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El paso de misterio de los doce apóstrofos

El paso de misterio de los doce apóstrofos

El paso de misterio de los doce apóstrofos

Era un día de muchos aniversarios luctuosos. El de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer; el de Antonio Susillo, que eligió esa fecha por emulación becqueriana; y el más reciente, el segundo aniversario del fallecimiento del doctor Ismael Yebra, que tenía su triángulo de las bermudas entre la Alfalfa, Umbrete y el lago de Sanabria. Un poeta romántico cuya muerte ocurrió ocho días antes de que asesinaran a Prim en la calle del Turco, eso sí que es una semana trágica; el escultor que inmortalizó las estelas de Velázquez, Mañara o Daoiz, cuyo boceto permaneció en la casa del poeta Fernando Villalón, que era su descendiente, con el texto del pedestal: Abajo los franceses, como contaba Manuel Halcón en el libro de recuerdos de su primo. Y el dermatólogo que historió el colegio de los Escolapios y llevó el cisterciense a su torre de Montaigne. Otro 22 de diciembre, día de sorteo de la Lotería, el Gordo es difícil de olvidar: 88008, la víspera pusieron en televisión dos películas seguidas de 007 y eso era tentar al agente 008. Antonio Burgos se murió justo cincuenta años después del atentado contra Carrero Blanco. Tenía 40 años cuando el España-Malta, del que se cumplían otros cuarenta un día después de su muerte. Un niño de la posguerra. Felipe González es de 1942; Burgos, de 1943; Rocío Jurado, de 1944; Silvio, de 1945. Fechas unidas correlativamente al verano del 42, película de Robert Mulligan; al Licor 43; al 44, prefijo para las islas Británicas que un año antes se quedaron sin reina; y a las 45 revoluciones por minuto.

Estaba Gordillo, que debutó en un Betis-Burgos y vivió en Burgos su último ascenso

Cogí el 14 junto a la capillita del Carmen de Calatrava para ir al funeral en la parroquia del Sagrario, que está recién restaurada y lucía como los chorros del oro. Desde el autobús, al dejar atrás el Alameda Multicines, mustio como un camposanto, y la Academia de Realito donde aprendió Lola Flores (está a punto de concluir el año de su centenario, el siglo de Lola), veía en la calle Trajano el escaparate de la librería Padilla. Dentro estaba Pilar, la viuda del librero, pero sobresalía un retrato de Bécquer, el más popular. Fue periodista, como Burgos. Y se fue a Madrid, esa ciudad a la que el hijo del sastre y la zapatera le dedicó un Libelo.

Me bajé en el Duque, plaza que debe su nombre al general Baldomero Espartero, manchego de Granátula de Calatrava, que parafraseando a Larra bombardeó media España y fue honrado por la otra media. Faltaban dos días para la Nochebuena, las horas del Niño Dios, no hay misterio capaz de descifrar ese binomio, y vi una estampa cotidiana a la que Burgos le sacaría mucha más punta que yo. Paco O’Kean, el sastre de la familia, el oficio de su padre, que fue hermano mayor del Valle, tomaba un café en el mostrador exterior de La Campana, en el alféizar de este establecimiento de 1885. Hace unos meses trasladó el negocio a O’Donnell, que en realidad empieza donde estaba el mítico Café de París. Sevilla es como Malta, no deja de perder doce-uno cada día que una de sus enseñas arría las velas. Esta ciudad no sería la misma sin el apóstrofo de los irlandeses. Es ciudad de apóstoles, a Judas lo han quitado de la Última Cena de Ortega Bru en la iglesia de los Terceros, y de apóstrofos. El Betis de O’Connell fue campeón de Liga en 1935; el marido de Mary O’Sullivan, Manuel González Jiménez, es el biógrafo de san Fernando, cuya festividad furtiva del 30 de mayo coincide con el nacimiento de Antonio Burgos y… Alfonso Guerra. Un O’Neill fue teniente mayor de la Maestranza. Esos apellidos aparecen en las páginas del Ulises de James Joyce que editó para Cátedra Paco García Tortosa en traducción de él mismo y María Luisa Venegas. El Ocnos que Cernuda escribió en el destierro de Glasgow, “vómito de niebla y fastidio”, ciudad del último rayo de Antonio Puerta que se murió el mismo día que Paco Umbral, merecería llevar un apóstrofo, el O’cnos que pone en su sitio a José María Izquierdo, artífice de la Cabalgata de los Reyes Magos del Ateneo. Juan Bonilla, en uno de sus primeros libros, hacía un juego de palabras con Antonio Burgos y Anthony Burguess. El hijo del sastre y la zapatera tenía un aire de tory anglosajón. La O mayúscula es la vocal más importante en la Sevilla mariana. Una cofradía cuyas reglas datan de 1566, con un Jesús Nazareno obra de Pedro Roldán (el 14 de enero será el cuarto centenario del nacimiento del artista que trabajó para Mañara) y una Virgen de la O tallada por Castillo Lastrucci y coronada canónicamente en 2007. Sale el Viernes Santo, el mismo día que la Carretería, una de las hermandades de Antonio junto a la Pura y Limpia del Postigo y el Gran Poder de San Lorenzo. Su padre fue hermano mayor del Cristo de Burgos, el paisano simbólico de Pablo del Barco, tantos años vecino de san Juan de la Palma hasta que regresó a la tierra del Cid.

Llevó a gala “la gloria infinita de ser… español de Andalucía”. Con estas palabras terminó su intervención cuando el 28 de febrero de 2020, dos semanas antes del inicio del estado de alarma, fue distinguido con el título de Hijo Predilecto de Andalucía. Quiso el destino que en la última jornada de Segunda en 2023 se disputara un Espanyol-Burgos. Español de Andalucía, con el habla de Sevilla que según Manuel Alvar es la que llegó a América. En los bancos de la parroquia del Sagrario, junto a Manolo Rodríguez y Julio Jiménez Heras, estaba Rafael Gordillo, 75 veces español de Andalucía (los partidos que jugó con la selección), al que cuarenta años y un día después todavía le duraban las agujetas de sus carreras por el Villamarín en aquel España-Malta del 12-1 del 21 del 12. Gordillo debutó en un Betis-Burgos entrando por Cardeñosa. Ganó el Betis 2-1, goles locales de López y Attila Landisky y el forastero de Juanito, uno de los mejores amigos de Gordillo en el Madrid. El Betis de Serra Ferrer ascendió en Burgos a Primera en la primavera de 1994, después de una travesía por el desierto de la Segunda de tres años, incluido el de los fastos de la Expo 92. Antes del Betis-Girona disputado un día después de su muerte, la víspera de su funeral, se guardó en Heliópolis un minuto de silencio. Arbitró De Burgos Bengoechea. Dios escribe sus artículos con renglones torcidos. Justo enfrente de la puerta de la parroquia del Sagrario está la tienda oficial del Real Betis Balompié. Y la calle García de Vinuesa, donde está la Bodega Morales. Reyes Morales, la heredera de los fundadores de Valdepeñas, estuvo en el adiós al hijo predilecto de Andalucía y adoptivo de Cádiz. Además de hijo biológico de la zapatera, el oficio de su hermana. Iba para sastre, pero sus trajes eran de palabras. Un café de O’Kean en la Campana antes de ir a O’Donnell con los doce apóstrofos.

Leyó el libro de Job el hermano Pablo, medalla de Sevilla en 2022. Con puntual frecuencia, mientras el arzobispo pronunciaba la homilía, se oía el hormigueo del Metrocentro, vulgo el tranvía, inaugurado en 2007, el año que coronan a la Virgen de la O sin apóstrofo y mueren Puerta y Umbral.

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