Un pájaro solitario
OBITUARIO
Fallece la pintora María Luisa Fernández Cotta, cuya obra no dejaba indeferente a nadie
"En tu mano un cincel
pincel se hubiera vuelto
pincel sólo pincel,
pájaro suelto"
Nada mejor que estos maravillosos versos del gran poeta Rafael Alberti, dedicados a Diego Velázquez, para intentar sintetizar la vida y la obra de mi gran amiga María Luisa Fernández Cotta.
Su aspecto menudo y el modo desapercibido de pasar por la vida encerraban un espíritu fuerte y expresivo, que ella trasladaba a todo lo que hacía. Todos los aspectos humanos con los que podíamos definirla se encuentran en las peculiaridades que encierran las obras: carácter, tesón dulzura, delicadeza, espiritualidad… En fin, las constantes que siempre la acompañaron.
Su capacidad de observación y su facilidad para plasmar lo que extraía del exterior hicieron de ella una PINTORA, con letras mayúsculas. El poder de la visión para lograr un instante de la realidad y plasmarlo en sus obras.
Su fuente de inspiración fue la naturaleza, a la que amaba profundamente; las flores, los animales, el mar o la montaña, de donde extraía los motivos de sus pinturas. Y como los grandes artistas tenía una especial obsesión por captar la luz que transforma cualquier elemento de los que nos rodean. La luz era su fin.
Después de su aprendizaje académico, Maria Luisa siempre pintó. Nunca estaba ociosa. Empezó su recorrido artístico en Sevilla, en Madrid, en Cuenca y en otros muchos lugares. En especial sé que algunos de los pintores conquenses, de los años setenta al noventa, marcaron mucho su evolución de esa época, que desembocó en sus grandes realizaciones hechas al óleo en las que sólo utilizaba los blancos y los negros. Pintura en estado puro.
Trabajaba con todo tipo de instrumentos, de puntas que le permitieran los más finos trazos. Nada sobraba en sus etéreas composiciones y verla dibujar, hasta en los últimos meses de su vida, sorprendía a cualquiera. A mí en particular me trasponía y me hacía perder la sensación del tiempo.
La recuerdo siempre, en su estudio de Sevilla, de Torremolinos, en la costa (como ella decía), en la venta entre caminos cerca de su Morón natal, o en su casa sevillana, rodeada de carpetas pequeñas llena de estos maravillosos dibujos que constituyen un legado increíble de su quehacer artístico. Como es natural, necesitaba apartarse para encontrar "su soledad", espacio íntimo y personal en donde poder pensar y crear sus originales. De ahí lo de "un pájaro solitario", título que el pintor y poeta Ramón Gaya puso a su poema dedicado a Diego Velázquez.
Con cualquier materia podía crear una obra de arte, con unas hojas de flor, con unas plumitas de gorrión o con unas virutas de lápiz. Tenía ese don excepcional en sus manos con el que sabía sacar una maravillosa realización de casi la nada. Las abstracciones en sus obras son un tanto figurativas o al menos digamos que siempre son capaces de manifestar hechos, circunstancias e ideas. En ocasiones, también observamos tintes surrealistas para sugerirnos "su realidad".
En el mes de julio de 2016 nos vimos por última vez, en su estudio de la calle Almirante Ulloa. Las series que dibujaba en esos momentos eran extraordinarias. Desde hacía años, y dada su edad, su creación se había centrado en esas series. Su pulso era perfecto como siempre, sus dibujos ligeros de ejecución directa y su sentido del color extraordinario. Nunca había una tacha ni una corrección; no era posible en estas composiciones por su técnica de ejecución.
María Luisa, aunque no nos veamos, estaremos siempre en contacto. Las personas que dejan huella como tú, la dejan para siempre.
Deseo de corazón que tu obra, que tanto te preocupaba, permanezca junta para que todos tengamos acceso a ella. Las pinturas de María Luisa Fernández Cotta no dejan indiferente a nadie, como sucede con las obras de los grandes maestros.
Hasta pronto amiga…
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