, que sirvió para poner en valor el patrimonio rural, turístico, artesano y gastronómico de dichas localidades. 

Cervezas Vandalia, Quesos Atelier Flor de Gamón o Tierra Palaciega y sus salsas de tomate, empresas pujantes

Magdalena Tejero, directora gerente de Adelquivir, es clara en la exposición de la estrategia: “Estas rutas son el mejor modo de que el tejido empresarial de la zona sea consciente de los recursos y de la potencialidad de esta rica comarca. Estos fondos, con la Diputación como socio protector, nacen con el propósito de evitar la despoblación de estos territorios con tanto peso en la provincia y la comunidad. Hablamos de muchísimo patrimonio. Organizaremos mesas de trabajo sobre agricultura y turismo para analizar qué demanda la zona y subvencionar. Todo por evitar que se vaya la población”. 

Puso un ejemplo a seguir, el de José Manuel Pérez Plata, ingeniero químico de Los Palacios y Villafranca que volvió a su localidad hace unos años para crear la empresa Tierra Palaciega, dedicada a la elaboración y transformación del tomate para consumición directa, bajo un proceso artesanal sin conservantes, colorantes ni pectinas. 

En esa misma línea aparece la cervecera utrerana Vandalia, que nació en 2006 y en 2018, con sus nuevas instalaciones, ya expedía 30.000 litros semanales. Muy apreciables su blonde ale y su cerveza negra, enmarcadas ambas en un entorno climático más amable que el Norte de Europa. Y fantástica su pale ale, elegida en 2019 la mejor del mundo en su tipología entre 3.000 aspirantes, recuerda José Manuel Pintor, encargado de producción. O la quesería ecológica Atelier Flor de Gamón, que se abre paso desde Los Molares con la pujanza de una propuesta honestísima desde su respeto al entorno. Sus quesos de cabra están deliciosos acompañados de un buen vino. 

La Casa Cuadrada de la neerlandesa Lisa-Marie Vlietstra, residencia de artistas y molino de ideas en El Coronil

En la denominada Ruta de los Castillos, que Adelquivir trazó por Utrera, El Coronil, Los Molares y El Palmar de Troya, colaboraron los respectivo ayuntamientos así como empresas locales de cada uno de los municipios, reforzando la conexión entre el turismo y la rica herencia cultural y gastronómica locales. 

Hablando de gastronomía: en Utrera, Besana Tapas con el chef Daniel León al frente (ensaladilla de gambas con aceite de coral, gazpachuelo de kimchi, brioche de cola de toro, chipirones rellenos de butifarra) o el Restaurante Domínguez de El Palmar de Troya (deliciosa cecina, huevos gourmet…) son dos opciones más que recomendables. 

La nave principal del interesantísimo museo del Hospital de la Resurrección, de Utrera.
La nave principal del interesantísimo museo del Hospital de la Resurrección, de Utrera. / D.S.

El kilómetro cero de la ruta se enclavó en el imponente Santuario de Nuestra Señora de Consolación para continuar después con el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Utrera. En el balcón principal del consistorio lucía la bandera azul y verde de la comunidad gitana. Este año se celebran los 600 años de la llegada a España de esa etnia tan vinculada al pueblo donde nacieron los hermanos Álvarez Quintero. Por algo el Potaje Flamenco es el festival con más solera. Utrera, tan cercana a Sevilla, tan accesible incluso por tren, conserva un legado apabullante que bien merece una escapada. La Iglesia de Santiago con sus campaneros desafiando las leyes físicas en sus acrobáticos tañidos, la Iglesia de Santa María. O la Casa Museo del Hospital de la Santa Resurrección, museo que se abrió en 2022 con motivo de los 500 años del compromiso de caridad del recinto con todo enfermo o necesitado de comida. El hospital es oficialmente suelo vaticano e impresiona cómo se refleja el peso de la historia en cada rincón y en sus enseres. En la nave principal del extraordinario museo se contabilizan los enfermos asistidos, los recuperados y los fallecidos. Hasta 2.300 familias de Utrera han recibido ayuda de una institución que el pueblo adora. 

En la contigua Iglesia de Santiago, lucen en unas vitrinas las partidas bautismales de Fernanda y Bernarda de Utrera. También la de Bambino. Utrera es flamenca por los cuatro costados. Y agradeció mucho algo que Fernando Rivas, vocalista del recordado grupo Los Centellas, recuerda en un divertido paseo nocturno y teatralizado: “La llegada del tren al pueblo en 1860 fue fundamental para la expansión del flamenco por la comarca”. Y no hay más que ver el recorrido del tren Sevilla-Cádiz para atestiguarlo: Dos Hermanas, Utrera, Jerez, Lebrija… En ese cordón ferroviario viajaron a compás Perrate, Diego del Gastor, Bernarda y Fernanda. Y muchísimos otros. 

José Manuel Pintor y su padre Manuel, de la exitosa cervecera utrerana Vandalia.
José Manuel Pintor y su padre Manuel, de la exitosa cervecera utrerana Vandalia. / D.S.

El Coronil presume de castillos. El de la Villa y ya en las afueras, uno que extraña por no levantarse en alto, sino para preservar un manantial: el de las Aguzaderas. Desde sus almenas se divisan en lontananza la Torre de Lopera o el Castillo de Cote, que nos recuerdan aquella época de tensa convivencia y asaltos musulmanes con expediciones de diez o doce valientes que mataban, robaban y regresaban a sus dominios del sureste andaluz. 

La localidad cuenta con fértiles tierras donde se crían unas legumbres extraordinarias de verdad. Pero el perfil tradicional del mundo agrario convive con propuestas de una modernidad rabiosa: en un precioso inmueble de 1850 abre sus puertas con indisimulada hospitalidad La Casa Cuadrada, residencia de artistas (dispone de cinco preciosos dormitorios) y sala de exposiciones y actividades culturales, una audaz propuesta de la joven neerlandesa Lisa-Marie Vlietstra. “Estudié Bellas Artes en mi país, me especialicé en Fotografía y Cine y después de trabajar durante cuatro meses en Córdoba, quise establecerme cerca de Sevilla. Vi ‘on line’ esta casa, desde los Países Bajos, y me cautivó. Tiene alma”. La falta de ayuda institucional no ha frenado ese molino de ideas que gira en mente de Lisa, un exponente de los focos de luz proyectados al futuro que en la comarca nacen. André Breton proclamó que el arte “no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo para darle forma”. Y ahí, en un recoleto punto de El Coronil, ha abierto Lisa-Marie su pujante fragua… 

Tabla de quesos de Atelier Flor de Gamón, de Los Molares.
Tabla de quesos de Atelier Flor de Gamón, de Los Molares. / D.S.

A 15 kilómetros de El Coronil, en Los Molares, el doctor en Historia y arqueólogo profesional Pablo José Ramírez se afana junto a los rectores municipales en volver a desenterrar, por segunda vez, el dolmen de La Cañada, que tiene unos 5.800 años de antigüedad y fue desentrañado en 1968. Otro testigo del descomunal legado que reposa en la comarca. 

La ruta se prolongó por dos bellísimos parajes naturales alrededor del último pueblo reconocido como tal en la provincia de Sevilla, El Palmar de Troya, que reclama su valor socio-cultural mucho más allá de ese estigma con forma de cruz: la Torre Vigía del Guadalquivir en el pantano Torre del Águila y la laguna de Zarracatín. Entre una y otra, la Torre de Troya en la finca del mismo nombre. 

Este Proyecto de Cooperación está financiado con fondos de la Unión Europea y la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía. Participan los Grupos de Desarrollo Rural de la Campiña de Jerez y Costa Noroeste de Cádiz, el Litoral de la Janda y los Alcornocales, la Sierra de Cádiz, el Bajo Guadalquivir, Gran Vega de Sevilla, el Corredor de la Plata y la Serranía Suroeste Sevillana, con una inversión total de 265.454,46 euros, necesarios para el desarrollo y diversificación de la oferta tanto turística como cultural de los municipios de los GDR participantes.   

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