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Fútbol. Un día antes de la inauguración de la Exposición Universal de 1992, Rafael Gordillo jugaba su último partido con el Real Madrid, poniendo fin a siete años en Concha Espina

1 Una jugada de Rafael Gordillo, tirando a puerta, como jugador del Betis en un partido contra el Deportivo de La Coruña. 2. Imagen de Gordillo como jugador del Real Madrid, equipo en el que jugó durante siete temporadas.
Francisco Correal

19 de abril 2017 - 02:33

Faltaba un día para que todas las miradas se concentraran en Sevilla. El 20 de abril de 1992, fecha de la inauguración de la Expo 92, era lunes. La víspera, el domingo 19 de abril, había jornada de Liga y Rafael Gordillo disputó sus últimos minutos como futbolista del Real Madrid. Ponía fin así a siete años en Concha Espina (1985-1992) en los que ganó cinco Ligas consecutivas, callando las bocas de quienes pensaban que con sus 28 años, la edad que tenía cuando firmó por el Madrid, habían fichado a un jugador en fase de obsolescencia.

Jugó un Mundial con el Betis, el de España 82, y uno con el Madrid, el de México 86. Dos Mundiales sin intérprete en las patrias de Hernán Cortés y en la de Malinche, hermoso complemento de estas vísperas de la apertura de la Exposición que conmemoraba el quinto centenario del Descubrimiento de América. Dos Mundiales y dos decepciones, la primera en lo deportivo, con la derrota ante Irlanda de Norte y el sonrojante empate ante Honduras; la segunda, la mexicana, en lo personal, ya que Gordillo fue uno de los damnificados por el llamado mal de Moctezuma. La sombra de Malinche parecía muy alargada.

Dijo Alejo Carpentier que los honores deshonoran. Con tanto protocolo internacional, Sevilla era una ciudad de primera, que compartía el protagonismo con los Juegos Olímpicos de Barcelona, pero el Betis estaba en Segunda División. Una travesía del desierto que se prolongó a lo largo de tres años. Al hijo pródigo no le importó volver al equipo de sus sueños en la categoría de plata y participar dos años después en el ascenso certificado en El Plantío, estadio del Burgos, el mismo equipo al que se enfrentó el 30 de enero de 1977 en su debut en Primera División. En aquel partido bautismal se enfrentó al equipo del que sería su amigo Juanito, que dos semanas antes de su regreso al Betis, en abril de 1992, murió en un accidente de tráfico. Ayer, quién sabe, un cuarto de siglo después, igual podría haber sido el timonel del banquillo del Madrid frente al Bayern Múnich. Su amigo Míchel entrena al Málaga y su amigo Fernando Hierro al Oviedo. Nunca le interesó a Gordillo esa faceta. Fue repescado para tareas más institucionales y representativas, llegando a ocupar en momentos muy delicados del equipo, rayanos en la supervivencia, la presidencia del club.

Gordillo le ha marcado más goles al Betis que al Sevilla, su eterno rival, aunque el primer gol que marcó en Heliópolis una vez abandonada la disciplina verdiblanca fue con la selección. Fue el autor de uno de los dos goles a Islandia, el otro lo marcó Rincón, decisivos para que España obtuviera el billete para el Mundial de México. El Mundial que Argentina le ganó a Alemania por 3-2. Uno de los goles lo marcó Jorge Valdano, que el mismo 19 de abril que Gordillo disputaba su último partido con el Madrid (7-0 al Espanyol de Javier Clemente, cuatro goles de Fernando Hierro) se hacía cargo del banquillo del Tenerife. Un momento crepuscular ya que el Madrid, un año con Beenhakker, otro con Benito Floro, perdió dos Ligas consecutivas en beneficio del Barcelona con sendas derrotas en el Heliodoro Rodríguez López. Gordillo no tuvo la culpa. El Betis de Segunda, dos años después, eliminó al Barça de Cruyff en la Copa del Rey con un gol del ferrolano Juanito, cuya sombra todavía busca por algún resquicio Ronald Koeman.

Volvía Gordillo a la ciudad que lo hizo suyo recién llegado de Almendralejo, su cuna fortuita porque allí jugaba al fútbol su progenitor. La Sevilla de la Puerta Osario, el barrio de su infancia, donde su tío Quintín se convirtió en su hagiógrafo y documentalista, y del Polígono de San Pablo, donde los mapas del tiempo y la memoria lo calificaron de vendaval y tiene una calle y una peña bética con su nombre. Hace 25 años, Gordillo regresaba de un exilio dorado. Vivió los éxitos de la quinta del Buitre y los Pichichis de Hugo Sánchez. Disputó una Eurocopa con el Betis y otra con el Madrid, la de Alemania, donde le cortaron la coleta de la selección. Marcó un gol en el 12-1 a Malta, pero se lo anularon. El árbitro sería supersticioso.

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