Los narcos colombianos descubren el Guadalquivir

Casi diez toneladas de cocaína se intervinieron en menos de un mes en el entorno del río, una cantidad siete veces mayor a la intervenida en los dos años anteriores

Las narcolanchas se pasean por Sevilla

Una narcolancha remonta el Guadalquivir a la altura de la Cartuja.
Una narcolancha remonta el Guadalquivir a la altura de la Cartuja. / Juan Carlos Muñoz

Dos grandes alijos de cocaína en el entorno del Guadalquivir, más otro abortado en el Caribe pero que tenía Sevilla como destino, en el último mes confirman el papel protagonista del río como autopista de entrada de esta droga. Hasta ahora, el Guadalquivir era una ruta seguida casi en exclusiva por los traficantes de hachís, que sorteaban así la vigilancia sobre las playas del Campo de Gibraltar para traer la mercancía desde el norte de África. La cocaína solía entrar en España por puertos y aeropuertos, y lo que llegaba a Sevilla eran cantidades mucho más pequeñas. Ahora, sin embargo, parece que está entrando a espuertas por el río. Por si fuera poco, el temporal ha traído narcolanchas de petaqueros hasta la misma capital, dejando unas imágenes demasiado llamativas que provocan una sensación evidente de impunidad y de que se está perdiendo la batalla contra el narco.

El pasado 27 de diciembre, la Guardia Civil se incautó en una finca de Coria del Río el mayor alijo de cocaína introducido en España a través de narcolanchas. Siete toneladas de esta droga fueron halladas soterradas en contenedores de transporte marítimo. Esa noche, los agentes del instituto armado detectaron en la entrada del río Guadalquivir dos emabarcaciones semirrígidas. Ante la sospecha de que podían estar tratando de meter droga por el río, se activaron diferentes medios aéreos, marítimos y terrestres, que realizaron un seguimiento exhaustivo de ambas narcolanchas.

Los guardias descubrieron que los narcotraficantes descargaban una gran cantidad de fardos, que posteriormente eran trasladados a una finca de Coria del Río. La parcela estaba fuertemente vigilada por varias personas con armas de guerra. Durante el registro de la finca, los agentes localizaron dos zulos subterráneos conformados por dos contenedores marítimos, donde la organización criminal almacenaba distintos alijos. Estos contenedores estaban adaptados específicamente para este propósito, tanto para su acceso como para su almacenamiento desde la parte superior. En el operativo fueron detenidas tres personas y, además de la droga, se aprehendieron tres armas largas de fuego. Una de ellas era un fusil de asalto AK47 o kalashnikov. También se decomisaron dos vehículos sustraídos.

Incautadas siete toneladas de cocaína en Coria del Río / DGGC

A principios de enero, la Policía Nacional intervino un alijo de casi tres toneladas de cocaína (2.883 kilos) en La Puebla del Río, en una intervención que se saldó con otras cuatro personas detenidas, todas ellas con formación paramilitar. La cocaína estaba guardada en unas naves anexas a un restaurante del poblado de Colinas. Tres de los arrestados son ciudadanos colombianos que ejercerían las funciones de guardadores de la mercancía, a los que también se les intervinieron tres fusiles kalashnikov. Una cuarta detenida era una mujer que quedó en libertad provisional.

El 10 de enero, la Armada francesa abordó en el Caribe un barco mercante que iba cargado con nueve toneladas de cocaína. Cuatro personas fueron detenidas cuando iban a bordo. Son tres colombianos y un sevillano. La droga estaba destinada a entrar en España por el río Guadalquivir. Los arrestados fueron llevados ante un tribunal de Martinica.

Son tres operaciones que suman unas 19 toneladas de cocaína intervenidas. Esta es una cantidad extremadamente elevada para una provincia como Sevilla, en la que en los últimos años esta droga se ha intervenido en cifras mucho más pequeñas. Basta acudir a las estadísticas oficiales de incautaciones, que cada año publica el Ministerio del Interior. Todavía no están disponibles los números de 2024, en los que se reflejará no sólo la operación de Coria del Río sino otra anterior en Montequinto con más de 80 kilos intervenidos. Pero en 2023, la Estadística Anual sobre Drogas indica que sólo se incautaron en la provincia de Sevilla 30 kilos de cocaína. En 2022, fueron 1,2 toneladas las intervenidas. Es decir, en menos de un mes se ha aprendido siete veces más cocaína que en los dos años anteriores. Y, si se incluye el alijo del Caribe, la cantidad se multiplica por 16.

Hasta ahora no era habitual que entrara cocaína mediante narcolanchas, que solían destinarse casi exclusivamente a la introducción de grandes cantidades de hachís procedente del norte de África. Las armas de guerra y la especialización de la organización, con los sistemas para guardar la droga bajo tierra, revelan una vez más que el Guadalquivir y su entorno lleva años convertido en uno de los puntos más calientes del narcotráfico en el Sur de Europa.

El alijo de La Puebla del Río.
El alijo de La Puebla del Río. / José Ángel García

“Hay noches en que hemos llegado a detectar hasta 15 gomas entrando por el Guadalquivir. Una detrás de otra. ¿Quién es capaz de parar eso? Ni aunque pongas a todo el Servicio Marítimo entre Sanlúcar y Chipiona. Puedes pillar una, dos, ¿pero ¡15…!? Es una locura". Es el testimonio de un guardia civil, que apareció recientemente en un reportaje publicado por Diario de Cádiz. Se trata de un agente del instituto armado destinado en esta provincia, que lleva batallando con los narcos en el río desde hace décadas.

Los tres alijos de cocaína tan importantes y tan seguidos en el tiempo reflejan una realidad: el río Guadalquivir se ha convertido en una autopista de entrada de la cocaína en Europa, en detrimento de grandes puertos como el de Algeciras. Hay que tener en cuenta que las autoridades calculan que consiguen aprehender en torno a un 10% de lo que entra, por lo que sólo hace falta hacer unos cálculos muy simples para tener la certeza de que está llegando cocaína en grandes cantidades por el río.

Ya desde hace años, la Guardia Civil sabía de las alianzas de los clanes locales, que controlan el río, con las organizaciones dedicadas al tráfico de hachís en La Línea. Ahora parece haber unos nuevos aliados: los cárteles suramericanos, que son los que traen la droga en barco desde sus países de origen, casi siempre Colombia. Hasta ahora, Sevilla tenía un punto caliente de entrada de cocaína en el aeropuerto de San Pablo, a través de vuelos con origen en Brasil y que aterrizaban en Sevilla vía Lisboa. Pero siempre era en cantidades relativamente pequeñas y no alijos tan masivos como los de estos días atrás. Esa misma ruta fue la utilizada, en el año 2019, por el sargento del Ejército brasileño Manoel Silva Rodrigues, que formaba parte de la comitiva del entonces presidente Jair Bolsonaro cuando aprovechó una escala en la capital andaluza para tratar de introducir casi 40 kilos de cocaína.

Antes de estos dos alijos en el entorno del río, hay que remontarse a los años anteriores a la pandemia del covid-19 para encontrar alijos importantes. En mayo de 2019, la Policía Nacional interceptó un camión cargado con 1.282 kilos en El Palmar de Troya. Hasta esta intervención, la más importante desarrollada en Sevilla había sido otra en una nave de la Carretera Amarilla, donde se hallaron casi 900 kilos ocultos en plátanos. Tras el covid, en agosto de 2022 se interceptaron 367 kilos en una nave de Carrión de los Céspedes. La particularidad de esta operación fue que en ella cayeron dos policías nacionales y un guardia civil, que realizaban una escolta de la mercancía.

Pero nunca se habían hallado 7 toneladas juntas en la provincia de Sevilla, lo que revela un cambio en el procedimiento de los propios narcos. Si, como dice el guardia civil, entran 15 narcolanchas cada noche, está entrando tanta droga por el Guadalquivir que el mismo mercado se estaría resintiendo. La elevada oferta hace que la demanda esté más que cubierta y, por ende, bajen los precios. Un kilo de cocaína se vende ahora en torno a los 18.000 euros, cuando hace unos años ese precio era de unos 33.000.

Las estadísticas de consumo de cocaína también se han disparado en los últimos años, precisamente por la facilidad de acceso a la droga. Así lo acreditan informes de organizaciones que trabajan con drogodependientes, como Proyecto Hombre, en cuya última memoria se recogía un incremento de la asistencia a personas adictas a esta sustancia. Es la sustancia cuya demanda crece más, junto con el alcochol. Un 57% de los hombres y un 33% de las mujeres que acudieron en 2023 a Proyecto Hombre tenían este problema de adicción. Fueron un 8% más que en el año anterior, siendo especialmente significativa esta adicción en la población mayor de 31 años, según los datos que presentó la organización a finales de junio.

La clave de ese incremento de la adicción a la cocaína, no sólo en la capital andaluza sino en todo el continente, la da la propia Unión Europea, que presentó hace unos meses el informe europeo sobre drogas de 2024. En este documento se explica que la cocaína es, después del cannabis, la segunda droga ilegal más consumida en el Viejo Continente, aunque los niveles de prevalencia y los patrones de consumo difieran considerablemente según el país. "La disponibilidad de esta droga ha ido aumentando durante varios años", apunta el informe, que también muestra el incremento de la preocupación por el auge significativo de los costes sanitarios y sociales asociados con la cocaína.

Las autoridades europeas constatan que el tráfico de drogas "es muy dinámico y se adapta rápidamente a los cambios geopolíticos, los conflictos regionales y los cambios en las rutas comerciales". En este contexto, se cree que los acontecimientos en Colombia, Brasil y Ecuador han contribuido al aumento observado en el tráfico de cocaína hacia la Unión Europea por parte de grupos del crimen organizado. Además del uso de contenedores comerciales, ahora se utilizan otros métodos, a menudo en combinación, para evadir la detección. En España ya hemos visto el uso de narcosubmarinos o laboratorios caseros con gran capacidad de producción.

Ahora, además, parece que los grandes cárteles colombianos han descubierto el Guadalquivir. Por su propia orografía, el río es casi imposible de vigilar. Desde Sanlúcar de Barrameda a Sevilla hay aproximadamente cien kilómetros. En esta distancia hay varios brazos de río, cientos de canales protegidos por juncos y cañaverales y grandes extensiones de marismas y arrozales que hacen inútil cualquier intento de vigilancia. Un patrullero de la Guardia Civil con los focos encendidos puede ser visto de noche desde varios kilómetros y los caminos que llevan al río son fácilmente vigilables por los narcotraficantes.

En la comandancia de Sevilla no hay servicio marítimo, por lo que lo único que pueden utilizar los guardias civiles son las zodiacs del GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas), embarcaciones como la que fue embestida por una narcolancha el 9 de febrero en el puerto de Barbate, con el resultado de dos agentes asesinados. Los barcos han de venir desde Cádiz. Esta misma semana se han podido ver narcolanchas en Sevilla capital, que venían huyendo del temporal y remontaron el río hasta la isla de la Cartuja. Los guardias civiles y policías nacionales sólo pudieron controlarlas desde tierra o con medios aéreos.

El tráfico de cocaína tiene otra vertiente, que es el aumento de la violencia. Los clanes están ya fuertemente armados y cuentan con armas de guerra, muchas de ellas procedentes de los conflictos de los Balcanes o de la antigua Unión Soviética. El arma más popular es el kalashnikov. Con uno de ellos fue asesinado un conocido narcotraficante de las Tres Mil Viviendas en la aldea del Trobal, una pedanía de Los Palacios y Villafranca, el pasado mes de mayo. Se cree que fue un intento de vuelco o robo de droga entre narcos. Cuatro fusiles similares se incautaron en Coria y La Puebla. En este mismo municipio, hubo en junio del año pasado un intenso tiroteo en el que participaron unas diez personas a bordo de tres todoterrenos.

El Gobierno anunció hace meses que trabajaba en un sistema para frenar el narcotráfico por el Guadalquivir. Se deslizó entonces que serían unas barreras que impedirían de alguna forma el paso de las narcolanchas. Esto, de momento, sigue sin plasmarse en una realidad, al menos que se sepa. Urge que se tomen medidas para atajar el problema.

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